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El tren de Boric

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Desde mi punto de vista, incluso hace 20 años, esta propuesta resulta anticuada y da la sensación de que, para la fecha en que está proyectado, ya estará obsoleto y terminará siendo casi un tren turístico".

Hay que reconocer que Gabriel Boric ha sido uno de los presidentes que más interés ha mostrado en mejorar la red de ferrocarriles, aunque por el momento solo se trata de buenas intenciones. Su última propuesta, anunciada en la ciudad de Limache, implica una inversión de U$1.320 millones de dólares que permitiría la conexión entre nuestra región y la capital a partir del 2030.

Revisando la ruta, esta se iniciaría en El Salto y no en el puerto de Valparaíso, para la frustración lógica del alcalde Jorge Sharp. Pasaría por Limache, La Calera, Llay Llay, Til Til, Batuco y terminaría en Quinta Normal. Un tren de cercanías, que cumple con conectar la zona interior con Viña del Mar y la capital.

Se desecha de esta forma el sueño de un tren rápido entre Valparaíso y Santiago, la conexión con San Antonio, el paso por el valle de Casablanca y la opción de que fuese útil tanto a los pasajeros como para el traslado de carga desde los puertos de Valparaíso y San Antonio. Esto ha generado la molestia de otros alcaldes y, sobre todo, del gobernador regional Rodrigo Mundaca.

Sin ser un experto en ferrocarriles, la nueva propuesta presenta, a mi juicio, dos problemas. La primera tiene que ver con los tiempos de traslado. Hoy, en el año 2023, un viaje en automóvil o en bus dura, en promedio, 90 minutos de puerta a puerta. En tanto, el tren de Boric promete demorarse lo mismo, pero en siete años más. Según esta lógica, por qué a alguien que no sea de Limache, La Calera o Til Til preferiría optar por este tren en vez de hacerlo en su propio auto o en un bus, cómodo y barato.

El segundo tiene que ver con la contaminación. El gran problema que tenemos en Chile es que toda la carga que sale y entra a los puertos se transporta a través de camiones que son una fuente permanente de emisiones tóxicas. Un tren de carga y pasajeros puede abaratar los costos y disminuir de forma significativa la huella de carbono. Asimismo, sin tantos camiones, se despeja la ruta, haciéndola más segura y rápida.

El proyecto puede solucionar los problemas de conectividad en la zona interior, no obstante, no satisface la demanda de la gente de Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana. Desde mi punto de vista, incluso hace 20 años, esta propuesta resulta anticuada y da la sensación de que, para la fecha en que está proyectado, ya estará obsoleto y terminará siendo casi un tren turístico. Una buena excusa para recorrer la zona interior el fin de semana, leyendo un libro y comiéndose, en el 2030, un NOT-Huevo duro en el viaje y recordando la canción del Monteaguilino.

No quiero ser amargado y reclamar por cada propuesta. Es más, tenía la esperanza de que esto iba a marcar el gobierno de Boric, pero, tal como fue presentado, resulta mediocre, tan pobre que quizás, en una de esas, se concrete. La verdad es que llevamos décadas escuchando proyectos galácticos que solo han quedado en anuncios y recreaciones virtuales.

Lo que estamos pidiendo no es un gustito ni un sueño romántico. Si queremos evitar la fuga de talentos de la región, debemos generar las condiciones para que el viaje sea más expedito. En esta línea, los habitantes de la región de Valparaíso quieren que el gobierno tome en serio la necesidad de solucionar de forma urgente los problemas de conectividad que existen entre Valparaíso y Santiago.

En esta línea, vale la pena recordar que el pasado 3 de enero cuatro personas fallecieron en la ruta 68, a la altura del kilómetro 16, por culpa de una autopista que, en ciertos tramos, colapsa en las horas punta. Si algo similar no ha sucedido en la entrada a Viña del Mar a través de Las Palmas debe ser gracias a la Virgen de Lo Vásquez, porque no se me ocurre otra entrada más peligrosa.

Finalmente, se agradecen las buenas intenciones de parte del presidente y de los ministros, pero antes de pensar en un proyecto tan pobre como el presentado el martes pasado, resulta más lógico olvidarnos por un tiempo del tren entre Valparaíso y Santiago y concentrarnos en arreglar, de forma urgente, la ruta 68. 2

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Peor es na'

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Para un gobierno que entre sus principales promesas planteó la necesidad de darle voz a los territorios, no se entiende que no haya habido al menos una mesa de trabajo donde incluyeran al gobernador, los alcaldes y dirigentes de las zonas favorecidas, pero también afectadas, por el tren".

