Ascensores porteños, gestión y continuidad
El compromiso del ministro de Obras Públicas es que los elevadores, ahora renovados con alta inversión, no van a quedar a la deriva. El costo de los pasajes no puede ser muy elevado, considerando en general que los usuarios son personas de ingresos menores, por lo cual esos recursos no pueden financiar el sistema.
El compromiso del ministro de Obras Públicas Juan Carlos García es que los ascensores Concepción, Cordillera y Espíritu Santo estarán en servicio definitivamente a partir del 30 de agosto. Previamente se hará una marcha blanca para asegurar el funcionamiento de esos antiguos funiculares ahora renovados tras un largo proceso y elevada inversión pública.
En cuanto a la titularidad de los ascensores señaló que cinco son municipales y nueve del Gobierno Regional, los que están entregados en comodato a la Municipalidad hasta septiembre. Pero se trabaja, informó García, en el traspaso de esos nueve a la Municipalidad y en la definición de un plan de gestión de mediano y largo plazo.
El tema de la gestión resulta fundamental, materia que tiene varios alcances que, en último término, incide en el buen funcionamiento y continuidad del sistema.
Está en primer lugar la mantención técnica de los elevadores con personal calificado considerando que cada uno de ellos tiene características diferentes. Está, además, la cuestión del financiamiento. Es un hecho que el costo de los pasajes no puede ser muy elevado, considerando en general que los usuarios son personas de ingresos menores que residen en la parte alta de la ciudad. En consecuencia, esos ingresos no pueden financiar el sistema y tampoco se puede crear en torno a los ascensores una fronda burocrática que encarezca la operación convirtiendo a los funiculares en inocentes pagadores de servicios políticos.
Es posible establecer ingresos marginales explotando espacios comerciales en las estaciones y ubicación de publicidad, pero entrando a los fríos números, es posible que sea necesaria una inyección permanente de recursos públicos para mantener el sistema. Esto no sería una novedad, pues el transporte privado y el de explotación directa por Estado tienen un fuerte respaldo de recursos públicos.
No obstante, paralelamente a esa necesidad, la gestión exige una atención permanente sujeta a controles que aseguren el cumplimiento de metas a través del tiempo.
El ministro de Obras Públicas, que estudió Arquitectura en la Universidad Católica de Valparaíso, conoce perfectamente la ciudad y su desarrollo y sabe de su crecimiento en altura más arriba de la cota de los terminales superiores de los ascensores, lo que advierte sobre una competencia más flexible de otros medios de transporte y quizás una menor demanda de los tradicionales elevadores. Esa realidad debe ser asumida con realismo en el momento de analizar la gestión económica.
De cualquier modo, está el compromiso no solo del 30 de agosto -a días del Plebiscito de Salida-, sino que además el compromiso ministerial de no dejar el sistema a la deriva, lo que significa gestión que asegure la continuidad del sistema.