Para acelerar la expansión portuaria
Varios expertos aseguran que el país perdió su histórica competitividad en comercio exterior por el atraso en los proyectos pendientes, como el T2.
Casi un 30% de avance tienen los trabajos de construcción en el Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, en Perú. Ubicado al norte de Lima, este megapuerto busca transformarse en el HUB logístico más importante de la cuenca Pacífico Sur, capaz de hegemonizar las relaciones comerciales entre Sudamérica y China, país con el cual Perú tiene una relación especial, llena de lazos históricos, acuerdos de libre comercio e intercambio de tecnología. La firma que construye el terminal -con 10 muelles destinados a recibir buques de hasta 18 mil Teus- fue adquirida en un 60% por la empresa china Cosco Shipping Ports, una de las gigantes asiáticas en el rubro, con sede en Hong Kong y recursos suficientes para sustentar una inversión de US$ 3 mil millones de dólares. Chancay es una de las razones por las cuales el exconsultor de la Cepal Felipe Ulloa y el director ejecutivo del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), Carlos Cruz, afirman que Chile perdió su histórica competitividad en las lides del comercio internacional. El atraso en los proyectos de infraestructura portuaria -entre ellos el Terminal 2, en Valparaíso- hacen difícil que nuestro país pueda volver al sitial de avanzada del que gozó por más de cuarenta años, cuando el desarrollo del comercio exterior se vivía como un imperativo país, detrás del cual se alineaban los esfuerzos del Estado y las empresas privadas, en un trabajo que permitió la modernización de nuestra capacidad logística y, enseguida, el fortalecimiento de las relaciones comerciales con países de todo el orbe.
¿Es posible revertir esta situación? ¿Existe alguna oportunidad real de retomar el ritmo de modernización portuaria para responder a las crecientes necesidades del comercio exterior? Nos gustaría que el escenario fuera más favorable -algunos expertos en el tema advierten que el cambio de liderazgo hacia otros países del Pacífico es irreversible-, pero si acaso existe alguna oportunidad, ésta se sitúa en una ventana muy estrecha de tiempo y tanto Valparaíso como San Antonio -sus autoridades, comunidades, empresas y asociaciones vinculadas al ámbito marítimo portuario- deben acelerar el tranco en sus proyectos de expansión. Como es una tarea de largo plazo, es importante que dichos procesos no sufran una distracción excesiva en las contingencias nacionales o locales y las instancias creadas para viabilizar los distintos proyectos en curso deben hacer todo lo posible por acercar los plazos máximos dispuestos para la materialización de las iniciativas. Las palabras de Franco Gandolfo, gerente general de la Empresa Puerto Valparaíso (EPV), y de Luis Knaak, gerente general de la Empresa Puerto San Antonio (EPSA), dan luces del compromiso suscrito para alcanzar esos objetivos con el T2 y el PGE, respectivamente, aunque ambos son conscientes de las dificultades que sus iniciativas tendrán en el futuro. Por ello, las nuevas señales, esas que levanten esperanzas sobre las posibilidades para cerrar brechas con Chancay, deben venir de las comunidades ubicadas en el entorno de los proyectos, que suelen oponerse a las megaintervenciones del crecimiento portuario por el impacto que tienen en sus barrios, y luego del Gobierno, que por una vez debe mostrar capacidad articuladora para conciliar los distintos intereses presentes en este tema.