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POR GONZALO COWLEY

DEBATES & IDEAS Distinguir

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Separar para unir. Parecido a discernir. Revisar los elementos para tomar una decisión.

Estamos en un momento importante de nuestra historia republicana. Debemos tomar una decisión, la cual ya tiene incluida la tensión propia de alternativas binarias que polarizan. Qué duda cabe de ello, no son aceptables los matices, pues hay que optar y serán los menos quienes no expresarán opción, y conforme a los estudios de opinión y las proyecciones que hacen medios de comunicación, agencias especializadas y uno que otro influencer que da vuelta en TV, radio o redes sociales. Aquello tendrá un tinte ideológico conforme a nuestras opciones habituales en la preferencia de un gobierno u otro, o bien, de aquellos énfasis que hacen camino al andar de acuerdo a la particular visión de cada persona que se enfrenta a decisiones complejas. Es nuestra libertad la que se vuelve interrogada y aquello es una saludable muestra de lo vital que es la vida en comunidad, aún en la complejidad.

¿Existe alguna duda que la sociedad nuestra quiere avanzar? O bien, ¿puede existir alguna idea peregrina que nos indique que estamos frente a una definición fatalista por la opción A o B, sabedores de las implicancias que impactan una u otra opción? No es fácil, por supuesto. Nadie dijo que sería fácil. No fue simple en 1988 para muchos compatriotas, y no será simple hoy.

Nos queda el diálogo con los propios. Nuestra familia, las amistades, aquellos que son puntos referenciales y, lo más importante, la conversación con nuestra conciencia, aquella vicaria del mensaje de fondo que nos invita a realizar un examen profundo de nuestra decisión, que es lo que mínimamente pedimos a quienes son ciudadanos y ciudadanas de una república que se precie de tal.

Somos depositarios de nuestro único emblema en momentos de intensidad política como es ésta que es ahora. Un momento culmine de un proceso que seguirá adelante a pesar de cualquier resultado que nos entregue una de las pocas instituciones de las que podemos sentir orgullo profundo, no solo para Chile, sino también para el mundo, como es el Servel. Ejemplo de eficiencia y eficacia en un ejercicio colaborativo de la ciudadanía de un país y de decenas de miles de voluntarios que han puesto sus voluntades cívicas y también de sus opciones políticas en favor de una sustentabilidad social y política que da viabilidad a una democracia sana.

Porque una democracia sana respeta lo que lo que la voz de las grandes mayorías decide aunque le duela a una parte de ella. Lo fundamental, en cuanto a lo que estamos hablando, es que nunca nos volvamos indiferentes a ello, porque para bien o para o para mal, de acuerdo a nuestras propias y legítimas opciones, es lo que nuestra comunidad decide frente a nuestro futuro, al futuro común de la república.

Estamos frente a un tiempo crucial. No debemos rendirnos a soluciones simples. Debemos ser rigurosos, constantes en nuestra definición, no alimentar malos deseos y en particular, ser consistentes en lo que deseamos, en lo que estamos convencidos y en lo que discrepamos. Si se hace en buena ley, siempre tendrá un espacio para avanzar, porque lo que necesitamos hoy, es avanzar, sin descuidar nuestro espíritu crítico y nuestra vocación por hacer de los desafíos un aviso fundamental de nuestros propósitos, que es sino distinguir para unir. Que cada uno y una defina en libertad para una mejor democracia el mejor lugar para vivir en comunidad.