Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Servicios
  • Espectáculos

LA TRIBUNA DEL LECTOR Orgullosos de nuestra historia

POR GIANNI RIVERA FOO VICEPRESIDENTE NACIONAL PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO VICEPRESIDENTE NACIONAL PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO
E-mail Compartir

Pude leer con detención la última columna de opinión del señor Gonzalo Ibáñez, que este longevo y prestigioso Diario publicó este viernes 22 de abril, donde desata una feroz e injusta crítica al ex Presidente de la República don Patricio Aylwin Azócar, como también a todo el partido Demócrata Cristiano, acusándonos que nuestras bases ideológicas no están sustentadas en el humanismo cristiano ni en la Doctrina Social de la Iglesia.

Algo bueno debimos haber hecho para que el señor Ibáñez dedicara tiempo, y de seguro lo seguirá haciendo, en escribir columnas de opinión donde solo demuestra su ensañamiento contra la Democracia Cristiana y sus principales líderes.

En su rol de exégeta, don Gonzalo Ibáñez no solo viene a desatar su más profundo dolor por la Reforma Agraria, que significó una de las transformaciones más radicales en el mundo agrícola y rural chileno. Su principal objetivo fue establecer una forma de explotación de la tierra socialmente más justa, eficiente y moderna, por medio de un amplio marco legal que atravesó tres gobiernos del siglo XX, ley impulsada por el gobierno de la Democracia Cristiana en 1967, siendo uno de los pilares del programa de gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, quien mencionó que esta reforma era "la tierra para el que la trabaja". Además, contó con don Patricio Aylwin como presidente del Senado en su tramitación. Lo que esta ley buscaba era expropiar predios con más de 80 hectáreas de riego cultivable, otros de cualquier tamaño que se encontraran mal administradas productivamente y aquellos que estuvieran abandonados. A su vez, se consideró como causal de expropiación la injusticia social vivida por algunos campesinos, a quienes no se les aplicaban las leyes sociales que el Estado exigía.

Los predios expropiados eran convertidos en unidades de tierra económicamente sostenibles y eran entregados a las organizaciones campesinas para su aprovechamiento productivo. En resumen, la reforma agraria trajo dignidad al campesinado. Y es más, monseñor Manuel Camilo Vial llegó a decir que la reforma agraria era "una necesidad política y una obligación moral. En Chile, este proceso fue apoyado y acompañado, entre otros, por grandes pastores, como Manuel Larraín Errázuriz y el cardenal Raúl Silva Henríquez, y suscitó el compromiso de consagrados y laicos que veían en esas reformas sociales un camino necesario para lograr una mayor justicia social". Sobre esta gran reforma, que ha desatado toda la ira del exparlamentario Ibáñez, le recuerdo que esta transformación nació con la finalidad de elevar la calidad de vida de los hombres y mujeres rurales, ya que estaba inspirada en la encíclica Rerum novarum, del Papa León XIII.

En uno de sus pasajes de la columna de opinión del viernes pasado, el señor Ibáñez habló del "uso responsable de la libertad", argumento muy propio en él y en su concepción ideológica sobre la libertad del hombre, todo lo contrario a lo que pensaba el expresidente Aylwin y que se plasma en el mismo libro que se hace mención, "La Palabra Esencial", que editó y publicó la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, que recoge discursos inéditos de don Patricio Aylwin en su larga y productiva vida política. Es más, en la página 111 del libro aparece el discurso llamado "Por la Liberación del Hombre", con motivo de la asamblea de inauguración la Primera Convención Nacional del PDC. En este discurso el expresidente Aylwin Azócar llegó a decir: "La Liberación del hombre es nuestra tarea. He aquí, señores, la gran tarea de los hombres de este siglo: la liberación del hombre. Liberación de la miseria, mediante el desarrollo armónico de la economía de las naciones y una justa redistribución de la riqueza. Liberación de la tiranía, mediante la práctica de una efectiva democracia que garantice los derechos naturales del hombre y en la que todos participen del poder político. Liberación de la ignorancia, mediante la extensión al máximo de la enseñanza en todos los niveles, sin otros límites que la vocación y la capacidad de cada cual. Por esto lucha la Democracia Cristiana. Para esto llama a luchar a todos los hombres de buena voluntad. No les pide identidad en la fe religiosa, que es un don gratuito de Dios; les exige, en cambio, amor a la versad, vocación por la justicia, clara conciencia de la dignidad personal de hombre, vivo sentimiento de la hermandad humana y generosa entrega de sí mismos".

Aquel discurso fue pronunciado en 1957 por don Patricio, y como decía anteriormente, difiere meridianamente del señor Ibáñez.

Aunque me quedan muchas interrogantes frente a esta inusitada campaña en contra de nuestras ideas, a don Gonzalo Ibáñez le pregunto: ¿cuál será el verdadero motivo para perseguir y atacar a nuestras ideas? ¿Habrá sido la ya comentada reforma agraria; o la chilenización del cobre que permitió a la postre que Chile se convirtiera en dueño y explotador de nuestro principal mineral; o la intensa y jugada defensa por los derechos humanos en plena dictadura; o, a lo mejor, la decidida cruzada por la recuperación de la democracia? ¿Puede acaso ser la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación creada en 1990, para resolver los casos de las graves violaciones a los derechos humanos y del destino de cientos de desaparecidos? Todos estos hitos no contaron con la simpatía del abogado Ibáñez.

En el gobierno de Patricio Aylwin se logró volver a escoger a los alcaldes y concejales. Bajo el concepto de "crecimiento con equidad", el Gobierno de Patricio Aylwin tuvo un notable avance en el desarrollo económico-social de Chile, logrando una sustantiva disminución de la pobreza, cambiando el escenario de los 5 millones de pobres que exhibía el país. En promedio, el PIB creció 7,3% anual. La inflación se redujo desde el 27,3% en 1990 hasta el 8,9% en 1994; el desempleo bajó del 8,3% en que estaba el índice cuando comenzó la democracia, para caer a 5,5% en 1992 y subir al final del gobierno de Aylwin a 6,7%.

En 1990, el 41% de los chilenos vivía en situación de pobreza, es decir, más de 5 millones de chilenos estaban en esta situación. Este porcentaje se redujo a un 28% al final de su mandato. Se crearon instituciones sociales fundamentales para una mejor aplicación de las políticas públicas, tales como el Fosis (Fondo de Solidaridad e Inversión Social); Sernam (Servicio Nacional de la Mujer); Conadi (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena); Fonadis (Fondo Nacional de Discapacidad).

También es importante destacar la abnegada y delicada función que cumplió su señora, la ex Primera Dama, Sra. Leonor Oyarzún, como lo fueron la Fundación de la Familia, Prodemu (Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Mujer) y la Fundación Integra.

Patricio Aylwin, en su visita a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso el lunes 27 de mayo de 1991, dijo: "La Doctrina Social de la Iglesia ha sido una orientación fundamental para los católicos a lo largo del siglo. Ella ha contribuido a modelar muchos aspectos de la Europa de hoy, a través de organizaciones sindicales, empresariales y de partidos políticos. En Chile su influencia también ha sido profunda".

Finalmente, la Doctrina Social de la Iglesia es y seguirá siendo una potente fuente de inspiración para quienes creemos en el humanismo cristiano, y no podemos aceptar que algunos pretendan erigirse como los llamados a dividir nuestra sociedad entre buenos y malos. Nos sentimos orgullosos de nuestra historia, de nuestros líderes, y si molestamos a quienes se ubican en los extremos es porque hemos hecho algunas cosas bien.