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Adolescencia

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Vivimos tiempos complejos y de mucha desorientación en que nos internamos en campos inexplorados y al mismo tiempo descubrimos que muchos de estos están vacíos, es decir, que no hay nada y sin duda que es una situación dolorosa".

Darse pellizcos para saber si lo que se vive es real resulta ser una estrategia útil para los tiempos actuales, cada vez más sorprendentes y donde hace rato que muchos venimos sospechando que algo no está bien con la salud mental de nuestra sociedad, como si de pronto hubiéramos perdido el juicio y se nos hubiese olvidado quiénes somos, tal como ocurre con la adolescencia, cuando nos volvemos un poco locos hasta que volvemos a encontrar nuestro lugar en el mundo y dejamos de andar extraviados.

Recuerdo que en mi colegio tuve compañeros buenos para la cimarra y para enfermarse especialmente en temporada de exámenes. De hecho, no sé como lograron llegar a la adultez con tanto certificado médico y dolencias de toda clase. También había uno bueno para reírse cuando teníamos que estar serios y para interrumpir cuando había que guardar silencio. En fin. Cosas de niños, al igual que los juegos en el patio, las bravuconadas propias de la tribu y esas cosas tan lúdicas como caminar y saltar dos veces o dar vueltas sobre uno mismo.

Esa es la foto inocente de lo que fue mi infancia. Y lo que relato, el recuerdo de una época en que ninguno de los protagonistas superaba los ocho o diez años. Luego, cada quien se volvió adulto, olvidamos la violencia que se desencadenaba en el patio y con el tiempo supongo que maduramos. Y eso que debería funcionar para todos, ocurre que no es así.

Por el contrario, resulta impresionante observar la transformación de muchos adultos en verdaderos adolescentes como una moda que se propaga no sólo en los actos, sino también en el habla a través de ese gramaticidio del lenguaje inclusivo, verdadera cámara de torturas del pensamiento crítico.

Esto de conducirse como adolescente vale no sólo para esas hordas miméticas e irresponsables de saqueadores y vandalizadores, así como para los irresponsables que durante la noche transforman las calles en centro de carrete y se emborrachan en medio de gritos y ruido infernal sin importarles la vida de los demás ni acordarse de aquello de que mi libertad termina donde empieza la del otro.

También vale para dirigentes políticos y cierto puñado de activistas y militantes cincuentones que de pronto abandonaron la racionalidad para entregarse a los delirios más variados, banalizando, exculpando e incluso glorificando la violencia como método para obtener cambios sociales, sumándose a la moda de cambiar el lenguaje y abdicando de su responsabilidad de hacer respetar las normas de convivencia y de poner orden en la vida cotidiana.

Ni hablar de ese exhomo sapiens que deambula en la ciudad aturdido por una música estridente que resuena a toda hora y en todas partes, y funciona desorientado por el diluvio de información falaz que anega internet, hipnotizado por las redes sociales e infantilizado por tanto juego electrónico y fútbol para todos.

Dice al respecto el psicólogo Gonzalo Rojas-May Ortiz que "la sociedad chilena actual se comporta como 'adolescente' pues no era más que una capitanía pobre que de pronto logra un explosivo crecimiento. Sin embargo, a pesar de que los índices económicos mejoraron, ha dado paso a la peor ciudadanía en términos de formación cívica y política de los últimos 100 años".

Immanuel Kant escribió más lejanamente un ensayo donde señalaba que la Ilustración pretendía la salida de la humanidad de su autoculpable inmadurez. Sin embargo, no parece que Chile asista en estos momentos a una segunda Ilustración sino al revés, donde olvidando el dictado de la primera de intentar comprender e interpretar el mundo desde el refinamiento de la razón, se busca ahora hacerlo desde la locura de las emociones más primarias.

Y así han vuelto a desatarse hostilidades en medio de un clima falsificado y deshonesto que ha instalado ideas deformadas, jugando a revivir el pasado, reabriendo heridas y transformándolas en trincheras de generaciones que no tienen la más remota idea del horror que Chile ha vivido en otras épocas; generaciones que han dado rienda suelta a fantasías peligrosas al amparo de lo que la filósofa Lucy Oporto califica de "… un discurso exculpador por parte de quienes legitimaron de modo inaceptable la violencia, desrealizando el alcance de sus efectos a través de la victimización, infantilización e indiferenciación de sus agentes… "

Vivimos tiempos complejos y de mucha desorientación en que nos estamos internando en campos inexplorados y al mismo tiempo vamos descubriendo que muchos de estos están vacíos, es decir, que no hay nada y sin duda que es una situación dolorosa. Sin embargo, es necesario acostumbrarnos a estar bien con ello y a continuar viviendo perdidas las falsas ilusiones, perdidos los falsos engaños y las falsas esperanzas. Eso -creo yo- hace hoy un adulto y un auténtico rebelde.

Quiero por último insistir en la necesidad de compartir con los demás una dimensión gozosa en estos tiempos duros a través de la amistad, porque son los amigos que se encuentran en la crítica y en la miseria del mundo los que también deben encontrarse en la celebración del mundo. Y ello exige una opción madura y responsable por una vida verdadera que se compromete a cuidar el mundo en común y a los demás.

