Bastante lenta -y "condorienta", como dirían en mi pueblo- parece haber resultado la designación de secretarios regionales ministeriales en todo el país y, especialmente, en nuestra Región de Valparaíso.

Por lo mismo, les quiero comentar dónde estuvieron las principales problemáticas en los nombramientos y algunos alcances a los cuales prestar suma atención.

Bienes Nacionales. Tomás Covacich Iturbe tuvo un difícil peregrinar para llegar a su nombramiento. Si bien es cierto que su principal apoyo fue la diputada Carolina Marzán, de su mismo partido, el PPD, otros partidos también querían dicha cartera. Pero incluso fueron algunos miembros de esa misma tienda quienes priorizaron otras reparticiones. Es más, el apoyo crucial que tuvo Covacich fue el del gobernador regional Rodrigo Mundaca, que se jugó decididamente por la propuesta de la diputada Marzán.

Cultura. El Partido Comunista siempre priorizó Cultura, por varios motivos. Si bien es cierto que Nélida Pozo fue seremi en calidad de independiente en los tiempos de Ricardo Bravo (Bachelet 2), nadie niega que ella es una militante "sin carnet" del PC, y gran parte de su ideario político está vinculado al mundo de las culturas y las artes. Por todos esos motivos, dos figuras del partido empezaron a competir fuertemente por ese cupo. El primero de ellos fue el funcionario de esa repartición, profesor de música y exconcejal de Villa Alemana, Raúl Alvear, y el otro era Danilo Ahumada, presidente del Colegio de Periodistas de nuestra región. A pesar de que ambos son exalumnos de la UPLA, lamentablemente no pudieron llegar a acuerdo y, mientras peleaban, les hicieron a ambos un golazo y le entregaron el cupo a Comunes.

Sin embargo, la guerra civil desatada esta semana por los descargos de la excandidata a senadora de ese partido, Karina Oliva, en contra de las diputadas Claudia Mix y Camila Rojas, parece haber perjudicado -al menos hasta hoy- a la cuentacuentos Patricia Mix, hermana de la parlamentaria mencionada, y a quien la ministra Julieta Brodsky había llamado para anunciarle su nombramiento. Pero mandaron a Mix para la casa este lunes después de que se reuniera con los equipos porque no había salido la designación. ¿Qué pasará? Nadie sabe. Ayer incluso sonaban los nombres de Isabel Ibáñez, Pilar Romero y Macarena Ruiz para asumir el tan manoseado cargo. Bonus track: la pareja de la diputada Mix, Gerardo Flores, fue nombrada seremi de Deportes en la Región de O'Higgins.

Gobierno. María Fernanda Moraga Vistoso fue finalmente designada. No obstante, la expectativa se mantuvo hasta última hora, pues el nombre que más sonó fue el de Nataly Campusano después de su infructuosa campaña para ser delegada presidencial. Quien nunca estuvo de acuerdo fue el gobernador Rodrigo Mundaca, quien esta vez sí encontró la complicidad de la delegada presidencial Sofía González para evitar que Campusano llegara a la vocería regional, ya que ambos consideraban como un peligro su nominación.

Educación. A pesar de haber sido la primera en nombrarse junto con el seremi de Salud, Mario Parada, la llegada de Romina Maragaño generó amplias críticas, pues ella salió muy mal de la Municipalidad de Valparaíso, donde se desempeñaba como secretaria municipal de Planificación, cargo más conocido como Secpla, y tiene un sumario pendiente, en el cual arriesga la sanción de ser inhabilitada para ejercer cargos públicos por cinco años. La fiscal del caso es nada más ni nada menos que Cecilia Ugalde, quien estaría por estos días en condiciones de emitir un pronunciamiento, lo que podría provocar una estrepitosa caída de Maragaño. Cabe recordar que el sumario por el cual está siendo investigada la seremi de Educación responde a problemas originados con los dineros de la recaudación de las entradas del estadio O'Higgins, caso en el cual el alcalde Jorge Sharp no le va a "prestar ropa".

Salió duro el corralero...

En su libro Anarchy, State and Utopia, publicado en 1974, réplica brillante a las ideas contenidas en Theory of Justice (1971), de John Rawls, el filósofo estadounidense Robert Nozick diseñó un ingenioso experimento mental al que denominó "máquina de experiencias". El propósito de Nozick era refutar el hedonismo ético en cuanto teoría ética, planteando a una persona común y corriente la disyuntiva de elegir entre la realidad cotidiana y una realidad simulada por ordenador, aparentemente preferible. El dilema se produce porque los seres humanos tenemos razones tanto para conectarnos como para no conectarnos a la máquina de experiencias de Nozick.

El punto de partida del argumento es que, prima facie, a los humanos nos interesa experimentar el mayor placer posible, de manera que, si al hacer X experimentamos mayor placer que en lugar de no hacerlo, entonces deberíamos hacer X, donde X consiste en conectarse a la máquina de experiencias. Sin embargo, el experimentar tanto placer como sea posible no es todo lo que nos interesa a los humanos. En conclusión, no deberíamos conectarnos a la máquina de experiencias.

Si Nozick viviera actualmente, es casi seguro que tendría buenas razones para oponerse al proyecto de Mark Zuckerberg -creador de Facebook- de crear un "Metaverso", esto es, una realidad virtual gemela de universos alternos múltiples, que ampliaría el mundo físico sensorial de los usuarios de internet. Esta idea, antigua en la ciencia ficción, no solo se orienta al ocio (como en los videojuegos de última generación), sino a las múltiples dinámicas sociales en las que participamos cotidianamente, tales como trabajar, ir al cine, juntarnos con amigos y familiares, leer, viajar, ver series o películas en plataformas digitales, etc.

A primera vista, esta idea de Zuckerberg -nada original, pero relevante debido a la importancia de Facebook- solo engendraría consecuencias positivas. En efecto, ¿a quién no le gustaría experimentar de manera virtual un viaje a Tailandia o Turquía, por ejemplo, como si fuera un viaje "real"? ¿O vivir una existencia simulada de amor profundo y genuino en una realidad alterna gemela, en lugar de relaciones sentimentales usualmente toscas, superficiales y empobrecidas que nos depara la vida cotidiana?

Sin embargo, un análisis detenido del asunto plantea varias preguntas inquietantes: ¿Hasta qué punto estaríamos forzados a conectarnos al Metaverso para gozar de ciertos derechos sociales o participar en las diversas dinámicas intersubjetivas? ¿Pueden los Estados o los gobiernos obligarnos a entrar al Metaverso para seguir siendo ciudadanos o participar en la praxis política? ¿Acaso no es el Metaverso una forma hedonista de escapar de nuestra angustiante realidad en búsqueda de mayores placeres o de evitación del dolor?