Baúles, cristales y adornos: el reencuentro en la Feria de Antigüedades de la Plaza O'Higgins
VALPARAÍSO. Tras una ausencia de siete años, locatarios y compradores vuelven a deambular bajo los toldos verdes de la Feria "La Merced". Anticuarios han disfrutado, en el retorno, las noticias de viejos amigos y clientes que creían olvidados.
Una pieza de peltre del año 1856, de origen inglés, a la que le falta la tapa y tiene un sello de origen indistinguible en la parte inferior, es el objeto en disputa que sostiene una pareja frente a Edmundo Jiménez, un profesor de historia retirado, atrapado por el mundo de las antigüedades hace poco más de una década. Tras oír el precio, la pareja deposita el pesado ornamento de nuevo en la mesa, y se pierde entre el público que, fuera de las mascarillas, no se distingue del que era habitual siete años atrás.
La feria "La Merced" tuvo sus inicios en el año 1978 en la misma plaza, por el lado de la calle Rawson. En el 2012 fue declarada Patrimonio Inmaterial. En el 2014 fue trasladada hasta la Plaza Sotomayor. Hoy los anticuarios y libreros venden artículos de platería, numismática, filatelia, vinilos, cuadros, y artículos de colección; pero también pelean con las imitaciones y pasan rabias con los productos "vintage".
La Era sotomayor
"Por el asunto del cambio, porque estaban arreglando la plaza, muchas personas no sabían dónde estábamos para ir a vernos. La gente toda se conoce, es la misma. Los anticuarios, los compradores, son clientela antigua", relata la anticuaria Cecilia Guzmán, quien trabaja en la feria con su esposo, hija e hijo.
Tras diez años en el rubro, le regalaron un puesto y empezó a ofrecer piezas. "Al principio no me gustaba, pero después me ganó el corazón y ahora colecciono de todo". Mientras la pequeña corre por el pasto, el pequeño se entretiene con un videojuego. Cecilia Guzmán valora el retorno a la plaza O'Higgins. "En el otro lugar no podíamos traer a los niños porque se movía entero. Pasaban las micros... mi marido decía que si de repente había un accidente, un choque, podía afectar a los puestos... y ponía a los niños debajo de la mesa. Aquí hay seguridad".
El retorno a O'HIGGINS
"Uno se siente raro, pero es bonito. Porque te vas encontrando con varias personas que no veíamos hace rato, pensamos que algunas se habían...", dice Cecilia Guzmán, sin concluir, aludiendo a la edad y salud de algunos anticuarios y clientes. "Ha sido bueno. Está más limpio. No hay olor. Está más verdecito y viene harta gente. Tenemos el techo...quedó espectacular que nuestra clientela tenga donde estacionarse".
Carlos Montenegro recuerda el 6 de febrero de este año: "El día que retornamos trajimos nuestras mejores antigüedades, y claro, hemos tenido una excelente recepción. Nos esforzamos en traer lo mejor".
Óscar Balbontín coincide en que el retorno es un reencuentro. La conexión de Óscar con las antigüedades viene dada por su madre. "Desde chico estuve metido entre medio de los pianos, entre medio de los camiones antiguos... de chico fui puliéndome, tomando conocimiento, viviendo de esas cosas". Ahora Óscar se especializa en pinturas, pero tiene todo tipo de objetos a disposición de su fiel clientela.
Clientela antigua
Marisel Labarca camina junto a su hija por los puestos de la feria buscando pequeñas antigüedades de bronce para hacer un reloj desde cero. "Queremos hacer un regalo familiar así que estamos en busca de las piezas. Empezamos ahora porque es para diciembre. A ella (su hija) le gustan estas cosas". Cuando la feria estaba en Sotomayor Marisel y su hija no bajaban, pese a su gusto por las antigüedades.
La historia de René Godoy es un poco más extensa. Recuerda cuando en el centro de la plaza había un coliseo por el que se tiraba con su hermano, rasgando sus pantalones. "Eran lindos tiempos donde los niños podíamos salir a andar en bicicleta. Había que tener cuidado con el carro, las vías todavía están sepultadas bajo el cemento". René visitaba la plaza aun durante las reparaciones. "La echaba de menos. El lugar es éste". "En la casa de mis abuelos habían solo muebles antiguos", recuerda, estableciendo ahí su conexión con las antigüedades. René pasea viendo qué le llama la atención. Está pronto a cumplir 82 años, "eso se llama estar viejo", dice con humor.
Porvenir económico
En medio de la crisis económica nacional y mundial, el gremio de los anticuarios sobrevive. Edmundo Jiménez opina que "sigue llegando la gente que venía de Santiago a comprar. Hay una clientela histórica. Hay un mayor poder adquisitivo también. Pero esto es un pequeño mundo. Si la crisis sigue de esta manera, esto se va a poner malo".
"La echaba de menos. El lugar (de la feria) es éste. En la casa de mis abuelos había solo muebles antiguos".
René Godoy, Comprador
"Te vas encontrando con varias personas que no veíamos hace rato, pensamos que algunas se habían..."
Cecilia Guzmán, Anticuaria
Gastón Soublette, filósofo y escritor:
"No me interesa ninguna cosa moderna de aluminio o cromado. Me interesa un candado muy antiguo con su llave, una plancha con carbones, de eso me acuerdo todavía cuando la nana que me cuidaba a mí planchaba mi ropa con ese tipo de plancha. Esto es un retorno a lo que fue Chile en otro tiempo, donde las cosas se hacían con arte y con cariño. Y se nota. Por ejemplo todo lo de fierro enlozado blanco... tiene una estética. Es un retorno a la infancia también. Viña del Mar era un paraíso, y yo recuerdo ser muy feliz en ese paraíso. Estoy rodeado de cosas antiguas de las que se venden aquí".