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"Me gustaría llegar a destacar en microrealismo como estilo"

Lleva cinco años dedicada al rubro, destacándose por su labor en la botánica. Será una de las exponentes del Cicaplast Summer Ink que se desarrollará en el VTP el 4 de febrero.
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Lirayen Herrera tenía 16 años cuando se hizo su primer tatuaje. "Estaba como en época de rebeldía, de rebelarme contra mis papás, y querer hacer cosas que no podía hacer. Por eso fui a hacerme un tatuaje y me quedó gustando, entonces empecé a tatuarme más frecuentemente, y a los 18, 19 años ya tenía varios tatuajes", cuenta, asegurando que como ya trabajaba podía pagar por los trabajos que se hacía.

Fue gracias a ello que "empecé a conocer gente del rubro del tatuaje y empecé a hacerme amigos de esa área, entonces así me surgió la idea de yo empezar a tatuar", dice la ahora tatuadora, quien será una de las participantes de Cicaplast Summer Ink 2023, que se realizará el 4 de febrero en el Centro de Eventos VTP.

Sobre todo porque "siempre" le gustó el dibujo, e incluso, cursó algunos cursos en el Bellas Artes, por lo que se preguntó "¿por qué no? Si me gustaba el tatuaje, conocía gente del tatuaje y amigos me comenzaron a enseñar a tatuar". Sin embargo, reconoce que "es difícil y súper frustrante al principio, porque las cosas no quedan como uno quiere de primera".

Perfeccionado el dibujo y más

Al inicio partió "practicando con piel sintética y en mí, siempre con la supervisión de amigos que sabían de tatuaje. Después de eso, me tiré a tatuar a clientes, amigos y personas que sabían igual que yo estaba empezando. Era así como contigo aprendo", añade entre risas. Sin embargo, el impulso le duró poco: "Duré, yo creo, menos de un año y me retiré. Empecé a hacer otras cosas, porque me desmotivé por lo mismo, eran muy frustrantes las cosas, no me quedaban bien y yo igual soy súper perfeccionista y me exijo mucho".

Fue en ese momento que decidió entrar a estudiar ilustración al DuocUC, "ya sabiendo que quería dedicarme al tatuaje. Pero quería perfeccionarme primero en el dibujo antes de volver a trabajar en piel. Así que estudié, terminé mi carrera y la práctica profesional la hice en un estudio de tatuaje en Quilpué con un amigo", ya que la institución permitía que fuese así.

"Ahí ya no me salí más, me quedé tatuando fijo", comenta. Tras la práctica, siguió su camino en un local en Viña del Mar y hace unos tres años instaló un estudio con otro colega y amigo que queda en Plaza Aníbal Pinto. En total, lleva cinco años dedicándose al arte del tatuaje.

"Me gusta más la botánica. No sé si eso se le puede llamar un estilo de tatuaje, la verdad, porque como que no me he podido definir con ninguno de los estilos que están como establecidos en el tatuaje", manifiesta, detallando que "lo que más me gusta es tatuar flores, hacer tatuajes a color, animales, ese tipo de cosas". Eso es claro en el portafolio que tiene en su Instagram (@lira_herreratattoo) se muestran más este tipo de trabajos, siendo las flores lo más solicitado.

Algo que, por cierto, no está exento de desafíos. Por ejemplo, hace poco le tocó hacer una clepia, la cual tiene un alto nivel de detalle. "Fue súper difícil, pero me gusta el desafío de aprender a tatuar flores nuevas, porque también es fome cuando me piden siempre lo mismo", asegura. ¿Qué es lo que más se repite? "Piden harto la flor de cerezo y girasoles".

En cuanto al tamaño, Lirayen dice que hay de todo, pero reconoce que "a mí lo que más me acomoda, por estilo, es hacer cosas pequeñas. Me gustaría algún día llegar a destacar en microrealismo. Eses es como el estilo que me gustaría definir, pero todavía no me defino en ese estilo porque me falta mucho", cuenta.

Participación en la convención

A mediados del siglo XIX el tatuaje en las mujeres occidentales, por lo menos, seguía siendo tabú, por lo que sólo era posible apreciarlos en aquellas que se dedicaban al circo o al espectáculo, aunque poco se conoce de ellas. De la que más se sabe es de Maud Stevens Wagner (1877 - 1961), no sólo porque para 1910 su cuerpo ya estaba completamente tatuado, sino también porque la artista circense es considerada la primera mujer tatuadora conocida. Ella aprendió del "hombre más tatuado de Estados Unidos", Gus Wagner, que además trabajó en ella.

Más de 100 años después, hay cada vez más mujeres tatuadas de todos los ámbitos -por ejemplo, la ministra Vocera de Gobierno, Camila Vallejo-, sin embargo, las tatuadoras siguen siendo menos en comparación a los hombres. Liriyen Herrera manifiesta, eso sí, que actualmente hay muchas más de cuando ella comenzó a tatuarse hace 14 años: "En el tiempo que yo partí tatuándome, era trabajo de puros hombres y uno se iba a tatuar, y ni siquiera veía los portafolios. Uno llegaba a un local de tatuajes y piercing, y decías me quiero hacer esto".

"Ahora hay muchas mujeres, pero curiosamente no las conozco personalmente, no me relaciono con ninguna, tengo solo amigos hombres que tatúan. No he coincidido con otras mujeres tatuadoras para entablar una relación", sostiene. La convención que se realizará en el VTP en febrero, entonces, se abre como una oportunidad: "Me gustaría igual conocer más gente del rubro y que también me conozcan a mí, porque de eso se trata. Al final el boca a boca es lo más importante", afirma.

Por lo mismo en este Cicaplast Summer Ink 2023, la primera convención que participa en su vida como tatuadora, no competirá. "Quiero primero tantear el terreno, ver cómo es la cosa y ver cómo me siento también. Entonces voy a ir solo a exponer", es decir mostrar su portafolio y sus diseños por si alguien se interesa tatuarse en vivo.

Flor Arbulú Aguilera

flor.arbulu@mercuriovalpo.cl