Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Cartelera y Tv
  • Servicios
  • Espectáculos
ENTREVISTA. Joaquín Trujillo, abogado, escritor, académico e investigador del CEP:

"La hoja en blanco es lo peor, la mejor opción es partir desde la Constitución de 1925"

E-mail Compartir

Mauricio Ávila Cárdenas

Tras el fracaso estruendoso del proceso constituyente en el plebiscito del 4 de septiembre, la actividad de la clase política está en un punto álgido. Con las cifras en la mano y una especie de mesa de diálogo instalada, los líderes de los partidos tratan de encontrar puntos de acuerdo para definir qué camino debe recorrer el país de ahora en adelante.

El abogado investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) Joaquín Trujillo cree que es un error volver a invitar a la ciudadanía a definirse ante una decisión binaria, como lo fue el plebiscito recién pasado y propone que el punto de partida debiera ser la Constitución de 1925.

- ¿Ganó el Rechazo o perdió el Apruebo?

- Jurídicamente ganó el Rechazo, pero, políticamente hablando, sucedió que en el intertanto el Rechazo quedó embarazado del Apruebo, pues los representantes del primero concedieron muchos puntos a los del segundo.

- ¿Cuáles son esos puntos?

- Varios. Entre los más importantes, el fin de lo que se conoce como principio de subsidiaridad, que está en el núcleo del orden público económico, aunque se ha debatido si está realmente consagrado en la Constitución actualmente vigente. De ahí, también, la propuesta de una serie de derechos que exigen un papel muy preponderante del Estado. Pero, principalmente, el que una parte grande de los rechacistas argumentaron que votarían Rechazo para continuar con el proceso constitucional y, como la votación es binaria, no puede deducirse del resultado qué parte del Rechazo quiere cerrar el proceso, y cuál quiere mantenerlo abierto. Típico de malas soluciones en que prima el todo o nada.

- Varios convencionales han salido a dar explicaciones de lo ocurrido y se han arrepentido de algunas cosas que hicieron. ¿Cuán determinante fue en la votación el día a día de la Convención Constitucional?

- El día a día fue clave. La gente seguía una especie de reality Show del que finalmente fueron eliminados el total de sus participantes. Con todo, no me parece correcto transformarlos en un chivo expiatorio. Responsables fuimos quienes votamos por ellos y quienes diseñaron el sistema para elegirlos, también representantes electos por nosotros.

-¿Cuál debiera ser el punto de partida de un nuevo texto constitucional?

- Desde 2016 vengo diciendo, junto a intelectuales mejor preparados que yo, que la mejor opción es partir desde la Constitución de 1925. Personalmente, no tengo mayor cariño por esa Constitución. No fue elaborada en un proceso realmente democrático y ella acompañó la destrucción en Chile del derecho de propiedad, que tuvo consecuencias desastrosas en todo el sistema jurídico y la convivencia pacífica. Pero es innegable que ayudó notablemente a la modernización de Chile en el siglo XX, y lo que es más importante para estos efectos, fue la última que todos, o la enorme mayoría de los chilenos, reconocían como tal, como "La" Constitución, de todos y de ninguno. De ahí su capacidad simbólica de tranquilizar los ánimos encendidos de lado y lado. Es una manera de dejarlos a todos descontentos, y a la vez, contentos del descontento de los adversarios.

- ¿Y cuáles son los aspectos positivos de la del 25, además de su reconocimiento transversal?

- Básicamente, es una Constitución afín a la socialdemocracia, que establece claramente los elementos tradicionales de un Estado de Derecho, que era fácil de reformar, y que tuvo varias reformas. Incluye, además, en su versión tardía, un tipo de Tribunal Constitucional, aunque con atribuciones menos invasivas que la de 1980 (o 2005, si se quiere). Obviamente, cuando pensamos en ella, su texto no es más que un pie forzado que debe ser reescrito hasta lograr, por medio de los quórum, un texto más acorde a los ideales actuales de la República de Chile.

- ¿Debería rescatarse algo del texto rechazado o es mejor la hoja en blanco?

- La hoja en blanco es lo peor. Es una superstición del siglo XVIII, desmentida por el desarrollo de la sociología y la psicología a partir del siglo XIX que estudió procesos políticos y anímicos refundacionales (no hay blanco puro). Eso, sin embargo, no quiere decir que sea buena idea tomar como pie forzado el texto rechazado. Creo que sería un poco impresentable descarbonizar y rellenar esa masa que acaba de salir quemada del horno. Con todo, nuestra falta de imaginación es a veces tan patológica que seguramente repetiremos mucho del texto rechazado en el del nuevo proyecto, de ahí que no hará falta basarse en ese borrador. Hay muchas cosas valiosas en nuestras obsesiones como país que repetiremos antes, después y durante.

- ¿Debiera instalarse previamente un mecanismo para enmendar el rumbo, en caso de que las cosas se complejicen?

- Si no malinterpreto la pregunta, creo que el mejor mecanismo para paliar cualquier locura es poner siempre al final del túnel un plebiscito de salida, con voto obligatorio. También puede ocurrir que la mayoría del pueblo se equivoque, el pueblo no es infalible, pues, como dijo Karl Popper, no es cierto que la voz del pueblo sea la voz de Dios. Pero, si ocurriera eso, el problema sería mucho más profundo que esta Constitución o aquella.

- ¿Y debiera dejarse abierta la posibilidad de un tercer intento? ¿O este debiera ser definitivo (ya sea para tener una nueva Carta Magna o tal vez para modificar la existente)?

- La existente se puede modificar siempre, máxime ahora con el quórum de 4/7, menos exigente que el anterior. ¿Si debería quedar el espacio para un tercer intento? No tengo idea, supongo que sí, pero eso tendrá que ser decidido por el Congreso, cuya facultad para dirigir estas cuestiones no se agota nunca, o bien con nuevos plebiscitos de entrada. Es algo que no soy capaz de proyectar.

Para Joaquín Trujillo, el nuevo proceso constitucional debiera ser conducido "por definición" por el congreso.

"Cuidado con los expertos. No pocos de los expertos en derecho constitucional que hubo en la Convención parecen haber olvidado el consejo tácito que subyace al artículo 19 del Código Civil de Andrés Bello, que recomienda al legislador redactar leyes muy claras".