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Calibraciones

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En la medida que se ha ido conociendo en detalle el listado de personas que recibió la 'buena nueva', se ha visibilizado que no todos eran una hoja en blanco. El ruido que

se le produce al Ejecutivo es enorme, nuevamente en términos de la sensible temática de la seguridad ciudadana".

"Calcular o valorar algo". Esa es la definición de la palabra calibrar en el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Y precisamente este concepto es uno que el gobierno olvida aplicar.

Porque haber lanzado los indultos entre gallos y medianoche, cuando los chilenos estaban preocupados de preparar el Año Nuevo, probablemente no fue analizado en profundidad. O quizás sí lo fue, pero erróneamente. Es posible incluso que algunos "iluminados" hayan considerado que era un muy buen momento, porque todos estaban "en otra".

Pero es más que obvio que no pasó inadvertido. De hecho, llevamos más de una semana desde el anuncio, que se ha convertido en una crisis eterna, porque no ha habido día en el que alguna arista de la decisión no haya sido desmenuzada y criticada públicamente. Tanto, que RN incluso se dio el lujo de dar un "ultimátum" al presidente, a quien le dieron plazo hasta hoy para "retractarse" y "retirar los decretos".

Nuevamente, ha sido un error que se ha convertido en una bola de nieve que crece imparable. Primero fue la molestia de la oposición por haber indultado a personas condenadas por acciones en el estallido social de 2019. Ahí siguió la caída de la mesa de seguridad que venía trabajando por un gran acuerdo contra la delincuencia y el narcotráfico. Más tarde apareció la pelea con el Poder Judicial.

Como si no fuera suficiente, se agregó la arista parlamentaria, con la posibilidad cada vez más cercana de que se acuse constitucionalmente a la ministra de Justicia, Marcela Ríos. E incluso algunos más "cabeza de pistola", incluida la bancada republicana, están pensando en interponer un libelo contra el mismo presidente.

El beneficio -nadie lo discute- es una prerrogativa legal del Ejecutivo. El problema está en el cómo, el cuándo y el quiénes.

#El cuándo. "Fue una decisión muy meditada", dijo el presidente desde Viña del Mar, cuando el viernes 30 comenzaron las primeras críticas. Si aquello es así, claramente la calibración falló. Haberlo hecho un día antes de Año Nuevo y en medio de una negociación entre la oposición y el oficialismo, para uno de los problemas que más está complicando a la ciudadanía fue un craso error. No es menor que en la encuesta CEP lanzada a finales de esta semana, un 60% de los consultados consideró que el principal tema en el que debe concentrarse el gobierno es precisamente el combate a la delincuencia… Claro, aquello no alcanzó a medir el ambiente post indulto.

No habría sido muy elegante, pero sí políticamente más hábil, haber esperado que el "gran acuerdo" en seguridad se cerrara, antes de lanzar la bomba atómica.

Además, la decisión dejó en muy mal pie a la ministra del Interior, Carolina Tohá, quien va a tener que continuar las negociaciones con la oposición, aunque las relaciones estén en extremo magulladas.

#El cómo. Pareciera ser que no solo el momento fue inadecuado, sino también la forma en la que se decidió quiénes serían los indultados. Presumiblemente, el presidente debió haber sido muy asesorado para tomar la decisión. ¿Cómo a nadie se le ocurrió revisar un par de páginas más allá quiénes eran los que estaban siendo beneficiados? Aquello además le abrió un flanco relevante con el Poder Judicial, al cuestionar la labor realizada por la justicia en el caso del exfrentista Jorge Mateluna. "Irregularidades" e "inocencia" fueron las palabras utilizadas por el mandatario. La Corte Suprema le recordó rápidamente que la valoración de pruebas y las decisiones judiciales no le competen y algunos pusieron énfasis en algo crucial: la separación de poderes es esencial para el funcionamiento de la democracia.

Para peor, ni siquiera el sector más de izquierda del oficialismo quedó contento, pues -cual niño en chocolatería- se engolosinó y pidió más. Fue la ministra Camila Vallejo la que tuvo que bajar las expectativas.

#El quiénes. De a poco, en la medida que se ha ido conociendo en detalle el listado de personas que recibió la "buena nueva", se ha visibilizado que no todos eran una hoja en blanco. Sin referirme al fondo, si Boric tenía o no que indultar a los presos del estallido social, el ruido que se le produce al Ejecutivo es enorme, nuevamente en términos de la sensible temática de la seguridad ciudadana. Basta leer la hoja de vida no solo de Mateluna, sino de otros que tenían decenas de causas abiertas por delitos previos al 18-O.

