Invitada por sus compañeras de generación y hoy grandes amigas, las ministras de Igualdad del Gobierno de España, Irene Montero (1988); y de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra (1987), la alcaldesa de Viña de Mar, Macarena Ripamonti (1991), cruzó el charco el fin de semana para viajar a Madrid y luego a Zaragoza, donde se realizó un mitin político -una especie de Lollapalooza de la izquierda española- para darle un nuevo empuje a Podemos, partido integrante de la coalición de Gobierno, pero que por estos días no pasa precisamente por su mejor momento.

El evento, realizado en el Parque del Agua "Luis Buñuel", contó con una asistencia de aquellas, amplificada por la fiesta de bienvenida y la presentación de estrellas urbanas como Lady Banana, DJ Diegueton, Zoo, Sany Delitos y Bake Gómez. Junto a ellos, cómo no, también era necesario introducir algo de ideología, así que se organizaron las charlas de la escritora Cristina Fallarás, de la directora de las Madres de la Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Taty Almeida; la secretaria de Podemos, Lilith Verstrynge, y de la actriz María Botto.

También hubo performances en la Ota Vogue Party liderada por Father Oski Delicious, Queenbitch Versace, DJ Gye 007, Angel Versace, Saphira Cosima y Mother Nefertiti Anunnaki en torno al voguing, género de baile muy de moda surgido en las protestas de Colombia de 2021. Nacido como reivindicación del colectivo LGTBI y con el nombre escamoteado a la revista Vogue, la disciplina se ha convertido en un furioso símbolo del mundo, trans, queer y homosexual.

Para tomar un poco de aire tras tanto ejercicio y diversión, se programaron muy interesantes charlas, tales como "La disputa ideológica del Siglo XXI: geopolítica, crisis neoliberal y democracia", con el rockstar Pablo Iglesias, exvicepresidente de España; "El feminismo será antirracista o no será"; "Inflación, consumo y cadena alimentaria, urnas o corona, democracia o anarquía"; "Los discursos de odio como estrategia política"; "Comunicación y política: es burdo, pero vamos con ello"; "La dama y el vagabundo: un programa sobre cultura y subversiones", este último en el cual participaron el politólogo español Juan Carlos Monedero, muy amigo del Presidente Gabriel Boric, y la periodista y escritora chilena Paulina Flores.

También hubo una asamblea de activistas, el lanzamiento del libro La República Inesperada, de Gerardo Pisarello, y un mitin central abierto con un encendido discurso de la ministra Belarra, quien emplazó al derechista Partido Popular, fustigó el envío de tropas, tanques y misiles españoles a la guerra en Ucrania dispuesto por el Gobierno y reafirmó la solidaridad con el pueblo saharaui ("aunque el PSOE se arrodille ante el Reino de Marruecos", desafió). Todo ello con Ripamonti también parada sobre el escenario y visiblemente despeinada por el fuerte viento que corría en el Reino de Aragón.

En 1787, el mismo año en que se aprobó la Constitución de los Estados Unidos, el futuro presidente Thomas Jefferson pronunció una frase que aún resuena en las escuelas de periodismo de todo el mundo: "Prefiero los periódicos sin gobiernos a los gobiernos sin periódicos". La libertad de prensa es indispensable para cualquier democracia, pues es la garantía de todas las demás libertades. Y lo que se dice de los periódicos aplica para la televisión, la radio y las nuevas tecnologías de la información del siglo XXI.

Lo anterior impide normalizar el veto de un general de Carabineros a una periodista de un canal de televisión, producto de una desafortunada expresión de la profesional en un despacho en vivo. En un sistema democrático los vetos a la prensa no son admisibles, por ser una forma de censura que perjudica a la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, la libertad de prensa descansa en una premisa básica: que se cumpla el pacto social; el acuerdo tácito de la sociedad civil con los medios de comunicación, en virtud del cual estamos dispuestos a aceptar su poder político no representativo si y sólo si los medios cumplen con los códigos de conducta que gobiernan cada una de sus funciones.

Las funciones de la prensa no se limitan a la descripción e interpretación de la realidad, sino que incluyen la capacidad de controlar y movilizar a la opinión pública, y la de fijar la agenda noticiosa. Cada una de estas funciones está sujeta a estándares morales que limitan el poder condicionante de la prensa para modificar las creencias de los miembros de la sociedad. "El medio es el mensaje", decía Marshall McLuhan.

Desde octubre de 2019, un amplio sector de la prensa nacional ha glorificado la revuelta social, minimizando la extrema violencia con que el lumpen estuvo a escasos minutos de tomarse el Palacio de La Moneda, lo que habría desatado una gravísima crisis institucional. El Metro de Santiago, iglesias y espacios públicos fueron incendiados; numerosos comercios saqueados y destruidos; el perro "matapacos" se alzó como símbolo de una rebeldía malentendida; y se obligó a las personas a bailar para evitar el destrozo de sus vehículos, práctica que nada tiene que envidiar a las aberraciones cometidas por la Alemania nazi contra los judíos.

Todo periodista tiene el deber, qua periodista, de proceder del modo más neutral y objetivo posible. No puede ser un activista, vocero o defensor de ideologías que avalen el uso de la fuerza como forma de acción política.

Es irónico, pero el mismo Jefferson casi al final de su mandato tenía una opinión negativa sobre la prensa: "Es una verdad melancólica que la supresión de la prensa no sería más perjudicial a la nación que su entrega prostituida a la falsedad".

Parece que Jefferson no estaba muy conforme con el escrutinio de la prensa sobre su persona, aunque es probable que lo afectase también la amarga constatación de la naturaleza humana.