En el transcurso de la reunión citada por el Presidente Gabriel Boric en Cerro Castillo, se informó sobre un incidente ocurrido en el centro de Santiago, en el cual un joven había resultado herido por el disparo de un funcionario de Carabineros. Las condenas oficiales a la policía uniformada no se hicieron esperar y especialmente dura fue la ministra de Bienes Nacionales, Javiera Toro, quien exigió la refundación de Carabineros. El Gobierno, además, se hizo presente visitando al herido, cuya lesión no suponía riesgo de muerte, y la ministra del Interior y Seguridad Pública, Izkia Siches, calificó el hecho como "gravísimo".

Pasaron las horas y los días y se estableció mediante indagaciones de la PDI, del Ministerio Público, un sumario interno de la propia policía uniformada y un ilustrativo video, que el funcionario había hecho uso de su arma de servicio tras ser atacado por una turba de manifestantes. Disparó actuando en defensa propia.

Tras las apresuradas reacciones oficialistas, el martes pasado, en medio de una jornada de violencia con ocasión del Día del Joven Combatiente, La Moneda optó por salir públicamente a defender a Carabineros. "Carabineros cuenta con todo nuestro respaldo para seguir con su trabajo y proteger a los chilenos y chilenas, siempre con respeto a los derechos humanos", declaró la ministra del Interior. Adelantándose a los hechos que venían en la capital y también en las calles de Valparaíso, afirmó que "no vamos a tolerar ataques violentos, ya sea un intento de quemar un local comercial o más grave, la golpiza a nuestros funcionarios de Carabineros". El general director de la institución, Ricardo Yáñez, agradeció el respaldo y reiteró el compromiso de Carabineros con la defensa de la ciudadanía.

Necesarias las declaraciones de la ministra en momentos en que la violencia aparece por todos lados y puede llegar a poner en duda la gobernabilidad en el mandato que recién se inicia. Algunos tendrán una reacción de dudas ante esas afirmaciones tan contrastantes con posiciones anteriores del oficialismo. Están en su derecho, pero lo que importa es el reconocimiento oficial a la tarea de Carabineros en el resguardo del tan necesario orden público y la seguridad como sustento de la convivencia social.

Importa, además, que la posición expresada en esta ocasión corresponda a una conducta de apoyo a la institución que se mantenga en el tiempo y que no ceda ante presiones que, ciertamente, se presentarán cuando se produzcan situaciones de verdadera complejidad. No se trata de amparar abusos, uso desproporcionado de la fuerza o violaciones a los derechos humanos ni tampoco eludir una necesaria revisión de protocolos, pero sí se trata de mantener una posición oficial que garantice y reconozca el delicado trabajo policial que está bajo permanente presión de sectores que hacen de la violencia un argumento.

Digamos las cosas por su nombre, en Chile no hay una pluralidad de naciones. Chile es una sola nación, formada por una raza homogénea y una diversidad cultural que lo enriquece. A esta nación pertenecemos todos: el mestizaje, las colectividades y las distintas etnias precolombinas que podemos distinguir. Nos hemos fundido en un solo país, esa es la única verdad, y no debemos dejar que por razones ideológicas o por ansias de poder esa verdad sea sustituida por la falsedad del Estado Plurinacional.

En el caso de los llamados pueblos originarios o "indígenas" se trata de etnias -algunas numéricamente de muy escaza significación- que se han integrado plenamente a la nación chilena. Así, por ejemplo, según datos del censo del año 2017, el 70% de quienes se declaran de origen mapuche ya no viven en La Araucanía y se diseminaron a lo largo de todo el territorio nacional para trabajar, formar familia e integrarse plenamente a la comunidad chilena de la cual forman parte con cariño y orgullo. De los que aún permanecen en La Araucanía, muchos son parceleros o viven en los pueblos, trabajando en forma independiente. Otro número, bastante reducido, vive en comunidades conservando algo de sus tradiciones ancestrales y disfrutando el uso y goce de las tierras que en dominio gratuito les ha entregado el Estado de Chile y de los numerosos beneficios que reciben. Todos ellos son y se sienten chilenos y no tienen reivindicación alguna y menos reclaman un territorio que les pertenezca. Dos o tres de esas comunidades han sido infiltradas por el "terrorismo indígena"

Otra realidad, muy diferente, son los (dirigentes) "indigenistas", que por motivaciones políticas y de poder han levantado una supuesta causa indígena de la cual medran y, sin que se les ya ha conferido, se arrogan la representación de las etnias existentes en nuestro país, incluso inventando algunas que no existen. Estos se visten, hablan, enarbolan banderas y hasta celebran ceremonias, como nunca lo habían hecho, para engañar al país, obtener financiamiento internacional y hacerse de un territorio que les permita satisfacer sus ansias de poder. Son estos los que han irrumpido con inusitada fuerza en la Convención Constitucional y que, concertados con los constituyentes de extrema izquierda, han aprobado la falsa y demencial idea de que Chile es un Estado Plurinacional, definición desde la cual intentan fraccionar Chile en diversos países, todos autónomos y con estatutos jurídicos propios para así destruir la unidad nacional y, entonces, su fortaleza. El Chile que conocemos dejaría de existir.

El brazo armado del "indigenismo" es el "terrorismo indígena". Se trata de grupos entrenados en la guerrilla rural que, por medio de la violencia, incluso asesinan, siembran el terror en la macrozona sur para forzar que se les entregue un vasto territorio que nunca les perteneció y que hoy legítimamente pertenece a Chile y sus habitantes y establecer allí su propio narco-estado y subyugar a su población. Hoy, la situación es de la mayor gravedad y nosotros, los chilenos, nos encontramos entre la espada del "terrorismo indígena" y la pared de los dirigentes "indigenistas", empeñados unos desde las armas y los otros desde la Convención en demoler la nación chilena y reemplazarla, en la mentira del Estado Plurinacional, por varias y diversas "naciones", cada una autónoma, con su propio territorio y su propio gobierno. Todavía es tiempo de entender y de actuar. Por Chile.