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-Que ya arrastraban un rezago grande.

-Claro, y que se va a amplificar. Esto nos llama doblemente a la acción. Hay que hacer de esto una prioridad país y que no se trate de izquierda o derecha. Se trata de decir "acá tenemos un verdadero terremoto", porque estos aprendizajes si no se recuperan tienen un daño irreparable y permanente. Uno piensa, "un año, qué tanto, es poco". Pero toda la evidencia que tenemos es que este año perdido tiene consecuencias súper gravosas para el futuro. Desde el punto de vista netamente económico no recuperar ese año perdido significa que esas cohortes en el futuro van a tener una caída de ingresos de forma permanente en torno al 8 o 10 por ciento. Eso es grande. En términos de menor crecimiento económico para el país, hice el cálculo y estamos hablando de 0,15% anual de menor crecimiento para siempre. Si usted quiere ponerlo en plata, de toda la sumatoria de estos menores PIB futuros estamos hablando de más de 300 mil millones de dólares. Eso justifica cualquier intervención grande.

-Pero el problema no es sólo económico, me imagino.

-La razón principal es un tema de justicia, ético. Acá lo que está en juego es el futuro, las oportunidades y la libertad de millones de chicos y de chicas. Entonces, ¿cómo esto no podría ser o tendría que ser la primera prioridad nacional? Es el llamado que yo he hecho y lo que le planteé al ministro y no veo que esto esté siendo la primera prioridad nacional. En Estados Unidos, país que tuvo sus escuelas cerradas más o menos parecido a Chile, el presidente Biden puso esto en el centro y aumentó el presupuesto de educación de forma extraordinaria en un plan de emergencia en 17%. O sea, llevado a la escala en Chile, significaría que estaríamos hablando de 1.600 millones de dólares de una sola vez. Sería un fondo de emergencia para poder atender esta urgencia con el único objetivo de cerrar brechas de aprendizaje y también de apoyar socioemocionalmente, porque acá la desconexión social y el daño es muy grande, pero esto no es solo lucas. Otro de los puntos que le dije al ministro es que las lucas son una condición necesaria, pero no suficiente. Acá lo que se requiere es un plan robusto, ambicioso, a la altura, donde la primera estación de este plan tiene que ser tener instrumentos de medición para saber de cuánto es la fiebre. Y la fiebre es distinta en regiones, es distinta si hablamos de niveles rurales o urbanos, es distinta en términos de la vulnerabilidad de los alumnos, es distinta respecto de grupos etarios. El daño es distinto en un alumno de segundo medio que un chico de kínder. Esto es un esfuerzo grande que involucra a la comunidad toda. Esto tiene que ser pensado en grande y aquí la pregunta última como país, como gobierno, es: ¿se le va a dar prioridad a este tema? Es muy legítimo decir que no. Yo no comparto eso, pero si decimos que no, que este terremoto no es una prioridad nacional, bueno, hagámonos responsables en unos años más cuando tengamos un desastre educacional, cuando tengamos una fábrica de overoles blancos producto de la frustración de que las autoridades o el país no se hicieron cargo de arreglar esto tan evidente.

-¿Y cómo se hace?

-Hay varias experiencias en la materia, porque esto ha sido un daño grande en varios países. Ahora, cuando uno mira los países europeos, allí sí que se cumplió la máxima de que los colegios son los últimos en cerrar y los primeros en abrir. Basta ver la estadística, los datos de la Unesco, para entender que en Chile cerramos demasiado tiempo. Pero eso ya fue, ya cerramos, ahora hay que recuperar. En Estados Unidos, donde hay recursos, hay un plan, hay una red de tutorías para apoyar. La iniciativa que uno recoge al revisar la experiencia internacional tiene varios elementos en común. En primer lugar, hay esfuerzos por ampliar la jornada, cambiar currículums, de forma tal de recuperar los aprendizajes básicos que se perdieron, pero todo esto previo a haber medido. En segundo término, hay iniciativas para atraer alumnos que han desertado que tienen baja asistencia y que es un problema que tenemos en Chile también. (Se puede hacer) con distintas iniciativas que van desde bajar los costos del transporte, mejorar los apoyos alimenticios, de forma tal que los padres tengan mayor preocupación o más incentivos para mandar a los chicos al colegio. Toda una campaña de concientización de los daños que implica no hacer esto. Hay una batería de herramientas y, por último, en casos como Inglaterra han designado autoridades a cargo de este plan de emergencia. Igual que ocurre con cualquier emergencia, hay un responsable claro, un plan nítido. En Chile no la estamos realmente abordando a la altura del desafío y nos va a costar carísimo. Nos vamos a arrepentir por mucho tiempo si no nos ponemos al día con esto.

-La gran duda es si el mundo político está disponible para hacer acuerdos. Ya se habla de una acusación constitucional contra el ministro Ávila.

-Yo separaría los planos. Creo que en la educación como en la delincuencia son áreas fecundas para que exista un acuerdo político. Yo creo que sí, porque la delincuencia es la principal preocupación ciudadana. Hay que pensar en los ciudadanos, no en los partidos ni los gobiernos. Me cuesta pensar que en un área como la de la emergencia o el terremoto educacional haya quien se oponga. Pero creo que el primer llamado es desde el Gobierno. Ahora, yo separo las discusiones de las dificultades de llegar a acuerdos en cuestiones legislativas, pensando en la reforma de pensiones y otras, que es un problema mucho más estructural, que es el gran problema de Chile hace bastante tiempo, que es de gobernabilidad. Tenemos un fraccionamiento, una fragmentación de la política muy severa, de que hay 20 partidos con representación en el Congreso, varios otros que se han anunciado en formación, y la verdad es que necesitamos menos partidos, no más. Y más fuertes, más robustos, con buenos incentivos a cooperar y llegar a acuerdos. Porque, entendámoslo bien, sin acuerdos no hay reformas. El mejor ejemplo es la reforma de pensiones, que lleva tanto tiempo en discusión; hemos fracasado en dos intentos. Vamos al tercero y está súper difícil, porque no somos capaces de lograr acuerdos sobre las cuestiones sustantivas, porque lo que prima son las reglas del sistema político actual, subrayo, las reglas, es la pelea y el combo, tu derrota es mi victoria, pero eso suma cero y nos impide avanzar, y la ciudadanía se cansa de ver eso y ve a la política en un mundo paralelo.

