Todo sobre mi madre: cómo fue criar niños fuera de Chile
Catalina Infante pone como protagonista de "La grieta" (Emecé) a una madre primeriza que asume su rol a tropiezos, mientras reconstruye la vida de su propia madre, exiliada y ya fallecida.
Todo parte con el nacimiento. Nuestra vida y la novela "La grieta" (Emecé), de Catalina Infante, donde su protagonista, Laura, da a luz como lo hacen la mayor cantidad de madres en Chile, con cesárea. La experiencia maternal de Laura es particular, en tanto está atravesada por estar siéndolo sin contar con la propia progenitora para ayudarla. En adelante, la primera novela de esta autora nos contará esas dos historias: la de criar por primera vez y la de su madre fallecida.
Catalina Infante (1984) es escritora, editora y magister en Periodismo Escrito. Como narradora fue nominada a los Premios Altazor y elegida en la lista de honor de Ibby Internacional. Desde 2014 viene publicando libros en distintos géneros literarios, destacando especialmente sus cuentos de "Todos somos una misma sombra" (Neón, 2018). En 2020 la traducción al inglés de su cuento "Helechos" fue nominada al Pushcart Prize. El 2017 recibió un premio MAGs de la Asociación Nacional de Prensa a la mejor columna femenina por sus textos en la revista Paula, en la que sigue escribiendo.
"A mí personalmente la maternidad me llevó a escribir este libro, que tiene un conjunto de temas que me interesaban. Cuando recién había sido madre, pensé que no iba escribir más. No me imaginaba teniendo el tiempo, la cabeza y el interés en una novela", nos relata, para entender el impacto que significó su propia maternidad, y lo parcialmente autobiográfica que es la novela "La grieta".
El Zoom que nos conecta la tiene sentada en un auto en días fuera de Santiago, lo que nos hace preguntarle por el tiempo y espacio que necesita una madre escritora. "El auto es un espacio en que no había pensado y ahora me encanta. Uno se va adaptando, no el mismo tiempo que tenía antes de ser madre, ese que uno usa a su antojo. Después tienes que aprovechar el tiempo. El primer par de años es difícil porque es más demandante la crianza, pero ya después los niños se van independizando y vas encontrando espacios nuevos. Eso igual va cambiando tus procesos creativos y lo que creas también. Me volví mucho más nocturna para escribir, pero se puede", asegura.
Para la maternidad, detalla Infante, "no me gusta la categoría de buena y mala, porque es muy ambivalente. Me parece interesante narrarla sin idealizarla ni tampoco demonizarla. Su intensidad es muy bonita. Es como tomarse una ayahuasca, como algo que a lo mejor no es lo más placentero del mundo, pero te hace crecer. Es una conexión con la vida, es muy transformadora la experiencia".
Por otra pista, están los asuntos técnicos que asumió Infante al entrar en la novela. "Para mí era un desafío, me metí a aprender, tomé talleres, leí más novelas, leí sobre la escritura de novelas. Hay un trabajo de entender un formato distinto, la historia ameritaba que fuera una novela no un cuento, había muchas aristas que explorar", resume.
Álbum familiar
Un momento especial del libro ocurre cuando la protagonista se detiene en las fotos que conserva de su madre. Fotos físicas o postales, que al tocarlas y mirarlas la devuelven a otro tiempo que muchas veces ni puede recordar. No sucede lo mismo con las imágenes actuales, que se acumulan en nuestros dispositivos móviles y redes sociales sin control. La autora analiza ese cambio:
"Habla de algo generacional. Era nuestro registro familiar, nuestra infancia, no hay más. Los álbumes familiares son muy importantes. En mi caso tenemos muchos álbumes familiares, y mis padres, en otra cosa que comparto con la protagonista, también fueron exiliados. Hay ciudades, personas, hay una vida que ya no está, que se hizo en otro país. Las fotos están más allá de la memoria y lo que puedas traspasar oralmente de una generación a otra".
Para la novela, apunta Infante, "hice viajes mentales, entendí el pasado a través de las pocas fotos y postales que guardaba la madre de Laura, la protagonista. Yo sabía que en el exilio no estaba la comunicación para llamar constantemente por teléfono, la postal y la carta escrita fue muy importante, ahora uno se comunica de muchas maneras. Y lo que me llamó la atención es que no podían ser tan honestos, no podían preocupar a la familia, hay algo de seguridad, hay algo que esconden", sitúa.
"Las nuevas generaciones tienen otras formas. Quizá mi hijo no tenga álbumes familiares. No sé cómo será ese registro en el futuro, o será un sobre registro porque hay una infinidad de fotos y videos", acota.
La abuela de Infante era la encargada de los álbumes de la familia. "Ponía las postales, recortes de alguien si salía en el diario, fotografías, detalles como un trozo del papel de regalo de algo que le regalaron. Dejó a la familia esos registros visuales", rememora.
Laura, en la novela, vive las consecuencias del exilio, mostrándonos la cara no épica de esos relatos de resistencia en la distancia y movimientos por países de sus padres. "Hay una historia íntima del exilio, que, si bien obviamente ha sido retratada en libros personales, igual estamos al debe, me gustaría leer más de ello. Hay familias que se separaron, que quedaron disgregadas, hay hijos o nietos que quedan con una fractura, sin saber si son de allá o de acá", afirma.
"Me intriga saber la vida de las mujeres exiliadas, cómo fueron sus maternidades, en idiomas desconocidos, con precariedad laboral, tratando de adaptarse, de trauma, de asilo. Si ya es intensa la maternidad en así, no me puedo imaginar cómo habrán sido ene so contextos", concluye.
Catalina infante pone en el centro de su novela a una mujer que cría y que al mismo tiempo sufre el duelo de su madre,
Por Cristóbal Gaete
"Me intriga saber la vida
de las mujeres exiliadas, cómo fueron sus maternidades, en idiomas desconocidos".
david gómez