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Y ahora, ¿qué haremos sin "Nouny?"

POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL
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Más de alguna vez me he referido en este mismo espacio a aquel adagio que dice que somos "los ingleses de Latinoamérica", el cual estoy seguro que sin duda tiene adeptos, como también detractores. La nación inglesa tiene sus características sociales y culturales muy marcadas, y le son reconocidas hasta hoy, puntualidad, sobriedad, la denominada flema, y la verdad cuesta encontrar similitudes con la nación chilena. No quiero crear una polémica con este asunto, ya que, como suerte de apodo, queda bonito decirlo y me parece que por hoy con ello nos basta. De todas maneras la presencia de muchos y destacados ingleses en estas latitudes habrá ayudado en algo a acrecentar el mito.

A recordar la presencia de Lord Thomas Alexander Cochrane, insigne marino, que sirvió al naciente Estado de Chile; Thomas Somercales, también marino, que fuera profesor y destacado pintor; aunque solo estuvo un año en el país, la viajera y botánica María Graham, es una referencia también. Cada uno de ellos entregó aportes a la naciente República, pero también a los modos de vida y de ser chilenos.

Son los ingleses quienes introducen el fútbol, deporte nacional hoy en día; lo mismo con las carreras de caballos. Recordemos que ambas aficiones se desarrollan en Valparaíso en sus inicios, como tantas otras cosas. Tomar té y a las cinco de la tarde, es una tradición absolutamente inglesa, que hoy está totalmente incorporada en nuestra vida diaria, aunque bajo el nombre de la "once".

El ejercicio de la fe, también ha tenido en los ingleses una importancia e influencia que ha quedado en nuestra vida cotidiana. La iglesia anglicana, es un culto importante, que, aunque mayoritariamente es practicada por los británicos o sus descendientes, también tiene algunos adeptos connacionales.

A este respecto, quiero referirme al templo que tienen emplazado en el Cerro Concepción, La Catedral anglicana de San Pablo (Saint Paul's Cathedral), cuya construcción data de 1857, a cargo del arquitecto William Lloyd, y que hoy en día es además de lugar de oración y culto, un importantísimo referente del turismo cultural de nuestra ciudad. También se ha sumado siempre como un centro cultural, ampliando así la oferta del sector. Cuenta con un órgano de tubo, que en una época fue considerado el mejor de Sudamérica. Se adquirió para homenajear a la Reina Victoria.

Pero este tipo de recintos, con el paso del tiempo y también una disminución natural de la feligresía, van sufriendo deterioros y necesitando mantenciones, algunas solo necesarias, otras urgentes. El caso de la iglesia que aquí comentamos no es distinto y es así, como hace tres décadas atrás, se creó el comité de restauración de la en ese entonces iglesia, hoy devenida en catedral anglicana en Chile y en Valparaíso.

La mentora de este comité de restauración, fue la activa, entusiasta y comprometida miembro de la comunidad de descendientes británicos en nuestra ciudad, Oenone Davies Compton de Gray (QEPD), a quien todos cariñosamente siempre llamamos "Nouny". Entre otras entidades fue en los años ochenta del siglo pasado, presidenta del Consejo de Desarrollo Comunal, Codeco, de esta ciudad; también fue parte fundamental de la Corporación para la Nutrición Infantil, Conin, cuando la desnutrición infantil era un sufrimiento que asolaba en nuestro país de ruda manera. Además, fue parte de la Corporación Puerto Claro, dedicada a asistir a adultos mayores de Valparaíso. Fueron muchos los intereses de "Nouny", pero siempre pensando en cómo ayudar a los demás. Hace muy pocos días, fuimos tristemente sorprendidos por la partida de "Nouny", al menos de este mundo, ya que, desde luego, será imposible que salga de nuestros recuerdos. Su carácter, su espíritu y su sello, nos han quedado grabado con intensidad y para siempre.

Imposible no recordarla siempre entusiasta, siempre preocupada de la iglesia, del cerro, de la ciudad, de las personas. Personas como ella son las que le han hecho tanto bien a la ciudad, y que ahora tanta falta nos hará. En su sepelio, atiborrado de gente, creo que había una pregunta que nos rondaba a todos los presentes, sin decirlo, ¿ahora quién cuidará la iglesia?, a la cual ella le dedico tanto entusiasmo y dedicación, me atrevería a decir como a uno de sus hijos.

Espero que su legado y memoria no desaparezcan, sería muy triste e injusto. Confío en que ello no ocurra. Por lo pronto le rindo este sencillo homenaje (ella era muy sencilla), quizás no le gustaría leer estas letras, pero siento que se las merece y no puedo dejar de hacerlo. Tampoco puedo dejar de agradecer haberla conocido, ser distinguido con su amistad y afecto, y haber podido también aprender de ella.

Buen viaje, "Nouny".

Bye bye, amiga.