"La tarea del futuro rector de la PUCV es mostrar que hemos sido clave en el desarrollo del país"
Nelson Vásquez Lara (Casablanca, 1957), actual vicerrector académico de la PUCV (profesor de Historia de la misma casa de estudios y doctor en Didáctica de la Historia de la Universidad de Barcelona) enfrenta con confianza la recta final de la campaña para la sucesión de Claudio Elórtegui Raffo, mandamás de la institución de la avenida Brasil durante los últimos doce años. El próximo jueves 31 de este mes los profesores jerarquizados deberán optar entre él y el vicerrector de Investigación y Estudios Avanzados, Joel Saavedra Alvear, en una consulta que luego será remitida al Vaticano para su aprobación final.
"He planteado en más de 260 conversaciones con profesores y en visitas a una parte importante de la unidad académica de la universidad, un proyecto de desarrollo para los próximos años, de cara al centenario de la PUCV, en 2028. Nos parece significativo e importante desarrollar un desarrollo estratégico de cara al mencionado centenario y a la próxima acreditación institucional. Recibimos siete años de acreditación y debemos prepararnos para los próximos siete en un contexto muy desafiante. Tenemos un equipo que trabaja en un proyecto interdisciplinario que abarca todas las áreas del conocimiento y su internacionalización", asegura el profesor.
-Usted ha planteado una llamativa dicotomía entre universidad "exitosa" y universidad "saludable". Expláyese un poco más.
-Para nuestra universidad es muy importante y significativo el cuidado de las personas. Durante los doce años de períodos del rector Elórtegui, en el cual yo he sido vicerrector académico, el cuidado de las personas, profesores, funcionarios y estudiantes ha sido muy importante. Debemos reinstalar y resignificar el cuidado de las personas. Nuevos son los desafíos: Debemos hacernos cargos de la inclusión. Hoy un porcentaje importante de jóvenes son heterogéneos y diversos. A los profesores, en sus 35 unidades académicas, nos corresponde generar un plan de desarrollo, de concordancia y proyectos específicos para hacernos cargo de todos los desafíos.
-¿Cómo planea afrontar la regionalización?
-Si uno lee y analiza el contexto actual y las proyecciones en nuestro país entendemos con claridad que existe un proceso creciente e imparable de descentralización, de desarrollo y empoderamiento de las regiones. Enhorabuena. El centralismo es asfixiante para Santiago y para todos. En este contexto, las universidades -que de acuerdo a las Encuestas Bicentenario siguen teniendo un gran prestigio- debemos hacer nuestra contribución. Cómo hacerlo es la gran pregunta. En nuestra opinión, tenemos que crear una Escuela de Gobierno y una vicerrectoría de Vinculación con el Medio. Una universidad aislada es frágil. Una universidad con redes regionales, nacionales e internacionales se verá fortalecida para los próximos años.
-¿Qué hay del sello cristiano y la identidad católica?
-Una universidad cuyo ethos es ser católica, claramente debe fortalecer tal identidad. Somos una institución diseñada y construida por laicos. La Iglesia ha confiado en sus profesores. Los siete años de acreditación muestran una tarea bien hecha. Es un mérito del rector Elórtegui haber liderado todo esto. Yo me imagino una universidad amplia, abierta, de acuerdo al magisterio actual de la Iglesia Católica y al carisma del Papa Francisco. Hablo de una Iglesia sensible a los tiempos contemporáneos y un magisterio al servicio de la misericordia.
-¿Cuál es su balance de los tres períodos del rector Elórtegui?
-Ha sido muy exitoso. Probablemente una de las rectorías con mayor desarrollo para la universidad.De las más importantes en inversiones en infraestructura (más de $ 32 mil millones) de su historia. Bajo su liderazgo hemos generado un recambio generacional muy significativo, con gente cualificada y competitiva. Pero lo más importante son los siete años de acreditación, no solo un logro de esta rectoría, sino un acumulado de varias generaciones. Es de justicia reconocer a Bernardo Donoso, Alfonso Muga y al propio Elórtegui.
