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LA PELOTA NO SE MANCHA

POR WINSTON POR WINSTON
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De Santa Cruz a París

Pareciera que son dos deportes distintos, pero no, es la misma actividad. Mismos fines y mismo instrumento: una pelota esférica de 16 oz. Se juega, además, en el mismo rectángulo de pasto que tiene de largo 100 y 110 metros y en promedio 75 de ancho. Los arcos son exactamente iguales 7,32 metros de ancho y 2,44 de alto. Once jugadores por lado, todos uniformados y tres árbitros que controlan el juego.

La distancia entre un estadio y otro es de cerca de 11.500 kilómetros y el tiempo entre un partido y otro es de menos de 24 horas. Sin embargo, lo que ocurre en un escenario y en otro estadio pareciera ser de dos mundos distintos, aunque, en parte, lo son.

Un partido se jugó en el estadio Joaquín Muñoz García de Santa Cruz, Chile, a las 18.00 del día sábado, frente a menos de 2 mil espectadores, entumidos por los casi 5 grados de temperatura, y por un juego cansino, que aburría hasta al más fanático.

El otro se jugó en París, en el Stade de France, a las 15.30 horas del día siguiente, frente a más de 80 mil espectadores en las gradas, incluidos el rey de España, Felipe VI, y el rey de la arcilla, Rafael Nadal. A ellos se sumaron millones de espectadores a través de la televisión.

Aunque el encuentro de Santa Cruz tuvo el doble de goles (2-0 vs. 1-0), la emoción de lo ocurrido en París nos lleva a cuestionarnos hasta dónde las actuales generaciones van a poder conectarse con el torneo local sin morir de tedio y frustración mucho antes.

Esto ya se ha estudiado. Los niños de hoy prefieren ser del Real Madrid, Liverpool, PSG o Chelsea. Los ven en HD en estadios hermosos, canchas que parecen mesas de billar con cámaras por todas partes y un ritmo de juego alucinador.

Lo de acá es todo penca, triste. Jugadores en mal estado físico (había un par de Santa Cruz que parecían venir de un asado), canchas con césped irregular, camisetas llenas de propaganda y hasta los carteles de publicidad de los fondos recordaban un tercer mundo que parecía lejano: "Pescadería El Delfín", "C inica Boza (al cartel le robaron la L), "Súper Patitas", etc.

Hay que empezar a preocuparse por cuidar el espectáculo y comenzar a exigir ciertos estándares a los partidos de fútbol del torneo local. No me refiero a incluir show de cantantes al inicio o mascotas bailando por sus equipos. Me refiero a profesionalizar la actividad. Lo que debería haber sucedido con la privatización del fútbol y la superación del amateurismo no aconteció. Por el contrario, desde que se firmaron los contratos de televisión, los equipos se despreocuparon de hacerse cargo de pensar en los partidos de fútbol como algo más que un encuentro deportivo. Hay que imaginarlo como un espectáculo que, si antes luchaba contra otras entretenciones como el cine, hoy tiene una dura pelea con su homónimo: el fútbol de Champions, Premier League o La Liga.

Si las cosas no cambian, más temprano que tarde los únicos que se quedarán viendo estos partidos seremos los viejos que ya no nos cambiamos de canal por la fuerza de la costumbre, porque no encontramos el control remoto o porque se nos olvida cuáles son los otros canales donde juegan los realmente buenos.