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POR SEGISMUNDO

RELOJ DE ARENA

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Revisamos el material promocional que llega al diario. Era nutrido, en papel, antes del desarrollo de la comunicación digital. Revistas, libros, folletos que van desde la política hasta lo medicinal, pasando por lo religioso.

Y casi religiosas, doctrinarias, eran unas bien producidas revistas procedentes de Corea del Norte, con fotografías e informaciones de los avances del hermético país logrados gracias a Kim il Sun "nuestro amado y querido líder". La expresión se repetía como letanía en cada uno de los textos redactados en correcto español tal vez por alguien que no creía en lo que escribía.

En medio de todo ese material un discreto paquetito, algo más que un sobre bien presentado dirigido al diario. En su interior un libro, ciertamente una promoción de la editorial. Y no era cualquier cosa. Era la primera edición de "Persona non grata", editada en España. Hablamos de 1973 o tal vez principios del 74.

Conocíamos al autor sólo como noticia, pues llegó a La Habana en los 70 como avanzada diplomática del Gobierno de Salvador Allende que restablecía relaciones con la Cuba de Fidel Castro.

Tres meses y medio duró su gestión, una presencia incómoda para Castro por la libertad con que Jorge Edwards, un hombre de izquierda, se relacionaba en la isla con todos los sectores, especialmente los intelectuales, entre los cuales, pese a su militancia, eran disidentes del oficialismo.

Sombras en la habana

"Persona non grata" fue editado en 1973 y presenta las sombras que descubre Edwards en Cuba. Es testigo de la represión cultural y sus comentarios privados, tal vez captados por la inteligencia castrista, lo convirtieron de hecho en enemigo del régimen. Su relación con el poeta Heberto Padilla, luego encarcelado, resultaban peligrosas y finalmente motivaron gestiones para que La Moneda determinara su partida a otro destino.

Antes de partir, un domingo por la noche, Castro despide personalmente a Edwards en una larga entrevista. Y lo reprocha:

- "¡Usted demostró ser una persona hostil a la revolución cubana! No quería dejarlo irse sin expresarle mi más profundo desagrado por su actuación. En rigor, debimos haberlo declarado persona non grata".

Leemos con interés el libro que tampoco fue del agrado del oficialismo pinochetista, pues también condenaba al entonces Gobierno chileno.

El incómodo nombramiento de Jorge Edwards en La Habana, referente del Gobierno de Allende, debe haber provocado recriminaciones en la Cancillería. Sin embargo, fue enviado a París, donde el embajador era Pablo Neruda, quien tenía una cordial relación con el escritor.

Confidenció al poeta el propósito de publicar sus experiencias cubanas. Neruda le dijo que no era oportuno hacerlo, pero finalmente el libro salió y resultó ser una bomba de racimo para la feligresía castrista.

Edwards, funcionario de carrera, fue marginado de la Cancillería en el régimen militar. Vivió en el exterior y continuó en la ruta literaria ya iniciada en los años 50 y que iba mucho más allá de "Persona non grata". De vuelta a Chile en los años 80, continuó en esa ruta e incursionó en el periodismo.

Regularmente los viernes escribía una columna en el diario El Mercurio de Santiago. Análisis inteligente y entretenido de temas de actualidad nacional. Objetivos e independientes no deben haber agradado a La Moneda de esos años.

Sin mayor autorización del autor comenzaron a ser reproducidos en el diario La Estrella de los sábados.

La Estrella, vespertino tradicional que aparecía a las cuatro de la tarde, cerca de la hora del té, el sábado salía a la calle al mediodía. Idea del jefe de circulación Héctor Mascarero, resultó ser un muy buen horario de venta. Había mucha gente en las calles y la acogida resultó exitosa.

Así, los artículos de Edwards tuvieron masiva llegada en Valparaíso.

Un día llegó el usurpado autor al diario. Muy educado, nos representó la mala educación nuestra de haber tomado así nomás sus textos. Sin embargo, recordó que como autor vivía de lo que escribía y sería lógico que se le cancelara por su trabajo.

