En un llamativo guiño al Mes Internacional de la Mujer, la plataforma Spotify estrenó en marzo de este año su iniciativa EQUAL (Igual), destinada a promover el desarrollo de la creación y performance femeninas en la industria musical.

Parte de ello ha podido verse en los últimos días en el tradicional Times Square de Nueva York, donde diversas artistas y cantantes han sido promocionadas en las pantallas gigantes de la que quizás sea la esquina más transitada de la ciudad que nunca duerme.

Así, como antes la argentina Soledad Pastorutti (la "Sole), las peruanas Wendy Sulca y Eva Ayllón o las gallegas de Bala, entre otros, ahora fue el turno de la porteñísima Pascuala Ilabaca, hija del pintor Gonzalo, y quien también se ha presentado por la Gran Manzana y otras ciudades de los Estados Unidos en los últimos días junto a su grupo Fauna en lo que ella ha llamado irónicamente el "Satanic Airbnb tour" con 24 fechas en ese país, Canadá y Europa (España, Portugal, Alemania y Francia), lo que -a todas luces- suena a una locura muy bien pensada y que calza a la perfección con el huayno "Por qué se fue la paloma", el último hit de adelanto de su EP "Lucero".

No es todo para Pascuala. También, y de forma espiritual si se quiere, participa de la llamativa muestra "Tatoo" que se exhibe desde el último viernes en el Palacio Baburizza, y en la cual muestra al mundo su tatuaje de una "loica cantando historias de cardos", como bien gusta definirlo.

Como si fuera poco, la cantante, compositora, acordeonista, pianista y tanto más se dio maña para formar parte de un video de distintos artistas, entre ellos Ana Tijoux, Roberto Márquez, Javiera Parra o Nano Stern, para llamar a votar Apruebo a la nueva Constitución en el plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre ("Para que la salud, vivienda y educación sean un derecho y no un privilegio", dice con convencimiento).

Pero el rocanrol y la música festiva no es exclusividad de Pascuala, por cuanto el concejal, arquitecto y exvocalista de Perro Alegre, Daniel "Danistar" Morales, se mandó la semana pasada flor de carrete en su departamento de la Plaza Aníbal Pinto junto a un grupo de amigotes encabezado por el ex Los Tres, Roberto "Titae" Lindl, el fotógrafo Pablo "Tigre" Ovalle, la presidenta de UniPyme, Gianina Figueroa, Eduardo López, Pepo Yin, Alfredo Silva, Alejandra y María Loreto Arias, en el cual dieron rienda suelta a su talento con una no tan improvisada tocata. ¿Habrá alegado Rodrigo Díaz Yubero por el escandalete que armaron?

Pascuala en Times Square y Danistar por los palos

Recientemente, la Corte Suprema Federal de los Estados Unidos anuló la decisión contenida en el caso Roe vs. Wade de 1973, donde el voto de mayoría (7:2) estimó que la Constitución de ese país protege la libertad de las mujeres embarazadas para abortar sin mayores restricciones estatales, generando en su época un intenso debate sobre si el aborto no solo debía ser despenalizado, sino derechamente legalizado por los estatutos internos de cada uno de los cincuenta Estados.

En su decisión del 24 de junio de 2022, la Corte Suprema, por 6 votos contra 3, declaró conforme con la Constitución una ley del Estado de Mississippi que prohíbe el aborto después de las quince semanas de gestación, incluso en caso de violación. Acto seguido, esta vez por una mayoría más estrecha (5:4), anuló el histórico precedente de Roe vs. Wade declarando que la décimo cuarta enmienda de la Constitución no contempla el aborto como un derecho humano, reenviando a cada uno de los Estados Federales la decisión de regular la interrupción del embarazo.

No es nuestro interés entrar en el debate moral sobre el aborto, sino ahondar en tres aspectos relevantes: a) ¿Existe un "derecho humano" al aborto?; b) En caso de existir, ¿debería ser protegido por la Constitución?; y c) ¿Hasta qué punto una decisión judicial supramayoritaria puede ser anulada por una mayoría más estrecha?

Respecto de la primera y segunda cuestión hay, desde luego, opiniones disímiles. Están los que piensan que el aborto no es un derecho humano, lo cual no implica necesariamente su criminalización o ilegalidad, puesto que una sociedad podría tolerarlo bajo ciertas circunstancias, pese a no considerarlo un "derecho" propiamente tal. Otros estiman que el aborto sí sería un derecho humano (formaría parte de los derechos reproductivos y sexuales) y puede tener un reconocimiento constitucional, o bien, solo legal.

La tercera pregunta plantea varios problemas interesantes. El primero es que nadie discute que una decisión judicial puede ser anulada por otro fallo posterior. Así funciona la regla del stare decisis en los países anglosajones. La dificultad surge porque, siendo los derechos humanos una conquista histórica, en principio no resultaría legítimo un retroceso, pese a que existen buenas razones para defender lo contrario.

El segundo aspecto es el de las llamadas "supermayorías" en tribunales colegiados. Uno de los pocos autores que han estudiado este asunto es el filósofo neozelandés Jeremy Waldron, quien sostiene que, cuando están en juego derechos fundamentales, la nueva decisión debería ser adoptada por una supermayoría o, al menos, el mismo número de jueces que se inclinaron por la posición original.

Hasta ahora hemos asumido de manera acrítica que la regla democrática de la mayoría simple es válida para las decisiones judiciales. Quizás ha llegado la hora de replantearse este asunto. Después de todo, 5 es más que 4, pero menos que 7.