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IDEAS & DEBATES

POR JORGE SHARP, ALCALDE DE VALPARAÍSO
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"En Valparaíso debemos asumir que la relación ciudad-puerto no puede ser limitada a un hecho urbanístico, es decir, al diseño o lugar específico donde se construya y ubique la infraestructura portuaria, sino más bien a un modelo de entendimiento, articulación y cooperación".


Si no es ahora, ¿cuándo?

Si no es ahora, ¿cuándo? Es la pregunta que nos hacemos hoy en la Alcaldía Ciudadana en materia de la relación puerto-ciudad.

El reciente fallo del tribunal ambiental que cuestiona la resolución de calificación ambiental del proyecto de expansión portuaria T2 abre una ventana para poner fin a la tensa relación entre el Puerto y la Ciudad que se extiende por dos largas décadas. Desde la mirada de la ciudad, constituye una oportunidad que no podemos desaprovechar.

En estos años hemos tenido de todo: desinterés de parte del Estado y los sucesivos gobiernos por tomarse en serio en Valparaíso la actividad marítimo-portuaria lo que se expresa en el bajo nivel de inversión pública y nulos incentivos a apoyar la inversión privada en los distintos niveles de la cadena logística; porfía de la Empresa Portuaria de realizar una política portuaria a pesar de la ciudad, es decir, sin considerar su voz y desarrollo; renuncia de sucesivas administraciones municipales a canalizar la participación de la comunidad en la planificación de la ciudad y el borde costero; desacople de la actividad portuaria con el resto de las vocaciones de la ciudad: patrimonial, turística, comercial y universitaria y viceversa; bajo nivel de compromiso y conciencia ambiental en el desarrollo de proyectos en el borde costero.

Desde nuestra perspectiva, este estado de cosas es consecuencia del llamado "proceso de modernización de la actividad portuaria" realizado por los gobiernos de la concertación a fines de los años 90, a través de la ley 19.542, que en los hechos privó al Estado de toda su capacidad de liderazgo en torno a al desarrollo portuario, la actividad marítima-portuaria y control del borde costero.

Todo eso fue fines del siglo XX. Pero hay razones para estar expectantes y optimistas. Los tiempos de cambio que corren nos demandan una nueva mirada. En el Valparaíso del siglo XXI el puerto seguirá siendo la actividad industrial fundamental, siempre y cuando el desarrollo portuario y los proyectos de expansión portuaria signifiquen también el crecimiento y desarrollo inequívoco y armónico de la ciudad. Debemos ser un conjunto.

Para lo anterior, en Valparaíso debemos asumir que la relación ciudad-puerto no puede ser limitada a un hecho urbanístico, es decir, al diseño o lugar específico donde se construya y ubique la infraestructura portuaria, sino más bien a un modelo de entendimiento, articulación y cooperación duradera que haga que el puerto y la actividad marítima portuaria esté alineada con los objetivos de desarrollo económico y social de nuestro territorio.

De esta forma, no sólo se trata de acordar las ubicaciones menos invasivas para la ciudad, sino las acciones, proyectos, inversiones, flujos que permitan la consolidación del turismo como actividad clave, a partir de la construcción de un muelle exclusivo para cruceros; que propicien los encadenamientos productivos vinculados al comercio local que son fuentes de empleos estables; que genere la colaboración con la rehabilitación y puesta en valor de nuestro patrimonio a partir del trabajo que realizará la Corporación de Patrimonio; que contribuyan al desarrollo de política públicas locales que nos permitan rehabilitar sectores del plan y borde costero de la ciudad; o que colaboren con el desarrollo de políticas sociales urgentes como lo es la vivienda.

Dicho de otra forma, de lo que se trata es cómo articulamos las capacidades de nuestro territorio para poner fin a la pobreza y el abandono y elevar los niveles de bienestar en las familias porteñas.

Decía que hay razones para ser optimistas: hoy contamos con nuevo gobierno; con una nueva administración de la Empresa Portuaria que ha mostrado apertura para estas agendas; contamos con autoridades regionales, electas y no electas democráticamente, comprometidas con una nueva mirada de desarrollo; contamos con un Plan de Desarrollo Comunal a través del cual Valparaíso fijó su derrotero en los próximos años; contamos con organizaciones sociales, económicas y sindicales con voz y posición; y de mediar un resultado electoral, desde el 4 de septiembre contaremos con una Nueva Constitución que nos entregará un marco de posibilidades muy distinto al que tenemos hoy.

El reconocimiento al Estado Regional y la comuna autónoma; la protección de los ecosistemas y los derechos de la naturaleza; la consagración de una serie de derechos políticos que permitirán el protagonismo de los territorios; o los nuevos principios para la actualización de la política nacional portuaria establecidos en el artículo 186 de la propuesta constitucional, constituyente un marco jurídico constitucional de apertura a una nueva fase de desarrollo.

El futuro es hoy, construyamos el acuerdo que requiere Valparaíso.