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2022: Hora de balances

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Para valorar la normalidad, debemos recordar el estrés de las cifras de contagios y fallecidos que se daban a conocer todos los días, las informaciones relativas a las fases a las que pasaban las ciudades y los controles militares a las afueras y entradas de cada ciudad".

Quizás el precio de la cena de fin de año, del pavo o del pollo, las papas y el aceite, sobre todo el aceite, le hagan sentir que este fue un mal año. Y es que ha sido un 2022 marcado por una inflación galopante que hace que, de forma inevitable, toda conversación termine derivando en que todo está por las nubes, a excepción de los sueldos. Si antes era el clima, hoy lo caro de la vida y el valor estratosférico de la UF es el tópico común de toda conversación.

Asimismo, el incendio en Viña del Mar y la pérdida de hogares nos dejan una amarga sensación. No solo por el drama que implica para cada una de esas familias que lo perdieron todo, sino, además, por la falta de medios por parte de las autoridades para dar una solución que impida que este tipo de desastres se vuelva a producir.

Por si esto fuera poco, los delitos ligados al narcotráfico y la inmigración ilegal parecieran desbordar las capacidades de las policías y los tribunales. Los muertos y baleados aumentan como también el descaro con que actúan las bandas de narcos y ambulantes.

Por otro lado, la guerra en Ucrania, aquel conflicto que se inició en febrero y se suponía iba a durar solo unas semanas, ha dejado en evidencia uno de los criterios básicos del periodismo: la noticia deja de serlo cuando ya no es novedosa. Siguen los muertos, el hambre, los desplazamientos, pero ya no genera impresión ni mayor interés. Después de los primeros hechos, los conflictos, por dramáticos que sean, comienzan a ser desplazados por otras noticias que cumplen con el criterio clásico de lo novedoso y próximo y, de esta forma, terminamos siendo inmunes al dolor ajeno.

A pesar de todo, quiero quedarme con el retorno a la normalidad. Hasta hace un año, existían serias dudas de que podríamos retomar las clases y las actividades en espacios cerrados. La mascarilla, después de un par de años de uso permanente, es un recuerdo lejano, tan lejano que cuando llegamos a un centro médico, nos damos cuenta de que se nos olvidó y, cuando damos con ella, de lo incómodo que es ocuparla.

Para valorar la normalidad y asumir que los tiempos actuales no son tan malos, debemos recordar el estrés de las cifras de contagios y fallecidos que se daban a conocer todos los días, las informaciones relativas a la fase a la que pasaba cada ciudad y los controles militares a las afueras y entradas de cada ciudad.

En esta línea, y después de dos años, con quienes antes eran oposición ahora en el gobierno, pareciera haber consenso de que la violencia solo genera violencia y que urge retomar el camino del diálogo y el respeto como requisitos mínimos para construir una mejor sociedad y, algún día, lograr el anhelado desarrollo.

En mi ámbito, el retorno a la presencialidad en la sala de clases ha dejado en evidencia que, si bien la fórmula on line permitió salvar la situación, lo cierto es que, a nivel de básica, media y pregrado, los contenidos son una excusa para el desarrollo de otras habilidades, la sala de clases es clave para forjar vínculos sociales, relaciones de confianza, tan importantes en la formación de niños y jóvenes.

Aun cuando los estudios presenten evidencia del calentamiento global y la contaminación crece a un ritmo acelerado, lo mismo sucede con el conocimiento. El descubrimiento de las vacunas contra el coronavirus ha demostrado lo que puede lograr el ser humano cuando pone todos sus esfuerzos en pos de un bien mayor. Confío en que esa misma voluntad y capacidad de crear conocimiento nos permitirá sortear con éxito estas amenazas.

Finalmente, trate de recordar lo que sentía el año pasado en esta misma fecha. La incertidumbre sobre la pandemia, el nuevo gobierno y la convención constituyente marcaban la pauta. Hoy el escenario, aunque no mucho mejor, es distinto. Valoremos lo que tenemos, empecemos a pensar de forma positiva y enfrentemos el 2023 con esperanza.

Que sea un gran año. 2

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La liebre y los acuerdos

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Qué resultará de las negociaciones para combatir la delincuencia y el narcotráfico es otro pendiente. Y uno muy relevante para la ciudadanía. Sobre todo, considerando que un 60% en la Cadem cree que aquello es la primera prioridad que debiera tener el Ejecutivo para 2023".

Hoy es el primer día del "año de la liebre", según el Horóscopo Chino, al que le han "sacado el jugo" durante la última semana absolutamente en todos los matinales. Y quizás una de las más entrevistadas al respecto ha sido Ángeles Lasso, conocida por sus predicciones.

