
Reúnen los versos del vecino que incineró su poesía
"Vecino" (Lumen) es el compendio de los versos de Alfonso Alcalde, uno de los excéntricos de nuestra literatura.
"Vecino" es el título de la antología que condensa la poesía de Alfonso Alcalde (1921-1992), un escritor fuera de serie que fue contrabandista de cadáveres y caballos, cuidador de plazas y cebras, ayudante de la mujer goma (en un circo) y colaborador del tragafuegos y el payaso. Su vida entera es un libro y Tomé, su galaxia. Vecino -por otra parte- es una palabra, un apelativo que aparece con frecuencia en estos poemas. Es un giro que remarca su aire de textos conversados, de poesía como diálogo con el otro, con el que está tan lejos y tan cerca. El editor literario Vicente Undurraga lo explica así: "Alcalde mismo es un poeta-vecino: cercano y generoso al tiempo que sabe mantener con los hechos y los seres que observa la distancia que todo buen vecino sabe guardar. Me pareció que al ser un título inusual (inusual para una antología poética) podría ayudar a dar cuenta de su singularidad, su irrepetibilidad ".
Alfonso Alcalde cultivó varios géneros literarios: el cuento (por lo que le inventaron la etiqueta de surrealismo popular, por la extracción social de sus personajes y la fantasía de sus chascarros); el teatro (que llegó a ser montado por las compañías ICTUS y Gran Circo Teatro, dirigida por Andrés Pérez), la no ficción (donde escribió sobre las picadas chilenas, el trabajo minero, los rugbistas uruguayos que sobrevivieron a su caída en la cordillera y sobre los psicópatas de Viña del Mar, entro otros temas). Incluso, tras bambalinas, se encargó de la autobiografía de Don Francisco (Mario Kreutzberger). Pero fue la poesía su más intensa práctica desde su primer libro: "Balada para una ciudad muerta" (1947).
"Creo que era su vocación de fondo (por no decir principal); su poesía sintetiza toda esa energía creativa, su imaginación inmensa y su personalísima mezcla de delicadeza y desenfado. 'De agonía y dicha'", dice Undurraga en el prólogo.
"Los personajes que tan bien perfilaba, los episodios que tan inolvidablemente construía, los tonos e imágenes que combinaba, todo eso que su obra en prosa desarrolla y amplía, está en su poesía contenido de manera ejemplar", asegura el editor de Lumen.
NERUDA, adiós al PADRINO
"Balada para una ciudad muerta", el primer libro de Alcalde, fue presentado por Pablo Neruda con ilustraciones de Julio Escámez en su versión original.
Neruda recibía grandes cantidades de poesía de aspirantes en cada ciudad que visitaba y se deslumbró por los versos de Alcalde, al punto de rastrearlo por Concepción hasta hallarlo en un hotel de mala muerte. Después de eso, le consiguió editor y trabajo en Santiago.
Todo esto fue celebrado por Alfonso Alcalde quemando en una pira su debut durante una tomatera con sus amigos.
Para Undurraga, quemar su poesía fue "una decisión, un acto de lucidez literaria, tomar distancia de un primer posible éxito (más o menos asegurado por el patrocinio de Neruda) para retroceder y emprender una búsqueda radical que terminaría por llevar a un modo poético absolutamente personal, distinguible, que fue lo que logró con 'El panorama ante nosotros' y lo que siguió".
Y añade: "Es decir, fue un acto de claridad y atrevimiento que supuso apostar por una poesía que abriera algo nuevo en vez de una que repitiera, muy bien por lo demás, algo ya existente. Se alejó del acomodo antes de siquiera tomar asiento".
Esa influencia nerudiana fue reconocida en su debut por críticos como Ignacio Valente, quien comentó "su alto sentimiento trágico de la vida, y una hechura formal de gran poder".
"Quien quema un libro es un bruto", le dijo Neruda a Alcalde. La frase la repitió Alcalde en una entrevista concedida al influyente crítico uruguayo Ángel Rama. Uno más de sus devotos, como lo fueron también Carlos Droguett, Pablo de Rokha, José Donoso y José Miguel Varas.
14 kilos
"El panorama ante nosotros" es el gran proyecto que desarrolló en los años Sesenta Alcalde. El manuscrito llegó a tener más de 1.379 páginas, que acomodó en las 351 de la primera edición.
Comienza así: "Hoy le pedí prestado/ el sol a mis vecinos/ Una pobre hebra de luz / -les dije- / algo para andar sobre la tierra". Incluso su lápida en el cementerio de Tomé, caleta en la que decidió terminar su vida por su propia mano, imita la portada de aquel poemario.
En "Vecino", prácticamente la mitad de la antología pertenece al volumen, que llegó a pesar, como manuscrito, 14 kilos.
Undurraga explica su preferencia: "Lo primero es el propósito de darle realce a ese que es un libro mayor de la poesía chilena. Segundo, considerando su extensión y la importancia que Alcalde mismo le dio, me pareció lógico abrir la antología con ese libro y darle más de la mitad de las páginas del volumen".
En "Vecino" -continúa el editor- aparecen todas las derivas de la escritura poética de Alcalde. "Hay poemas escuetos y expansivos, narrativos y líricos, dramáticos y festivos. Hay poemas sobre la muerte y sobre el amor, sobre los trabajos y los placeres, los dolores y las alegrías. Todo está ahí".
Epílogo
Un momento especial de "Vecino" está en su epílogo, que reproduce una conferencia de Alcalde dada en 1969.
Para Undurraga, el texto final "muestra lo imbricados que estaban en su caso la vida, el entorno y la escritura. El enlace absoluto que hay entre sus versos y las penurias y las risas de su día a día y del mundo que habitaba".
Alcalde asegura en su conferencia que "poesía y vida es una sola prisión sin escape y con su correspondiente prontuario. En este aspecto no hay vuelta que darle".
En otro texto autobiográfico, escribió: "La poesía no muere, sólo duerme". Afortunadamente cerca de nosotros esta vez, como un vecino más.
Alfonso alcalde nació en punta arenas y murió en tomé. Escribió más de treinta libros de diversos géneros literarios.
Por Cristóbal Gaete
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