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Por su parte, la doctora en Ciencias Sociales y académica de la Universidad Autónoma de Chile (UA), Marcela Porto, hace hincapié en que la mesa de Derechos Fundamentales "trabaja los temas que constituirán el corazón de la nueva Constitución y así lo entienden las personas de la sociedad civil que siguen activamente este proceso". Además, destaca que se trata de la comisión con mayor cantidad de iniciativas y cuyas temáticas "son expresión de la diversidad de intereses y visiones actuando en la sociedad chilena".
"Por lo tanto -agrega la periodista-, es una comisión que debe trabajar desde una férrea capacidad de diálogo y de búsqueda de consensos para avanzar y eso siempre es un camino lento y difícil. Un ejercicio social que como país tenemos desarrollado de manera muy incipiente. Me parece que esta instancia contribuye a fortalecer estas capacidades y hay que valorar los avances en este sentido".
Además, postula que las iniciativas rechazadas "corresponden justamente a temas controversiales y que en mi opinión constituyen el núcleo de los conflictos que debemos resolver como sociedad, como por ejemplo, los relativos al derecho de propiedad, que se vincula con la distribución de la riqueza y la justicia social, una condición obligada para una democracia de alta intensidad, como la que una parte de la ciudadanía está impulsando".
Sobrestock de normas
Marco Moreno, cientista político y director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Central (UCEN), parte su análisis desde la escasa correlación que han tenido las votaciones entre las comisiones y el pleno, advirtiendo una falta de coordinación entre los diferentes grupos que integran el órgano constituyente. "Las orientaciones no son capaces de tomar decisiones que comprometan a los integrantes de esos colectivos, porque me parece muy extraño que se aprueban muchas de estas propuestas en las comisiones con los votos de los representantes de los colectivos, pero en el pleno, no se correlaciona esa votación", explica.
En la misma línea, el doctor en Ciencia Política acusa una "sensación de desorden" en la Convención y, además, postula que a ojos de la opinión pública "hay un serio problema de articulación, de coherencia, entre lo que se dice y lo que se hace, porque los plenos están mostrando eso. Uno puede entender que hay algunas normas que se corrijan, pero aquí estamos hablando que en muchas de las comisiones -por no decir en todas-, les están regresando buena parte de las normas para que vuelvan a ser revisadas".
Moreno advierte que debido a esta situación "estamos viendo que hay un 'sobre stock' de trabajo a nivel de comisiones, porque es mucha la cantidad de propuestas que son devueltas y eso que puede amenazar seriamente la viabilidad de terminar en el tiempo acordado. No sé si eso es parte de una estrategia, pero se está evidenciando esto en las comisiones, producto del rechazo o que se caen muchas de las propuestas que pasan al pleno".
Respecto de este punto, bien cabe recordar que desde hace un tiempo han surgido cuestionamientos sobre la posibilidad de que el órgano cumpla con los plazos establecidos para realizar su labor. De hecho, luego de activar la prórroga que extiende por tres meses el trabajo de la Convención, la presidenta María Elisa Quinteros admitió que "estamos con los tiempos muy, muy justos porque claramente estamos trabajando extensas horas y eso, claro, en un escenario ideal pudiese extenderse y trabajar acorde a los tiempos que nos permitan tener una dinámica más saludable".
"Los problemas hay que resolverlos a nivel del pleno y eso no está ocurriendo. Muchas de las iniciativas son devueltas a las propias comisiones, lo que está haciendo que el trabajo se haga muy complejo para poder avanzar y, sobre todo, para terminar en la fecha estipulada", complementa el analista.
Desempeño decreciente en la convención
De todas formas, el académico de la UCEN no se queda ahí y suma un segundo elemento muy vinculado a este exceso de trabajo, que dice relación con el nivel de estrés al cual están sometidos los convencionales. Esto, lógicamente, pondría en riesgo no la posibilidad de discutir algunos de los temas que se están viendo en la comisión, sino también la calidad del mismo documento que se pone en discusión en el pleno.
"Recordemos que (los convencionales) están a un ritmo muy intenso, no han parado, no han tenido vacaciones por los plazos que tienen que cumplir. Uno podría decir 'bueno, están mandatados para eso, están dedicados tiempo completo a eso', pero esto genera un estrés importante, que se expresa en que el rendimiento va a decaer. Se produce un rendimiento decreciente: tengo más trabajo que revisar en las comisiones, con largas jornadas y vuelven después lo temas a las comisiones", detalla Moreno.
Frente a este problema, subraya que este rendimiento decreciente puede provocar que "la calidad del trabajo se vea afectada. Al exceso de trabajo se suma el agotamiento natural de cualquier ser humano, sometido a un estrés importante de carga de trabajo". Esto se suma a las aprensiones que han mostrado algunos expertos constitucionalistas, que de acuerdo con Moreno "están planteando que la redacción de los textos están teniendo muchas deficiencias, las cuales amenazan el conjunto, porque esto hay que verlo de manera integrada".
"La Constitución es un cuerpo armónico, donde hay un conjunto de normas que tienen cierta coherencia y eso va a ser bien difícil de conseguir, incluso en esta comisión de armonización, que se le está traspasando bastante responsabilidad. Se dice que todo pasa a esta comisión, pero si tenemos esta misma modalidad de trabajo, los resultados no debieran ser muy distintos a lo que estamos observando ahora", suma el analista.
El fracaso "no es una opción responsable"
Juan Sandoval también expresa su preocupación por el exceso de trabajo en la instancia y la premura del tiempo. "Yo creo que en esta etapa le está pasando la cuenta al proceso constituyente algunos problemas de diseño y la falta de apoyo inicial del gobierno anterior", considera el doctor en psicología social, quien pone sobre la mesa lo extenso se fue el proceso de instalación y elaboración del reglamento del órgano.
Pese a que no considera que la discusión sobre derechos fundamentales "esté perdiendo densidad sustantiva", enfatiza en que "si no hay mejoras en el proceso e incluso en el diseño, por ejemplo, agregando algo más de tiempo, creo que se corre el riesgo de que la calidad del proceso constituyente se vea afectada".
"El Parlamento debería evaluar que el fracaso del proceso constituyente no es una opción responsable para Chile y por ello debería autorizar más tiempo si este se necesita, porque la crisis de legitimidad en nuestro país no ha terminado, la indignación de la gente sólo está sublimada en el proceso constituyente y en la esperanza de un nuevo gobierno, pero si fracasa, nos veremos enfrentados con mucha rapidez a una nueva crisis social y política. Por supuesto que a esto también deben colaborar los constituyentes buscando acuerdos plausibles", acentúa el académico de la UV.
Menos fatalista es la mirada que tiene Marcela Porto. La comunicadora sostiene que pese a la gran cantidad de trabajo e iniciativas que concentra la mesa, estima que "los focos también están claros, es decir, hay temas bien definidos que se tienen que trabajar. Además, los y las convencionales ya venían con un capital político robusto y han ido ganando en estas capacidades de gestión política, de negociación y de logro de acuerdos. Por lo tanto, si bien los temas son muchos, hay competencias desarrolladas en las personas que conforman la Convención".
Además, Porto suma una segunda variable "que ocurrió en esta comisión, que una parte de las normas rechazadas, tenían que ver con justicia y es probable que podrían ser abordadas desde otra comisión (Sistemas de Justicia). De alguna manera pueden ir conversando y agilizar el tema y la discusión". 2