Lógico. Así se convino con él un honorario en un grato almuerzo en el viñamarino "Cap Ducal". Teníamos con él una esporádica relación y en cierta ocasión, lanzamiento de una obra en Viña del Mar, nos recordó con agrado nuestra conversación en el restaurante y una bien lograda tortilla de perejil que había degustado. El placer de gozar con lo sencillo.

"Persona non grata", para muchos es su obra más importante. Pero su trabajo tiene una mayor amplitud y universalidad y es fruto de años de maduración y talento que la valieron tantos premios, los cuales hoy se recuerdan afirmando que sin duda merecía más.

Neruda

Otros títulos, con muchos personajes. Nos detenemos en algunos como Pablo Neruda, cuya obra comienza a conocer cuando era estudiante del Colegio San Ignacio, jesuita, en Santiago, y luego en persona "el hombre del traje de gabardina verde botella". Se establece una relación humana, literaria y política. Edwards tras el episodio habanero es enviado a París, 1971, a trabajar con Neruda, embajador del Gobierno de Allende en Francia. El poeta está enfermó y debe enfrentar conflictos asistido y muchas veces reemplazado por Edwards.

El poeta da consejos políticos a su amigo escritor. Esperar antes de publicar "Persona non grata" y también, reiteradamente, que ingrese al Partido Comunista. "Tú necesitas la protección de un gran partido", le advierte. Edwards sigue a la distancia, desde Europa, la agonía de su amigo poeta que fallece en la Clínica Santa María de Santiago en septiembre de 1973. El testimonio y las reflexiones del escritor están en "Adiós, poeta…", publicado en 1990.

Saltando en los siglos, Edwards rescata la figura de Michel de Montaigne, filósofo del siglo XVI, el precursor del pensamiento libertario en una Europa fragmentada por luchas religiosas y ansias de poder. Montaigne también se libera de las ataduras sociales y emprende una encendida pasión. Edwards nos presenta la mirada optimista del pensador, ya próximo al fin:

- "La preparación para la muerte era parte de su culto de la vida, del instante, de la belleza de las cosas. La conciencia de la muerte fortalecía la conciencia de la vida".

"La muerte de Montaigne" es precisamente el título de una de las obras de Edwards.

Y también incursiona en la familia, en su propia familia. Materia compleja, como lo comprueba el exitoso escritor noruego Karl Ove Knausgard, en "Fin", su novela de cierre de la saga "Mi lucha". Las publicaciones de las intimidades de la vida familiar desatan las iras de un tío que amenaza con ir a los tribunales.

"El inútil de la familia", es la obra de Jorge Edwards en que incursiona, sin escollos, en la vida de Joaquín Edwards Bello, el escritor que escandalizó a la socialité de 1911 cuando público "El inútil".

Joaquín, cuenta, era "primo hermano de mi padre, tío segundo mío". Edwards Bello, de una vida tan amplia y variada como su obra, era un rebelde:

- Joaquín desafió a la familia Edwards, la suya y la mía, en años que no era nada de fácil desafiarla. Más allá de eso, fue irreverente con respecto a los poderes establecidos en su conjunto, y esto lo llevó a vivir como un ser aparte, un marginal, un excéntrico.

Recuerda Jorge Edwards que a los 81 "a pesar de que había logrado una forma de estabilidad y hasta felicidad hogareña, resolvió y preparó con sumo cuidado su suicidio".

En cuanto a la obra de Joaquín el sobrino lejano, Jorge, dice que tiene "fuerte elementos autobiográficos, anclados en terrenos profundos de la memoria, profundos y de cuando en cuando resbaladizos".

En fin, el sobrino, como el tío, resultó rebelde, irreverente, persona non grata, al escandalizar a la nueva socialité descorriendo los tupidos velos que oscurecen a Cuba.


Persona non grata