DEBATES & IDEAS El mural de la plaza Aníbal Pinto
POR RODRIGO DÍAZ YUBERO, ABOGADO Y VECINO
Desde que fuese propuesto el llamado a concurso efectuado por la Municipalidad de Valparaíso para pintar 5.710 metros lineales de fachadas en calles del eje comercial del plan de Valparaíso, manifesté mi oposición -en el caso del sector de Aníbal Pinto-, a la idea de pretender resolver con un mural todos los rayados y grafitis que cubren el frontispicio del edificio de la Cooperativa Vitalicia. Y aunque el comité de administración del mismo aceptó tal posibilidad, lo hizo única y exclusivamente bajo el argumento de que aun cuando un mural no fuese deseable en su frontis, cualquier cosa era preferible a la situación actualmente existente, como si este fuese realmente un argumento razonable.
Por cierto que tal decisión no fue votada en asamblea de copropietarios (debiendo haberlo sido), limitándose el comité de administración a citar durante los meses de octubre y noviembre de 2022 a cuatro talleres cuyo propósito fue que la comunidad conociera los proyectos de murales existentes; talleres a los que dicho sea de paso, sólo asistió el propio comité de administración más el administrador y dos copropietarios.
Sin embargo y al igual que otros residentes, manifesté en ese entonces mi inquietud por esta iniciativa dado que no tomaba en cuenta la enorme saturación visual existente en el sector y las características austeras de la arquitectura del inmueble mencionado, siendo esa la razón por la que con fecha 5 de octubre de 2022 hice una prolija presentación al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), bajo el número de ingreso 6.216, (la que hasta hoy no ha sido contestada) con el propósito de saber si el mural en cuestión contaba o no con aprobación del Consejo, y en caso de ser así, de qué modo creía el CMN que dicho mural vendría a sintonizar con los valores y atributos de la zona típica, especialmente en esta zona que da inicio por su lado oriente al Sitio de Patrimonio Mundial y considerando además que esta autorización podría ser referente para otras intervenciones similares del SPM, teniendo presente que los porteños por cierto que deseamos ver recuperadas las fachadas históricas con sus elementos y atributos, pero en ningún caso transformarlas en un telón de fondo de aciones de dudoso valor o calidad artística.
Más allá de todas estas cuestiones, resulta evidente que si la justificación para hacer un mural fuese la existencia de un grafiti, todo Valparaíso se transformaría o no tendría mas futuro que terminar convertido en un gran mural, asunto que simplemente raya en la locura. Baste con mirar el Arco británico que constantemente es rayado con spray e imaginarlo pintado con un mural en cada una de sus facetas para comprender que no todo objeto es muralizable y que por lo tanto, además del problema del grafiti se hace necesario poner en valor otros factores tales como las características del sector donde se emplaza un inmueble, las características arquitectónicas del propio inmueble, la saturación visual del sector, los colores predominantes, la iluminación, etcétera.
El mural que se pretende realizar en el edificio de la Cooperativa Vitalicia viene por tanto a poner en discusión cuál es el tipo de ciudad que deseamos construir y en específico, cuál es el límite tolerable para la realización de murales (si es que alguno lo tiene). Y asimismo, plantea la pregunta respecto a si este tipo de intervenciones son verdaderas soluciones o más bien se realizan para soslayar o encubrir la responsabilidad municipal frente a la ausencia de fiscalización del buen estado de los inmuebles de la ciudad.
Si Valparaíso, hoy sombra y ruina de sí mismo y profanado por toda la vandalización de que es capaz la marginalidad, sufre esta embestida y se consuma la realización de este inapropiado mural, seremos testigos de cómo se sigue arruinando una ciudad que, en mi caso particular, es la que más amo en el mundo. Y aunque de poco sirva, esta queja será al menos expresión de un dolorido sentir que sólo cede ante la indignación que este descabellado asunto produce.
Termino esta columna con algunas preguntas en ánimo de encontrar una solución para este caso y otros similares que puedan ocurrir en el futuro.
¿Piensa el CMN que un mural de ese tipo calza o está en sintonía con los valores y atributos de la Zona Típica en que se emplaza el edificio de la Cooperativa Vitalicia?
¿Debe existir límites a la producción de murales en la ciudad, o la sola existencia de un grafiti es causa suficiente para su producción?
¿Por qué no aprovechar este coyuntura para que el CMN en conjunto con la Municipalidad y el Consejo de Cultura abran una discusión respecto de cuáles edificios de nuestra ciudad podrían ser objeto de un mural en el futuro y cuáles no?
¿No sería por último justo y digno, equitativo y saludable antes de proseguir con el mural de Aníbal Pinto que se consulte directamente a todos los vecinos del sector en cuestiones como ésta a través de un plebiscito?