Afectados por el siniestro: "No pudimos rescatar nada"
LAGUNA VERDE. Con sus hogares reducidos a cenizas, vecinos del Camino Viejo Las Docas relatan los dramáticos momentos vividos y lamentan el difícil acceso al agua.
Los vecinos del Camino Viejo Las Docas ubican el momento inicial del incendio entre las 16.00 y las 16.30 horas del miércoles, y a metros del foco apagado hace dos semanas en el mismo sector. El fuerte viento, cuya intensidad se estimó entre 60 y 70 kilómetros por hora, dividió el fuego en dos columnas que avanzaron a través de las quebradas, rodeando el sector y atacando algunas de las casas cercanas.
La vivienda en la que residía Diego Álvarez fue la tercera en ser alcanzada por las llamas. "Yo estaba en el colegio y mi abuelita me llama y me dice que se había reactivado el incendio. El fuego empezó ahí arriba. De repente sopló el viento, se hizo una ola y agarró la casa de la última vecina", relata. Desde allí el fuego afectaría la casa de un segundo vecino, para luego alcanzar la suya.
De la misma forma, otras 26 propiedades se redujeron a escombros y cenizas. Algunas eran segundas viviendas destinadas al veraneo y al arriendo, pero otras eran de vecinos que buscaban en el sector un lugar donde hacer su vida.
Pérdidas totales
Salvador Soto se encontraba desde el miércoles de visita en la casa de su hija Carolina. Desde su ventana podían observar la quebrada donde el fuego empezó a trepar por las casas.
"Incluso estábamos con la manguera. Botamos la reja para hacer algo, pero no... se descontroló... Después no soportamos el calor", describe Carolina, desconsolada, mientras una cuadrilla de funcionarios de la Armada intenta tirar abajo un eucalipto cercano y un grupo de voluntarios remueven los escombros de lo que fue su hogar. Sobre ellos sobrevuelan aeronaves de Conaf, cuyo objetivo es sofocar puntos calientes al otro lado de la quebrada.
Cuando vieron que el desastre era inminente, los Soto solo tomaron sus documentos, sus animales y evacuaron, cerrando con llave.
En la vereda contraria, José Bazán lleva un par de horas frente a lo que dejaron las llamas: una estructura de madera en ruinas. Alrededor, todas las casas están intactas. Conductor de Pullman recorrido Valparaíso-Santiago desde hace años, vivía en su cabaña desde hace seis.
"Todo mi sacrificio se lo llevó el fuego", se lamenta José, quien se encontraba en Santiago al iniciarse el siniestro. "No pudimos rescatar nada, nada, nada... Queda dejárselo a Dios".
Otra vivienda arrasada fue la de María Eugenia Tapia y Marcelino Trujillo. Catalina Hernández, su nuera, viajó desde Santiago apenas supo del fuego y llegó a encontrar los escombros. "Era una casa donde ellos pretendían venirse a vivir", narra Catalina. "Ahora tienen que empezar desde cero, con lucas que no tienen", agrega.
Rodeados por el fuego
Mariana Sánchez y Juan González llevan siete años en la zona. Conocen a todos sus vecinos. Cuando el fuego se empezó a extender, Mariana salió al patio y vio el humo. En el momento de la evacuación alcanzaron a echar en bolsas lo fundamental. Sin embargo, cuando se levantaron las restricciones, el matrimonio volvió para encontrar su casa intacta, mientras todas las circundantes se hallaban desplomadas. "Esta no la contamos dos veces", afirma la mujer.
FALTA DE AGUA
"No hay acceso al agua, lamentablemente. Para el tiempo de festividades los que sufren son los residentes, porque se colapsa esto con el tema del agua, tanto por estos eventos como por los residentes", sentencia Alicia Figueroa, dueña de una segunda vivienda en el sector.
"Necesitamos agua", confirma Mariana Sánchez. "Había una cooperativa, la cerraron. Entonces, la gente tiene que ir a buscarla a Valparaíso o a Playa Ancha. Es lo que tenemos que pagar por estar acá", dijo.
"Todo mi sacrificio se lo llevó el fuego. No pudimos rescatar nada, nada, nada... Queda dejárselo a Dios".
José Bazán, Damnificado
"No hay acceso al agua, lamentablemente, (....) tanto para estos eventos como para los residentes".
Alicia Figueroa, Dueña de segunda vivienda
"Era una casa donde ellos pretendían venirse a vivir. Ahora tienen que empezar desde cero, con lucas que no tienen".
Catalina Hernández, Nuera de damnificados