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LA PELOTA NO SE MANCHA La receta del doctor Bilardo

POR WINSTON POR WINSTON
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Amás de un año del fallecimiento de Diego Armando Maradona y cuando parece que ya se ha dicho todo sobre él, el documental "Bilardo: doctor del fútbol", sobre el director técnico argentino, rescata un periodo de la historia poco conocido. Aunque cueste hoy creerlo, hubo un tiempo en que el astro del fútbol argentino era resistido por muchos compatriotas, pues se había hecho expulsar en el campeonato mundial de España en 1982. En esos momentos, el reemplazante de Menotti quitó la capitanía al mítico Pasarella, y aclaró que su equipo era Maradona y diez más.

Aunque se trate de una especulación, ese apoyo incondicional del "Narigón" cambió para siempre la vida del "10", de la selección y de Argentina, que unos años más tarde se terminó transformando en campeona del mundo por segunda vez en su historia en 1986.

Pienso en esta historia cada vez que escucho decir a un amigo que su equipo es muy malo. Siempre intento explicar que, en general, los jugadores profesionales han llegado adonde están después de haber pasado una serie de filtros. Un proceso de selección natural o profesional en el que quienes no tienen condiciones, las ganas o el apoyo entierran su sueño de ser futbolista para emprender una vida normal. Es la despedida de los malos en el fútbol rentado. En esa lógica, es muy difícil que un jugador que llegue a un plantel profesional sea malo. Puede que sea el menos virtuoso de su equipo, pero malos somos nosotros, que, en vez de jugar, nos debemos conformar con ver, leer o escribir sobre fútbol.

En esta etapa, la del equipo profesional, nos encontramos con el lugar en el que un director técnico se destaca sobre otro. Más allá del sistema táctico, si juega con tres defensores, cuatro o cinco, etc., el mejor entrenador es aquel que logra sacar el máximo potencial a sus jugadores. "Viste en mí lo que ni siquiera yo vi en mí mismo" dijo recientemente un jugador del Leeds del renunciado Bielsa. En esta línea, con sus claros y oscuros, el documental demuestra que Carlos Salvador Bilardo era un maestro.

La leyenda negra se ha centrado en el agua con somníferos que les dio a los brasileños en los octavos de final del mundial de Italia 90 o el uso de agujas que enterraba en el trasero y mentholatum en los ojos para distraer a los rivales en los córneres, entre las prácticas menos glamorosas y más conocidas de quien fuera formado en Estudiantes de la Plata.

No obstante, también hay otras positivas que tienen que ver con esa obsesión por los detalles. En México, por ejemplo, entrenaban las celebraciones de los goles para que los jugadores no se ahogaran corriendo 80 metros en la altura: el arquero y los centrales debían festejar entre ellos y no podían avanzar más allá. El mismo Bilardo despertaba a los defensores a las 3 de la mañana para saber si estaban claros a quién debían marcar. Y el "Narigón" pedía que se cambiaran a última hora las camisetas porque las que tenían que usar contra Inglaterra (en ese mítico partido) se ponían muy pesadas con la humedad. Y quien era ginecólogo de profesión, no se hacía problema cuando se trataba de aconsejar a las esposas de los jugadores sobre cómo debían tener relaciones sexuales para no cansar a sus jugadores…

En fin, en un mundial de fútbol, el éxito o el fracaso pueden depender de estos pequeños detalles. El documental sobre el Narigón, aunque no lo dice explícitamente, deja claro que Argentina no ganaba el mundial sin Maradona, pero Maradona tampoco lo ganaba sin Bilardo.

Finalmente, la mejor anécdota que refleja el carácter de este loco del fútbol, ese hombre que veía cientos de videos, que no dormía y que apenas se tomaba dos días de vacaciones al año, lo cuenta el rudo defensor Oscar Ruggeri. Mientras todos celebraban en el camarín ser los campeones del mundo en México 86, después de vencer a los teutones por 3 goles a 2, Bilardo estaba sentado en un rincón lamentándose: "No nos pueden hacer dos goles de cabeza en el área chica, no nos pueden hacer dos goles de cabeza...".