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Esperanza

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El caos vial requiere solución urgente. No solo en Viña del Mar y Valparaíso (...), sino también en la zona interior. La demora del gobierno en nominar a los seremis, tampoco ayuda. Y, los continuos recortes en el presupuesto regional, desde la presidencia anterior, son una lápida a las posibilidades de evitar más accidentes".

Esta columna será distinta. No hablaré -como lo hago siempre- de la gran política nacional, ese ente con vida propia que todas las semanas entrega infinito material de análisis. Esta vez será personal.

Hoy escribo desde la rabia, la tristeza, la preocupación y también desde la esperanza. Pero lo hago asimismo desde la necesidad de pensar en la región y en sus habitantes.

El miércoles que pasó -tal como lo consignó "El Mercurio de Valparaíso"- un terrible accidente estremeció a la comuna de Quilpué, más específicamente, a los alumnos, papás y vecinos del Colegio Aconcagua, uno de los establecimientos más grandes de la zona y, probablemente, de la región.

Con sólo 13 años, uno de los estudiantes de este recinto fue atropellado -al salir de su jornada y ante la mirada de sus compañeros- en pleno troncal antiguo, en esta atochada vía que, todos lo saben, ya no da para más.

Gracias a Dios él está estable y luchando, aunque sigue en estado grave y en evaluación constante en el Hospital Van Buren. Su juventud probablemente ha permitido que su cuerpo comience de a poco a estabilizarse, pues a esa edad la fortaleza y espíritu de superación de los niños son características hermosas y muy potentes. Pero el problema es que él no es el primer caso y -tristemente- quizás tampoco sea el último que protagonice un accidente en esta vía, que une el interior de la región con las comunas en las que la mayor parte de la ciudadanía trabaja, es decir, Viña del Mar y Valparaíso. Y que carece -en esa zona escolar- de medidas de seguridad básicas que protejan a nuestros niños y niñas.

De hecho, justo ese día, la alcaldesa de Quilpué, Valeria Melipillán, había recorrido el lugar para ver, in situ, el caos al que me refiero. Sólo unas horas antes del accidente, la edil había admitido que era urgente implementar medidas a corto plazo, pero pidió a las autoridades regionales hacerse cargo de estudios de mayor amplitud que permitan obras de envergadura, como las que se necesitan en esta añosa avenida.

El problema es que no se puede esperar que, en este caso y aunque el dicho es al revés, lo importante anule lo urgente. Los tacos son interminables todos los días; la velocidad que alcanzan los vehículos y el transporte público cuando no hay embotellamientos es digna de la película "Rápidos y furiosos"; hay horas en que los semáforos son un bonito adorno, y las carreras nocturnas asemejan a Quilpué con Indianápolis. A eso se agrega la falta de medidas básicas de seguridad en una zona escolar, como pasos de cebra habilitados especialmente para el cruce de los niños -que deben caminar varias cuadras para poder pasar al otro lado-, lomos de toro, bandas alertadoras, balizas o señalética que dé cuenta que allí hay niños. Y muchos.

Y aquello hay que ponerlo en la misma juguera con el aumento insostenible del parque automotriz en la región -documentado ampliamente en la prensa-; el crecimiento brutal en la densidad habitacional que ha tenido Quilpué en la última década, y la visible necesidad de mejorar el transporte público, lo que permitiría desincentivar en algo el uso del automóvil y darle tregua a avenidas que no fueron hechas para esta cantidad de tránsito. Todo esto en momentos en que la ciudad ha caído en las mediciones de calidad de vida que se realizan cada cierto tiempo.

La administración anterior, al mando de Mauricio Viñambres, hizo oídos sordos a las peticiones de la comunidad. Y en la actual gestión, a cargo de Melipillán, según comentan algunos concejales en off the record, no está considerado ese sector de la ciudad dentro de las mejoras que planea el municipio, al menos en el futuro próximo.

Pero el caos vial requiere solución urgente. No solo en Viña del Mar y Valparaíso -donde el ministro de Transportes, Juan Carlos Muñoz, debutó en el cargo y planteó medidas como una posible restricción vehicular-, sino también en la zona interior. La demora del gobierno en nominar a los seremis, tampoco ayuda. Y, los continuos recortes en el presupuesto regional, desde la presidencia anterior, son una lápida a las posibilidades de evitar más accidentes.

Pero como dije al principio, hablo desde la tristeza, pero también desde la esperanza. Sé que nuestro niño mejorará, que pronto podrá estar rodeado de sus compañeros y compañeras, y esto será sólo un mal recuerdo para él y sus padres. Y espero que este doloroso accidente sirva de aprendizaje y detonante para que dentro de las prioridades de la municipalidad y de las nuevas autoridades regionales aparezca esta zona y los más de dos mil chicos que allí estudian. 2

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Terminar con las sorpresas

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Obviamente, detrás de cada candidatura hay fuerzas políticas que están bregando por llevar agua a su molino, viejos caudillos que luchan por imponer su muñeca política, promesas pendientes que deben ser cumplidas en la designación de los cargos".