-¿Hay un antes y un después de la educación tras la pandemia?
-El Papa Francisco hace un año y medio nos planteaba que el mundo pospandemia iba a ser muy distinto. Significó revalorizar y resignificar la familia, la convivencia y un conjunto de valores muy importantes. El mundo del trabajo cambia aceleradamente. Nuestro plan de desarrollo 2022-2026 se hace cargo de estos desarrollos estructurales en la PUCV. Lo que nos ocurre les ocurre a las mejores universidades del país. Hay complejos desafíos en pregrado y posgrado.
-¿Cómo ve desde la academia el desarrollo de la Convención Constituyente?
-Debe ser mirado con amplitud. La ciudadanía fue clara al exigir una nueva Constitución, con mayor legitimidad de origen. El debate que hemos visto también nos presenta ciertas interrogantes. ¿Cuál va a ser la valoración de las universidades tradicionales, que han estado desde hace muchas décadas contribuyendo al país? Centrar el debate entre estatales y no estatales es ficticio. Nuestra contribución debe revalorizarse. La tarea del futuro rector debe ser mostrar a la ciudadanía, a la sociedad y al Gobierno que las universidades del G-9 hemos sido clave en el desarrollo del país, que no pueden darse el lujo de no considerarnos.
-En estos tiempos de trinchera suelen forjarse ciertas opiniones políticas partisanas desde el interior de las universidades. ¿Le preocupa eso?
-Nuestra universidad ha tenido la capacidad de albergar a la diversidad en su seno. Nuestra universidad es muy respetuosa -su historia lo demuestra- para enfrentar desde distintas visiones la realidad del país. Esa diversidad es un valor agregado. Debemos tener un gran rol y contribuir y colaborar de manera técnica al desarrollo de nuestra región. Debemos aportar en todos los frentes para colaborar en su engrandecimiento. Valparaíso nos preocupa. La universidad depende del desarrollo de la ciudad y estamos unidos al futuro de Valparaíso. No podemos ser espectadores, sino actores. Si la autoridad no comprende esto, estará afectando al desarrollo de nuestra Región.
-El último ranking de América Economía ubica a la PUCV en el cuarto lugar. ¿Cómo mantener o mejorar tal sitial?
-Las universidades como la PUCV están en un contexto muy competitivo y desafiante. El Plan de Desarrollo debe hacerse cargo. Debemos leer adecuadamente el contexto y poner el esfuerzo en ello. La cohesión y la unidad demostrada en la última acreditación es clave para enfrentar el futuro. La sociedad espera mucho de nosotros: Un pregrado de calidad, que seamos una institución de cultura, con nuestro centros de Arte, de Música, de Literatura y Ciencias del Lenguajes, de Arquitectura. Tenemos unidades clave para el aporte cultural. En investigación debemos acelerar los procesos que nos distinguen a nivel nacional. Sabemos que tenemos que ser capaces de pasar de la investigación individual a la investigación asociativa, con equipos, líneas y asociatividad.
-A todo esto, cómo fue que un profesor del pequeño Instituto de Historia llegó a competir por la rectoría ante las grandes facultades (Ingeniería, Economía, Derecho, etc.)
-Lo que ha ocurrido en la PUCV es muy propio de lo que le ocurre al país: Hay una tectónica de placas. Cuando la PUCV piensa que desde las humanidades un profesor de Historia está en condiciones de liderar un proyecto de esta envergadura, es un orgullo y una gran responsabilidad. Tengo apoyo en las ingenierías, Economía, Derecho, Ciencias, Agronomía. Esto muestra cómo ha cambiado Chile.
"Debemos tener un desarrollo estratégico de cara al centenario de la PUCV (2028) y a los próximos siete años de acreditación en un contexto muy desafiante". "Una Universidad cuyo ethos es ser católica, claramente debe fortalecer tal identidad: Amplia, abierta, de acuerdo al magisterio actual de la Iglesia y al carisma del Papa Francisco"