Esta es la verdadera resistencia a los poderes del mundo. El cuidado permanente de unos con otros y del lugar que compartimos para nuestra vida concreta. 2

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De Irina a zarina

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Para muchos de nosotros, un cargo impuesto por la fuerza de la costumbre y no por el mérito, resulta inaceptable en las democracias occidentales del siglo XXI y, por esto mismo, se juzga con mayor rigor cuando suceden torpezas como la de esta semana".

Luego de los acontecimientos ocurridos esta semana, uno lamenta que la energía y tiempo que se gasta en hacer chistes no se pueda capitalizar de alguna forma. Si así fuera, la creatividad de los chilenos pelearía palmo a palmo con los ingresos que genera el cobre. Pienso en esto a raíz de la huelga temporal de Codelco, pero sobre todo por la explosión de bromas generados a raíz del cambio de gabinete de "Primera Dama" a "Gabinete Irina Karamanos" que, finalmente, derivó en "Coordinación Sociocultural".

Si el sentido del humor pareciera ser un patrimonio nacional, no lo es en cambio el sentido común, quizás el menos común de los sentidos. Cuesta imaginar cuál fue el cálculo que hicieron la "primera dama", sus asesores y el propio presidente al hacer una transformación que, a todas luces, resultaba inapropiada en los tiempos que vivimos.

El principal pecado del presidente y de su pareja es haber traicionado los principios que declararon sobre esta institución cuando era candidato a La Moneda. Para muchos de nosotros, un cargo impuesto por la fuerza de la costumbre y no por el mérito, resulta inaceptable en las democracias occidentales del siglo XXI y, por esto mismo, se juzga con mayor rigor cuando suceden torpezas como la de esta semana.

El caso de Boric, por supuesto, no es una excepción. La historia reciente da cuenta de mujeres que por sus acciones imprudentes o inadecuadas para la época, terminaron provocando varios dolores de cabeza e incluso la caída de un imperio.

En Estados Unidos, donde esta institución sigue estando muy asentada, el rol de la esposa del mandatario, en un país que todavía no tiene una presidente mujer, resulta relevante al momento de una elección y puede constituirse en un arma de doble filo cuando ya ha sido electo.

Mientras Michelle Obama fue un puntal en la presidencia de su marido, destacando en actos públicos por su carisma, Melania fue la otra cara de la moneda. La relación con Donald Trump siempre fue tensa y los camarógrafos se esmeraban por captar esos fugaces instantes cuando ella evitaba un abrazo o se corría para no tener que dar la mano al excéntrico mandatario. La ex primera dama fue objeto de burlas por haber plagiado un discurso de su antecesora Michelle y por errores de protocolo.

Hillary Clinton, en tanto, fue criticada por no rebelarse y haber soportado estoicamente la humillación pública que sufrió por culpa de los apetitos sexuales de su marido en la mismísima Casa Blanca.

Más interesante es el caso de Nancy Reagan. En medio de la Guerra Fría que su marido intentaba ganar a la Unión Soviética, Nancy reconoció que muchas de las decisiones que tomaba, por ejemplo, para programar la agenda de su marido, las hacía después de haber consultado a un astrólogo. El anuncio de la reelección de Ronald se habría realizado a las 12:10 a.m. que coincidía con una óptima alineación planetaria.

En la misma época, pero al otro lado de la Cortina de Hierro, la siberiana Raísa Gorbachova, esposa del último jerarca soviético, Mijaíl Gorbachov, fue acusada porque habría sido sorprendida comprando en tiendas de lujo en su visita a Estados Unidos y, supuestamente, de haber pagado con tarjeta de crédito, símbolo demoniaco del consumo para un comunista en aquellos años.

En estas mismas gélidas tierras, encontramos quizás el caso más emblemático de lo que puede llegar a provocar una conducta inapropiada de parte de la esposa de un líder. Nos referimos a Alejandra Fiódorovna Romanova, emperatriz de Rusia y esposa del zar Nicolás II. Desesperada por la incapacidad de los médicos de la corte de curar la hemofilia que sufría su hijo Alekséi, recurrió al místico ruso Grigori Rasputín. El éxito del "monje loco" en la supervivencia del pequeño heredero al trono de Rusia le valió ganarse la confianza de los zares hasta llegar a ganar un rol importante en la toma de decisiones del imperio. Su participación en el gobierno y la confianza ciega que le tenía la emperatriz fueron claves en el desprestigio de un régimen que se caía a pedazos a raíz de la Gran Guerra. El esfuerzo de los zares por mantener a su hijo con vida se esfumó, no por culpa de la enfermedad que lo aquejaba, sino por la ejecución de toda la familia a manos de los bolcheviques.

Finalmente, aunque en el ajedrez el juego se resuelve cuando acaban con el rey, en general, la partida se decide antes, cuando cae la reina. Depende del presidente Boric y de sus asesores saber mover las piezas de la forma correcta para que ninguna de estas dos cosas ocurra.2

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