-Pero cuando el sistema era menos fragmentado, tampoco se pudieron hacer reformas estructurales.

-¡Nooo!, perdón, en esos 20 años que estuvo el sistema binominal, tuvieron sus vicios, sus problemas, pero es un sistema que fomentaba los acuerdos y se produjeron muchísimas reformas. Lo que pasa es que la idea que ha instalado la izquierda radical es que estos fueron 30 años, 30 pesos, pero bajo la métrica que usted quiera medirlo, los 20 primeros años del retorno a la democracia fueron los mejores de nuestra historia tanto en lo económico como en lo social, sin que ello signifique que fue perfecto ni mucho menos.

-Entonces usted no es partidario de dejar de lado lo constitucional, como han señalado algunos.

-Absolutamente. Los que argumentan aquello cometen un profundo error conceptual y político. Conceptual porque evidentemente dar continuidad al proceso constituyente, bajo el formato que sea, no implica en caso alguno desentenderse de las prioridades ciudadanas que con justicia reclama la gente; y creo que es un error político porque si uno no cierra este tema y no lo cierra bien, y ahora hay una oportunidad de cerrarlo bien, en un formato distinto, sin repetir los errores del desastre que fue la Convención, va a haber radicales que van a reflotar y reflotar este tema en el futuro. Cerrémoslo, rápido y bien, y pasemos a discutir los temas país más relevantes y particularmente con una mirada de mediano y largo plazo.

-En lo estructural ya hay dos reformas avanzando. ¿Están bien encaminadas?

-Es innegable que Chile tiene que ir recaudando cada vez más, porque tenemos demandas sociales que financiar. La PGU (Pensión Garantizada Universal) es un ejemplo, que tiene que recaudar más porque acá las opciones son dos: O las financias de forma responsable o en forma irresponsable. La irresponsable es a punta de deuda. Pero sabemos cómo termina eso. Yo prefiero la forma responsable, que si usted va a tener gastos permanentes, tiene que allegar ingresos permanentes. Esos son impuestos por un lado, pero también es aumentando el gasto público por el otro.

-¿Cómo evalúa la gestión del ministro Marcel?

-Tengo una buena impresión de la gestión del ministro, porque creo que primero es una garantía de responsabilidad fiscal que me aparece fundamental. Hoy me alegra ver que hay un acuerdo transversal respecto a la importancia de la responsabilidad fiscal. No hay peor política social que gastarse lo que uno tiene y después tener que cortar los programas. Eso es lo peor del mundo. Entonces, lo que destaco es el tono, el ministro es una persona pausada, dialogante, no se exacerba, evita la pelea pequeña, yo creo que eso es muy importante para lograr cosas. El ministro tiene capacidad de diálogo y una forma de expresarse que a mí me parece muy bienvenida, sobre todo en el espectáculo de la política que tantas veces vemos que parece que el que más grita, la lleva. Así, que tengo una buena evaluación. Por supuesto hay cuestiones en que discrepo de lineamientos del Gobierno, en materia de tipo previsional, la reforma tributaria, y cuestiones no menores, pero bueno, cuando uno es ministro le toca también conducir un programa, articular distintos actores.

-¿Será candidato presidencial nuevamente?

-Hay tanto espacios para contribuir, pero nunca me ha animado buscar un cargo, para nada. Las cosas siempre han ocurrido como consecuencia de lo que he hecho en la vida. A mí no me interesa andar buscando cargos políticos, candidaturas, yo hago las cosas por convicción, por motivación y no por un afán de beneficio personal. Me siento mucho más cómodo donde estoy hoy día, me gusta mucho la universidad, reflexionar, pensar, participar del debate público. Por supuesto el día de mañana hay cosas que no están en el radar de uno que pueden pasar y eso es lo que ha pasado siempre en mi vida y uno la abraza con esa voluntad de aportar. Mire, estamos en un momento histórico. A veces se nos olvida esto. Luego del resultado del plebiscito con el 62% nos salvamos, porque creo que nos salvamos de una grande y uno dice "ya, relajémonos", y como que aquí no ha pasado nada. Pero no nos olvidemos estamos en medio de un libro de historia. Nuestros hijos nos van a preguntar dónde estaban ustedes, qué pasaba, qué hicieron y yo creo que este momento es histórico, aunque el día a día nos lo oculte, porque tenemos otras preocupaciones. Tenemos que contribuir a su solución y nunca dejar de mirar el horizonte, el futuro, esa es mi invitación a salirse de la mirada corta y mirar la larga, y en esa mirada larga siempre estaré disponible, pero como decía, no he perseguido la ruta lógica de una candidatura. Mi interés es contribuir desde las ideas y estar disponible para aportar lo que pueda, con una crítica firme, pero siempre constructiva. Con propuestas.

"Se requiere un plan robusto, ambicioso, a la altura, donde la primera estación sea(...) saber de cuánto es la fiebre. Y la fiebre es distinta en regiones".

advierte que el país podría perder miles de millones si no aborda hoy el ausentismo escolar.

"Creo que en la educación como en la delincuencia son áreas fecundas para que exista un acuerdo político".