Así que, para no ser menos, recurrí a la sabiduría milenaria para pensar en cómo se vendrá este 2023 en términos políticos, considerando que este periodo que termina fue absolutamente infartante y con sorpresas, como el plebiscito de septiembre, que pocos previeron.

"Este año nos va a entregar una tremenda oportunidad de ponernos de acuerdo ante los distintos conflictos que se nos presenten", adelantó hace unos días la propia Lasso, explicando que la liebre trae aguas calmas y "va hacia las emociones, los sentimientos, es muy amorosa". Pero, además, es un animal que tiende a los pactos.

Y luego de este 2022, bien nos vendría un año en el que los acuerdos sean los que dominen el paisaje y no la polarización. Pero no será fácil y probablemente en este país -y otros- la liebre deberá hacer un esfuerzo bastante grande para que la calma y la negociación, entendida positivamente, sean las que se instalen.

#Aprobación presidencial. La encuesta Cadem de esta semana mostró que la aprobación del presidente Gabriel Boric se mantiene en 30%, pero el nivel de confianza de la ciudadanía en él cae siete puntos. El mandatario baja en todos los atributos: cercanía, conocer las necesidades de las personas, ser ético, capacidad para gestionar la inmigración, enfrentar la delincuencia y el narcotráfico, etc.

Este año el presidente tendrá que demostrar de qué está hecho, antes de que se termine su primera mitad en 2024. Porque lo que no puede suceder, es que llegue a los dos años inmovilizado y sin grandes logros. Después empieza la cuenta regresiva y las elecciones, con el consabido "síndrome del pato cojo", en el que ya no se gobierna y solo se espera al sucesor.

Además de comenzar a mostrar avances concretos -a partir de sus promesas de campaña-, Boric tendrá que seguir administrando las constantes tensiones entre las dos almas de su gobierno. Este 2022 el Socialismo Democrático se instaló fuertemente en los círculos más cercanos al mandatario, pero Apruebo Dignidad ha mantenido una pataleta constante recordándole que ellos son su coalición fundante. La capacidad de llegar a acuerdos será esencial para manejar esto.

#La Constitución. El tema debió haberse zanjado el 2022, pero la ciudadanía quiso otra cosa y aquí estamos. Más de tres primaveras después del estallido social, seguimos con la misma canción. Y ahora tomó las riendas el mundo político. El mismo que fue denostado por la Convención y que finalmente tuvo que tomar la posta y recurrir a precisamente a los acuerdos.

Punto aparte es que algunos exconvencionales sigan llorando sobre la leche derramada, sin ni un mínimo de mea culpa, como Elisa Loncon, que acusó que el nuevo pacto es antidemocrático y siguió echándole la culpa a los medios por el rechazo abrumador al primer trabajo. Pero claramente, las equivocaciones, malos tratos y el tratar de anular a quienes pensaban diferente, no fueron invento de los diarios y canales de TV. Tampoco personajes como Rodrigo Rojas Vade o Teresa Marinovic.

Ahora será un nuevo grupo, entre expertos y personas electas, el que deberá proponer una nueva Carta Fundamental. Si algo se aprendió de la experiencia pasada es que no solo importa qué se instala en el texto, sino cómo se lleva adelante el proceso.

#Incertidumbre. Lo único cierto es que todo es incierto. Para quienes sufren de ansiedad, este será un año complejo y también para el resto. Al proceso constitucional, se suma cómo se comportará la economía. ¿Habrá recesión? ¿Qué tan compleja será? ¿Continuará aumentando la inflación de manera inmanejable? Ya nos enteraremos.

El o la nueva Fiscal Nacional debiera zanjarse pronto, pero se ha convertido en un largo signo de interrogación. Y, sinceramente, si seguimos revisando los tuits de cada candidato o candidata, el cargo podría estar vacante durante un buen tiempo.

Qué resultará de las negociaciones para combatir la delincuencia y el narcotráfico es otro pendiente. Y uno muy relevante para la ciudadanía. De hecho, si Boric logra un avance claro en esta materia, podría convertirse en su legado. Sobre todo, considerando que un 60% en la Cadem cree que aquello es la primera prioridad que debiera tener el Ejecutivo para 2023.

Ahora, este listado bien podría ser eterno. Lo único claro es que la liebre tendrá muchísimo trabajo en el Chile de 2023: se necesitará altas dosis de calma, energía positiva y, sobre todo, de acuerdos. 2

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