Señor(a) elector(a) de Gabriel Boric: ¿Habría votado por el actual Presidente sabiendo que finalmente iba a borrar con el codo lo que escribió con la mano? Me refiero a acciones como promover a su pareja en el rol de primera dama, el mismo cargo que había despreciado anteriormente y que Irina Karamanos había asegurado, no iba a asumir.

¿Habría votado por él consciente de que iba a despreciar a los diplomáticos de carrera y, en su reemplazo, elegiría a Bárbara Figueroa como embajadora de Chile en Argentina, a Paula Narváez como representante de la ONU y a su amigo Javier Velasco en España, siendo que durante su candidatura condenó el amiguismo en la designación de cargos?

De igual forma, ¿habría votado por el magallánico a sabiendas de que no tenía (y aún no tiene) definida la lista completa de Seremis para la región de Valparaíso? Y que, además, entre los primeros elegidos figura nada menos que Romina Maragaño, que tiene un sumario en la Municipalidad de Valparaíso por desórdenes administrativos.

No se confunda, el problema no es solo de Boric. Uno de los lemas del primer gobierno de Sebastián Piñera era que iba a ser el gobierno de los mejores. Después supimos que se refería a sus mejores amigos y parientes.

A propósito de embajadores y embajadas, Daniel Matamala recordaba la semana pasada que Piñera cometió los mismos gafes de Boric en la elección de sus embajadores. Pablo Piñera, hermano del Presidente, fue designado un 19 de abril y dejó el cargo el 28, no alcanzó a cruzar la cordillera ni a comerse una media luna antes de ser removido. Y es que, para la opinión pública, una cosa era aceptar a su primo a Andrés Chadwick y otra muy diferente nombrar al hermano como embajador.

¿A dónde voy con todos estos ejemplos? La experiencia señala que desde Fernando VII, exceptuando a Bernardo O´Higgins y Augusto Pinochet, ningún gobernante puede actuar solo. Para ejercer el cargo en propiedad se requiere de un grupo de asesores, ministros, subsecretarios, delegados y seremis.

El problema es que, hasta la fecha, esto se ha transformado en una caja de sorpresas. Días antes de asumir, la prensa comienza a especular con nombres, los analistas hacen apuestas y los políticos retirados hacen mandas para volver a escena.

¿No sería más lógico, fácil y transparente que dejemos de pensar en los candidatos como figuras excluyentes y ellos empiecen a hacer campaña teniendo claridad con quiénes gobernará, quiénes serán sus principales ministros? Una práctica de este tipo disminuiría el margen de error, la insatisfacción y podría aumentar los apoyos.

Muchos de los que no votaron por Boric quizás lo habrían hecho si hubiesen sabido que Mario Marcel iba a ser su ministro de Hacienda y que Daniel Jadue se quedaría en la Municipalidad de Recoleta. En la vereda opuesta, aquellos que se negaron a votar por José Antonio Kast por considerarlo extremadamente conservador, podrían haber cambiado su postura si hubiesen sabido que algún rostro ponderado asumía en alguna cartera.

Obviamente, detrás de cada candidatura hay fuerzas políticas que están bregando por llevar agua a su molino, viejos caudillos que luchan por imponer su muñeca política, promesas pendientes que deben ser cumplidas en la designación de los cargos. Quizás el mejor ejemplo sea el de la misma Narváez, a quien nunca la vimos cómoda con la candidatura a la presidencia. El mal cálculo de algunos, el excesivo optimismo de otros y el voluntarismo de que Michelle Bachelet podía determinar el resultado de la siguiente elección llevó a Narváez a un lugar donde nunca quiso estar. Su sacrificio hoy se ve recompensado con una embajada en la ONU.

Junto con este problema, nos encontramos con otro aún más grave. Los mejores, esos que se suponía iban a gobernar con Piñera, aunque le duela a la ministra Izkia Siches, se mueven según las leyes del mercado donde impera la oferta y la demanda. Ser parte del aparato estatal implica, desde la designación, exponerse en las redes sociales, ser objeto de un bullying irracional, comulgar con una serie de malas prácticas propias de la burocracia estatal y dejar un trabajo estable, muy bien remunerado, por otro que puede durar un día y, en el mejor de los casos, cuatro años. Hay excepciones, esos que están dispuestos a pagar este costo y asumir el riesgo por el orgullo que representa ser un servidor público. Para otros, en cambio, trabajar en el gobierno de turno es su única opción, su leitmotiv de pertenecer a un partido político, de estos es la lucha que estamos observando en estos días. 2

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