Inseguridad en los campus universitarios
Estudiantes y rectores de planteles en Viña del Mar y Valparaíso expresaron su preocupación por los reiterados ataques que sufren alumnas. Junto a la violencia que afecta a las alumnas en la forma de agresiones, asaltos e intentos de secuestro, existe un creciente fenómeno de acoso y abuso a través de redes sociales y chats de conversación.
Asaltos, intentos de secuestro, acoso callejero y agresiones de todo tipo forman parte del conjunto de hechos violentos que han debido enfrentar muchas jóvenes universitarias en su regreso a las aulas de forma presencial, principalmente en torno al campus Sausalito de la PUCV y al eje de avenida Brasil -según versiones de los propios estudiantes-, donde confluyen varios planteles de educación superior. De acuerdo a las denuncias, los casos ocurren habitualmente en las tardes, en el trayecto de regreso a casa o incluso en el transporte usado para el viaje. El problema se masificó lo suficiente como para despertar la preocupación de dirigentes estudiantiles y rectores de universidades, quienes ya iniciaron una ronda de reuniones con las autoridades y las policías para ver de qué forma abordar estas situaciones de inseguridad.
No cabe duda que la respuesta de los organismos responsables debe ser enérgica: reforzar la vigilancia en los puntos de mayor concurrencia, generar espacios seguros para el tránsito de ida y regreso, hacer monitoreo y fiscalización del transporte público y privado e implementar campañas de información en las mismas aulas de las casas de estudio, para entregar consejos a las alumnas. Asimismo, se hace urgente que tanto Carabineros como el Ministerio Público establezcan mecanismos de denuncia claros, rápidos, expeditos y transparentes, que reduzcan el peligro de revictimización al que temen muchas denunciantes y permitan a la comunidad de jóvenes confiar en que los procesos que llevan adelante la Justicia y las policías tendrán un éxito capaz de resarcir el daño causado.
Sin embargo, el desafío que enfrentan las autoridades públicas y universitarias va más allá de las calles que transitan las alumnas. En los últimos años, empujados en parte por la conexión permanente a la que obligó la pandemia, han recrudecido las agresiones entre estudiantes -universitarios y escolares, aquí no hay distinción posible- a través de las redes sociales y los chats de conversación. Anidan en los espacios virtuales ofensas violentas y agresiones psicológicas que afectan a los jóvenes de manera profunda. Cada vez son más frecuentes los conflictos entre pares que parten al interior de un celular y luego se expanden al mundo real, en la forma de agresiones, peleas y acosos. La extensión del fenómeno es preocupante y revela que los grupos docentes y directivos del ámbito educativo carecen de las herramientas adecuadas para enfrentarlo. Primero, se requiere una legislación capaz de canalizar adecuadamente los conflictos; luego, una capacitación de los equipos que se encarguen de este tipo de casos dentro de los planteles, para evitar que los problemas de convivencia interna se transformen con rapidez en conflictos de seguridad pública.