LA TRIBUNA DEL LECTOR Por sus obras los conoceréis
POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL GESTOR CULTURAL
En las últimas tres décadas, un momento significativo en la vida republicana de nuestro país ha sido la toma de juramento o promesa del nuevo o nueva Presidente de la Nación, cuya ceremonia de asunción al mando se realiza en el edificio del Congreso Nacional, actualmente con sede en Valparaíso.
En el denominado salón de honor, o sala de plenarias, con el escudo nacional de fondo, al menos el vigente hasta hoy en día, un ciudadano toma los destinos de la patria en sus manos. En lo personal, me parece un momento solemne, lleno de significancia y simbolismos. Hemos visto pasar ya a seis mandatarios para ocho periodos presidenciales, acompañados de altas autoridades nacionales y extranjeras.
El escudo en comento, es una extraordinaria pieza de arte. Confeccionada en mármol de Carrara, está hecha en un solo bloque de este noble material. Su autor, el escultor Francisco Javier Torres, con notoria influencia florentina (ciudad donde se perfeccionó), se dio ciertas licencias en la confección, sin embargo, el resultado es espléndido a todas luces. Luce imponente, sobrio, noble, como la patria misma. Es una de las tantas obras de arte que hay en el Congreso Nacional y, en buena hora, creadas por un artista local.
Recientemente, hemos visto cómo la Convención Constituyente ha aprobado el término del Senado de la República, al menos como lo conocemos hasta hoy y desde hace doscientos años. Sería reemplazado por una Cámara de Representaciones Regionales, eso claro, si se aprueba el domingo 4 de septiembre próximo el plebiscito de salida del Proceso Constituyente. El tiempo dirá.
Pero, aunque pareciera no tener relación, el término del Senado también podría significar un desmedro al arte y la cultura nacional y en nuestra ciudad, ello porque actualmente y por los mismos dos siglos, esta rama de uno de los poderes del estado, ha coleccionado y almacenado, una importante colección de obras de arte, tanto propias, como facilitadas en comodato.
Así las cosas, podemos encontrar pinturas de grandes maestros nacionales; esculturas de importantes artistas, grabados y fotografías de colecciones extraordinarias. Sin ir más lejos, recientemente se ha suscrito un convenio de comodato entre el Senado y el Museo del Grabado, que se materializa en la entrega de ochenta grabados de mujeres artistas, para ser exhibidos en espacios de circulación pública, dentro de la Cámara Alta. Desde Delia del Carril y Roser Bru, entre las más destacadas, como también maestras formadoras, como Isabel Cauas y Javiera Moreira, entre otras, estarán en la sede del Senado, por al menos dos años, para ser vistas y apreciadas.
Están vigentes hasta hoy comodatos con el Museo Nacional de Bellas Artes; con el Museo de la Solidaridad; con el de Arte Contemporáneo, y antes los hubo con el Baburizza y el Palacio Vergara. Para estos dos últimos museos, el Senado fue el mejor depósito que las obras de esos recintos pudieron encontrar, mientras sus edificios permanecían cerrados y sometidos a restauración. Además, el Senado en ambos casos ayudó con su conservación e hizo sendas exposiciones abiertas a todo público, para mostrar esas obras. Lo propio ha hecho desde su instalación en Valparaíso, abrirse a la comunidad, a través del arte y la cultura. Recordadas son las temporadas de exposiciones que se realizaban en el hall del salón de honor en la década del 90, por la Corporación de Arte, Cultura y Turismo, que en ese tiempo presidía Francisco Bartolucci, siendo diputado por la ciudad.
En el hall de la sala de sesiones, se pueden encontrar unas extraordinarias piezas escultóricas del premio nacional Samuel Román; lo mismo que nuestros artistas locales José Basso y Gonzalo Ilabaca, entre muchos otros. Una obra de gran calidad es "Taurinos", de Rafael Correa. Son más de 300 las obras que actualmente están dentro del senado, ello sin contar las que cada parlamentario pueda tener en sus propias oficinas, ya que esta suma que señalo, solo corresponde a obras en espacio de circulación de público y funcionarios.
El Senado ha sido un buen colaborador de la actividad cultural, ha encontrado en ella una oportunidad inmejorable de vincularse con la comunidad, y de acercar a la ciudadanía un edificio que parece tan lejano. La pregunta que me surge es qué pasará con todas esas obras. ¿Será, si es que se aprueba la propuesta de Constitución, la nueva Cámara Regional continuadora de la labor de extensión del Senado, se hará cargo de las obras y los comodatos (del personal? Doy por hecho que sí, no se podría entender otra cosa), espero sea así, y que en nuestra ciudad siga habiendo un importante lugar donde mostrar creación artística de todos los tiempos y de todos los autores, labor que tan bien ha llevado hasta hoy el actual Senado.
Veremos cómo sigue esta historia, que -al final de cuentas- es nuestra historia.