DEBATES & IDEAS ¿Existe realmente la posibilidad de "aprobar para reformar"?
POR JOSÉ GABRIEL ALEMPARTE MERY Y FRANCISCO ORREGO BAUZÁ, ABOGADOS
No cabe duda que la Constitución actual llegó a su fin, o a lo menos, desde el plebiscito de entrada en octubre de 2020, un 78% de los chilenos asintió en iniciar el proceso constituyente en su reemplazo. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces. Intolerancia, falta de diálogo, maximalismos y sencillamente un afán refundacional de un sector llevaron a definir una Constitución con un marcado sello identitario, la que dista con creces de un texto que unifique al país. Que hoy todas las encuestas demuestren que el Rechazo tiene una posibilidad seria de triunfar en septiembre demuestra que un gran número de chilenos fue defraudado o no se siente representado por la Convención.
¿Qué hacer? El Gobierno ha jugado al todo o nada. No avizora el escenario sobre qué ocurre de ganar el Rechazo el 4 de septiembre. De acuerdo a la actual Constitución, esta seguirá vigente, pero la apuesta a la ruleta rusa parece jugada. Ante la propuesta de "Rechazar para reformar", algunos partidos de la centroizquierda han intentado un mensaje levemente distinto: "Aprobar para reformar" o "Aprobar para mejorar".
¿Es posible que, en el escenario de ganar el Apruebo, el nuevo texto Constitucional se pueda modificar? Desde ya adelantamos que es altamente probable que ello sea muy complejo, sino imposible hasta 2026.
Durante unos cuarenta años, la izquierda y la centroizquierda dieron una batalla contra lo que denominaban los "cerrojos" de la Constitución de 1980: 2/3 y 3/5 de los senadores y diputados en ejercicio. El mejor momento para salvar el escollo fue la negociación entre el Presidente Lagos y la oposición para modificar profundamente la Constitución vigente en 2005.
Lo paradójico es que quienes se quejaban amargamente de los "cerrojos" de altos quorums durante años, los vuelven a aplicar al nuevo texto. Candados institucionales que como dijo -por pulsión subconsciente- el convencional Fernando Atria (uno de sus autores), "son para defender a la nueva Constitución de las instituciones que no tenían por qué serle fiel". En pocas palabras, se desconfía del actual Congreso (electo legítimamente por los chilenos con posterioridad a la instalación de la Convención Constituyente).
¿Qué se contempla? En simple, desde su entrada en vigencia, para que el actual Congreso pueda modificar en este mandato la nueva Constitución requiere de un quorum de 4/7 más su ratificación plebiscitaria (en casi todas las materias que "modifiquen sustancialmente el sistema político", formas de Estado, modificaciones a las Cámaras, derechos fundamentales, de la naturaleza, etc), o en su defecto, se puede prescindir del plebiscito ratificatorio si la reforma es aprobada por 2/3 de los integrantes. Amén de sumar la consulta, o de bien requerir el consentimiento de los pueblos originarios en aquellas materias (con esa amplitud) que afecten sus derechos.
En concreto, de triunfar el Apruebo, una reforma al nuevo texto será técnicamente imposible hasta 2026, por los altos quorums, interpretaciones sobre alcance de las materias de reforma y demás requisitos exigidos.
El aprobar para reformar se transforma en una quimera sin salida o un mero espejismo.
Por lo anterior, los senadores Matías Walker y Ximena Rincón han propuesto un camino de salida en caso de triunfar el Rechazo: rebajar ex ante el quorum del actual texto a 4/7 (de 2/3 y 3/5) y con ello permitir -en caso del triunfo del Rechazo- abrir un proceso constituyente (descartando una nueva Convención) que elabore un texto a partir de la tradición constitucional chilena reflejada en los textos de 1828 a 2005, esto es, buscar un continuo que permita reformar profundamente una Constitución moribunda, desde cimientos firmes, que incluso recojan algunas interesantes disposiciones del actual proceso constituyente.
Lo anterior requiere generosidad y un gran acuerdo político en el más amplio de los sentidos, y por cierto, el compromiso irrefutable de la centroderecha de impulsar los cambios y dar por terminada la Constitución de 1980.
De existir voluntad política, sólo así la propuesta de "Rechazar para reformar" puede ser una alternativa viable. De lo contrario, el día 5 de septiembre, sea cual sea el resultado, y más aún si es estrecho, el problema constitucional seguirá abierto.
Por estos días se discute intensamente una alternativa post plebiscito para dotar a Chile de una nueva Constitución. ¿Existe realmente la posibilidad de aprobar para reformar una nueva Constitución? Aquí algunas ideas para el debate.