LA PELOTA NO SE MANCHA La Copa de los Picados
POR WINSTON POR WINSTON
Cuando uno empieza a educarse en el deporte más popular del mundo, uno de los principios básicos que le enseñan es que los mundiales de fútbol se juegan cada cuatro años entre junio y julio en un país futbolizado. Así, España 82 tuvo lugar entre el 13 de junio y el 11 de julio. Italia 90, entre el 8 de junio y el 9 de julio. La copa de Francia 98, entre el 10 de junio y el 12 de julio. ¿Y Alemania 2006? Entre el 9 de junio y 9 de julio.
Por esta razón, el día que anunciaron que el mundial del 2022 sería en una lejana monarquía árabe denominada Qatar o Catar, la desilusión fue equivalente a cuando comunicaron que el torneo del 2002 se jugaría en Corea del Sur y Japón. Y en el momento que se confirmó que por razones climatológicas se iba a disputar en los meses de noviembre y diciembre, pasé de la frustración a la rabia.
Este es un tema personal para mí, nací en junio, soy cáncer, pero sobre todo futbolero; por esta razón, mido mis años según los mundiales que he vivido. No son tantos como usted cree, no se deje engañar por la foto. En la Copa de Estados Unidos en 1994, por ejemplo, cumplí 5 años mundialeros y en Brasil 2014, la decena. Este año, en cambio, pasaré en banda.
Debe ser porque como buen cáncer soy demasiado soñador, pero me revelo contra esta nueva realidad que nos ha querido imponer la FIFA de jugar un mundial al oeste de Asia en un par de meses en los que deberíamos estar preocupados más que de la pelotita, del término de las clases, los cierres contables, las ceremonias de fin de año y los regalos de Navidad.
¿No podremos hacer nada para cambiar esta situación? Pensémoslo bien. Chile no es el único país que quedó fuera. Agregue a la lista a un par de vecinos: Colombia, Paraguay y Bolivia. Crucemos el charco y ahí nos encontraremos con agradables sorpresas, partiendo por la campeona de Europa, la poderosa Italia con Donnarumma, Verrati, Chiesa e Insigne y la adorable dupla de hacheros compuesta por Bonucci y Chiellini. Sume a Suecia de Ibrahimovic, la Noruega de Haaland y a Austria de Alaba. Demos una vuelta por África y rescatemos a Mohamed Salah y al resto de sus faraones, a Aubameyang y otros diez gaboneses, a Costa de Marfil y a las águilas doradas de Nigeria. Y, por último, por el lado de Asia, a Irak, Afganistán, India y China.
Ya con todos estos equipos (16) podemos armar una copa entre junio y julio, los dos meses en que los futboleros, los de verdad, estaremos con síndrome de abstinencia. Si hasta a la castigada Rusia podríamos invitarla a cambio de que ellos traigan los balones, los árbitros y unas botellas de vodka para la ceremonia final.
No estoy pensando en los mundiales actuales, esos bodrios con medio centenar de equipos, con grupos que llegan hasta la letra M y álbumes de fútbol que parecen enciclopedias. Estoy soñando con un formato clásico, como fue el del mundial de Chile en 1962: 4 grupos de 4 equipos cada uno, con un europeo, un americano, un africano y un asiático. Imagine a los chinos e indios viendo esta "Copa de los Picados", 3 mil millones de personas disfrutando un torneo que podría disputarse en Italia, Suecia o Chile. ¡Qué maravilla! ¿Qué estamos esperando para hacerlo?
Síganme para más ideas.