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POR SEGISMUNDO

RELOJ DE ARENA Recuerdos constitucionales

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Sin mediar decisiones georreferenciales o algún algoritmo, en el plebiscito constitucional de 1980 voté en lo que había sido el colegio de casi toda mi vida y, justamente, en la misma sala donde había cursado lo que se llamaba entonces el quinto o sexto año de humanidades.

Ahí, mi profesor de Educación Cívica había sido un joven y brillante abogado egresado de la Escuela de Derecho de los Sagrados Corazones, así se llamaba a la actual facultad de la Universidad Católica de Valparaíso. Por paradoja, ese mismo abogado años después ofició como ministro del Interior, aplicando las normas de la Constitución de 1980.

Esa Constitución, vilipendiada y remendada una y otra vez, es atribuida a cuatro generales, es decir, los integrantes de la Junta que había asumido el Gobierno en septiembre de 1973. En verdad eran tres generales y un almirante y la redacción de aquella Carta tuvo muchos artífices, entre ellos, Jaime Guzmán, que pagó con la vida su participación en el gobierno militar.

Una polera por ahí lo muestra, masacrado. Algunos la lucieron tal vez en un momento de debilidad. ¿Se habrán mirado al espejo?

Esa Constitución, quizás en sus orígenes, conjetura personal, tenía algunas ideas de José Antonio, el mismo que en los tensos tiempos de la Revolución Española fue fusilado tras un "juicio abreviado" dispuesto por tribunales republicanos de Alicante. Coincidencias a través de la historia y del tiempo, claro que, sin juicio alguno para Guzmán, que en estos días cierta candidata desubicada lo puso en el mismo saco que el fraudulento constituyente Rojas Vade.

Pero volviendo a mi personal experiencia de votación en un lugar tan conocido, ya con nuevos bancos, pero con las mismas perchas en que colgábamos la chaqueta para ponernos unos rayados y maltrechos overoles, nada de blancos, por cierto. No existían registros electorales formales. Estos aparecieron sólo en 1988, con el nacimiento del Servicio Electoral.

Los resultados, cuestionados hasta el día de hoy al punto que estamos embarcados en un segundo proceso de reforma, favorecieron la aprobación.

El voto era secreto en una cédula única. Yo, iconoclasta, voté rechazando el proyecto oficialista.

Los números finales dieron como resultado un 67,04 por ciento a favor y un 30,19 de rechazo. Resultados "arreglados" para muchos, pero vigentes hasta el día de hoy.

En todo caso, la existencia de un número considerable de adversos daba cierta legitimidad al proceso. Una reflexión lógica tras conocer el resultado de la reciente elección presidencial de Cuba, en que Miguel Díaz-Canel fue reelegido con el 97,66 por ciento de los sufragios de los diputados que, de acuerdo con la norma habanera, son los que designan al mandatario. Estos, a su vez, también son elegidos con votaciones bastante complacientes, exageradas, diría yo. Pienso que cuando ciertos gobiernos se arriesgan a hacer elecciones, hay que tener, aunque sea para el exterior, cierto pudor y no exagerar la aprobación. Bueno el cilantro, pero no tanto, aconsejan experimentadas cocineras.

El "león" de los años 20

En Chile, de acuerdo a la Constitución de 1833, los presidentes eran designados mediante un procedimiento indirecto de electores, sistema que se prestaba para toda clase de maniobras y que se puso al rojo en las elecciones de 1920, con un virtual empate entre Luis Barros Borgoño y Arturo Alessandri Palma.

Un tribunal de honor dio la victoria al "León" que, analizados los resultados, había logrado 177votos, contra 176 de su contendor. Alessandri, una vez en La Moneda, con problemas variados y una pausa europea, puso en marcha la Constitución de 1925. Artífice fue José Maza, que elaboró un texto que con diversas modificaciones fue sometido a plebiscito el 30 de agosto de 1925. Inscritos en el padrón de esos años, 302.304. Llegaron a las urnas sólo 132.421, de los cuales 127.483 aprobaron la propuesta y 5.448 la rechazaron, mientras 1.490 votaron en blanco.

En la elección sólo votaban varones. Pese a la precariedad de la participación, la Constitución comenzó a funcionar con tropiezos diversos y hasta con una dictadura, la de Ibáñez, de 1937 a 1931. Con sus disposiciones fueron elegidos Juan Esteban Montero, radical; Arturo Alessandri Palma, con votos de derecha; Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos Morales y Gabriel González Videla, los tres radicales; Jorge Alessandri Rodríguez, independiente de derecha; Eduardo Frei Montalva, democratacristiano, y Salvador Allende Gossen, socialista.

La Carta de 1925 ponía fin a un confuso sistema parlamentario y establecía un régimen presidencial fuerte, tendencia que se mantuvo en la de 1980, ahora en entredicho, además de elección directa del Jefe del Estado.

El problema estaba en que el mandatario debía ser elegido con mayoría absoluta. De no lograrlo, el Congreso Pleno escogía entre las dos primeras mayorías relativas. Ahí estaba el germen del conflicto. En 1937, Aguirre Cerda, radical, solo logró 4.111 sufragios más que su contendor, el derechista Gustavo Ross. Una vacilante decisión parlamentaria final, precedida por la violenta represión a un grupo nazi y presiones militares, reconocieron los números de las urnas.

Contundente fue la mayoría lograda el 4 de septiembre de 1964 por Eduardo Frei Montalva, 55,67 % de los votos, contra un 38,64 de Salvador Allende y un esmirriado 4,95% de Julio Durán, radical. Eran los años de "brilla el sol", de la DC, que con el tiempo se iría carcomiendo desde sus entrañas hasta llegar a su famélica situación actual.

Crisis en 1970

El conflicto latente, mayoría absoluta o Congreso, hizo crisis con la votación del 4 de setiembre de 1970. Primero llegó Salvador Allende, 1.075.616 votos, seguido de Jorge Alessandri, 1.036.278 sufragios, y último el DC Radomiro Tomic, 824.849 preferencias.

¿Qué decidiría el Congreso? Presiones y negociaciones y una declaración de Alessandri advirtiendo que, en el caso de ser elegido en el Congreso Pleno, lo que era constitucionalmente posible, renunciaría al cargo, dando lugar a una nueva elección.

Finalmente, la DC plantea a Salvador Allende un Estatuto de Garantías a cambio de sus votos en el Congreso Pleno. Suscrito el acuerdo, el 24 de octubre de 1970 el Parlamento dio el pase a Allende con 135 votos, contra 35 de Alessandri y 7 abstenciones.

¿Qué habría ocurrido si la Constitución de 1925, bastante parchada también, hubiese considerado una segunda vuelta en la elección presidencial?

Ahí están los hechos y cifras para la historia. Calcule usted. Los votos son aves de paso. Van de un lado para otro, una vieja realidad del abecé de la política.