Sobre gustos no hay nada escrito. Ese dicho popular resume muy bien lo que ha sido una semana marcada por el anuncio del gobierno de Gabriel Boric respecto del inicio del proceso para hacer realidad un tren entre Santiago y Valparaíso, anhelada noticia que la región ha escuchado en varias ocasiones, pero que todavía no se ha hecho realidad.

Pero como siempre sucede, no a todos les gustó la información, principalmente, por dos razones esenciales en las expectativas generadas tanto por este gobierno como los anteriores: el tren no será rápido y no llegará a Valparaíso.

De acuerdo a lo explicado por el ministro de OO.PP., Juan Carlos García, el trazado que se está considerando partirá en Quinta Normal, para seguir hacia Batuco, Tiltil, Llay Llay, La Calera, Limache y encontrarse con Viña del Mar en la estación El Salto.

Aquello encendió las primeras alarmas en la Ciudad Puerto, pues -considerando el centralismo que existe en este país y que se replica en las regiones-, el alcalde Jorge Sharp no recibió de buena manera que el tren no llegue hasta su comuna. Porque en esta zona, Valparaíso es Chile.

Probablemente para quienes habitan el interior, la noticia no es tan mala, considerando que precisamente lugares como La Calera y Quillota vienen pidiendo hace al menos una década una mejor conectividad con Viña del Mar y Valparaíso. Y en realidad, la extensión del Merval -prometida también muchas veces- solo ha sido un voladero de luces.

Desde ese punto de vista, el trazado dado a conocer a priori (porque todavía faltan los estudios técnicos y un largo camino), es un buen anuncio para la región, aunque no lo sea para la comuna que lidera el alcalde. No hay que olvidar que, además, el edil nunca ha sido precisamente un fan del gobierno de Boric.

Quien podría tener más razón en sus críticas es el gobernador regional, Rodrigo Mundaca, quien alegó que no se hubiera considerado a dirigentes regionales para la discusión y toma de decisiones.

Gol de Mundaca. Para un gobierno que entre sus principales promesas de campaña planteó la necesidad de darle voz a los territorios, no se entiende que no haya habido al menos una mesa de trabajo donde incluyeran al gobernador, los alcaldes y dirigentes de las distintas zonas que se verán favorecidas, pero también afectadas, por el tren.

Sobre todo, considerando que será un proceso lento, que comenzará este año recién con el análisis técnico, pensando en que la licitación se abra en 2025 y solo en 2030 esté operativo. Hay mucho tiempo por delante. ¿Tan complejo habría sido citar a los principales líderes de la región por último para informarles antes de que se "enteraran por la prensa"? Este tipo de situaciones permiten la aparición de las clásicas malas lenguas, que empiezan a especular con que la rapidez en el anuncio más bien fue un intento por desviar la atención pública de los temas críticos de la semana, como las acusaciones constitucionales contra el ministro Giorgio Jackson y la extitular de Justicia, Marcela Ríos.

Un último punto tiene que ver con el hecho de que el tren no será rápido, como se suponía…y esperaba. La modernidad hay que pagarla y significa considerar un costo más alto para lo que obviamente no hay recursos suficientes. Además, no es el primer intento por llevar a cabo este proyecto y precisamente algunos de los anteriores habían considerado montos bastante más elevados. Ya en el gobierno de Bachelet II se presentó una propuesta de un consorcio asiático, el que después no prosperó a través de la Ley de Ferrocarriles, aunque apuntaba a US$1.600 millones. El tema fue posteriormente tomado por el segundo mandato de Sebastián Piñera, quien terminó analizando dos propuestas internacionales concretas, pero que se elevaban sobre los US$2.400 millones. La pandemia fue el verdugo que aniquiló y terminó sepultando la concreción de la iniciativa.

¿La tercera será la vencida? No está claro, pero en esto hay que ser realistas: la necesidad de un tren entre Santiago y la región es imperativa -no solo para la Ciudad Puerto-, pues permitiría disminuir la afluencia de autos y camiones que ya simplemente no caben en rutas como Vía Las Palmas. Ayudaría además a la descentralización regional, al unir Viña del Mar con el interior sin necesidad de extender el Merval. A su vez, permitiría esa conexión con Valparaíso a través del metro. Y, aunque no se acerque siquiera a la velocidad de los trenes bala que construye China, lo cierto es que, para el colapsado e ineficiente sistema de transportes de nuestras ciudades, bien cabe recordar el dicho "peor es na". 2

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