En definitiva, nuevamente al gobierno la falta de experiencia y sus dos almas terminan generándole una mala calibración de las decisiones y los costos asociados a estas. No es primera vez que a Boric le fallan los cálculos, pero en este caso, además, lo hace partir el 2023 con un paso adelante y 13 atrás. 2

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Indulto, un recurso obsoleto

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En la actualidad, existe toda una estructura para que una persona tenga un juicio justo y pueda apelar a distintas instancias por su inocencia, incluso internacionales, lo que deja el recurso del indulto como algo obsoleto".

Desde tiempos inmemoriales, aquel que se arrogaba una autoridad lo hacía basándose en un poder divino. Éste se podía manifestar mediante la fuerza sobre el resto o la capacidad para imponerse por el don de la palabra o por su simple presencia. Esto se fue consolidando con el desarrollo de las religiones y con el paso del tiempo empezó a tener fundamentos teóricos, como la teoría del derecho divino.

A mediados del siglo XVII, no obstante, con el desarrollo del racionalismo, este tipo de ideas comenzó a ser cuestionado. En respuesta a estas críticas, surgió la obra "Patriarca o el poder natural de los reyes" del filósofo inglés Robert Filmer en 1680. En resumidas cuentas, Filmer planteaba que Dios habría entregado el derecho divino de mandar al resto de las personas al primer hombre de esta tierra, Adán, y de él lo habrían recibido sus descendientes, los primogénitos. De esta forma, los monarcas del siglo XVII tenían el derecho divino para gobernar a los pueblos y éstos estaban obligados a someterse a su autoridad.

De este tipo de teorías surgieron leyes como el indulto. Aunque un juez podía haber determinado la culpabilidad de una persona en un delito y este, incluso, podría haber confesado su autoría, el rey, en su infinita justicia heredada del mismísimo Dios a través de Adán, tenía la facultad de perdonarlo.

Con el paso del tiempo, las actuaciones de los monarcas, muchas veces influenciadas por el casamiento entre parientes, empezaron a dar muestras de juicios erróneos. Para indignación del pueblo, más de alguna vez, un rey debió haber liberado a un granuja justificando que no era delincuente o haber indultado a un terrorista asegurando que era inocente.

A este mal uso de una prerrogativa que era de carácter divino se fueron sumando otras malas decisiones desde el punto de vista económico o en las relaciones con las otras monarquías, donde privilegiaban las amistades y los gustos propios a los intereses de su reino.

El más importante detractor de la teoría de Filmer fue John Locke. Aunque su libro, Segundo Tratado Sobre el Gobierno Civil es el más famoso, fue en el primer tratado donde se dedicó a refutar a Palmer. En términos generales, Locke aseguraba que Adán no tenía ni por derecho natural de paternidad ni por atribución positiva hecha por Dios, una autoridad de esa clase sobre sus hijos ni semejante dominio sobre el mundo. Y si es que lo hubiese poseído, este no era heredable. Y en el caso de que fuese heredable, no habría forma de saber a quién correspondía ese derecho habiéndose perdido hace mucho tiempo la posibilidad de definir cuál era la rama más antigua de la descendencia de Adán.

Gracias a Locke y otros ilustrados, los monarcas fueron siendo acorralados y obligados a actuar conforme a fundamentos racionales y no divinos. Algunos reyes, incluso, se volvieron ilustrados. Sin embargo, a pesar de los procesos revolucionarios de los siglos XVIII y XIX, se mantuvieron algunos resabios en el traspaso del poder monárquico al poder ejecutivo, tal como sucede con el indulto presidencial.

En cierta forma, el indulto permitía, además, abordar algunas situaciones excepcionales que quedaban fuera de la ley. Por ejemplo, desde el inicio de la República, durante la guerra de la independencia, se aplicó el primer indulto en Chile a aquellos que habían desertado del ejército en 1817, con la condición de que se presentaran en los cuarteles. La ley contra los desertores resultaba demasiado rígida y la necesidad de soldados obligaba a flexibilizar la medida.

Sin embargo, el Chile de hoy es muy distinto al de 1817. En la actualidad, existe toda una estructura para que una persona tenga un juicio justo y pueda apelar a distintas instancias por su inocencia, incluso internacionales, lo que deja el recurso del indulto como algo obsoleto, más aún cuando vemos que este se aplica de forma poco criteriosa como sucedió esta semana con el presidente Boric. Esperemos que este mal uso sirva de ejemplo para acabar con una norma tan anacrónica como las teorías de Filmer. 2

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