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Día del trabajador en Chile

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Algunos podrán culpar a la dictadura de haber borrado los movimientos obreros. Sin embargo, durante el siglo XXI, las organizaciones de trabajadores tampoco se reinventaron".

El 1 de mayo se conmemorará otro día del trabajador. La historia detrás de uno de los feriados más importantes en el calendario resulta bastante conocida. Un grupo de trabajadores en Estados Unidos se manifestaba por obtener mejoras laborales y la huelga culminó con la muerte de varios de ellos y de un policía. Un grupo de líderes sindicales fue responsabilizado de este incidente y, posteriormente, 5 de ellos fueron ejecutados. Pasaron a la historia como los mártires de Chicago.

La historia de cuándo partió este feriado en Chile, en cambio, es menos conocida. Inspirados en el hito de los mártires, los movimientos de trabajadores en Chile conmemoraban esa fecha y exigían al gobierno que se estableciera como día feriado, al igual como sucedía con el resto del mundo, cuestión que no sucedió hasta 1931.

El año no es casualidad y coincide con el deterioro de las condiciones políticas y económicas que enfrentaba el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. En un escenario cada vez más adverso, al general no le quedó otra opción que ceder frente a las presiones y, a través de un decreto del 1 de abril de 1931, se estableció el 1 de mayo como feriado legal. De alguna forma, con este decreto se comenzaba a cerrar un círculo. Éste se inició cuando un grupo de oficiales realizó un "ruido de sables", que obligó a los parlamentarios a hacerse cargo de una serie de leyes laborales que dormían en el Congreso. El mismo círculo se cerró con la publicación del Código del Trabajo, el 13 de mayo de 1931.

Para frustración de Ibáñez, nada de esto sería suficiente. Las protestas de trabajadores, a las que se sumaron meses más tarde los estudiantes, terminaron provocando la renuncia de su gabinete y, finalmente, la del propio general, el 26 de julio de 1931.

Más allá de la coyuntura política y económica, la presión que pudieron ejercer los trabajadores fue el resultado de años de organización durante los cuales se habían conformado gremios, sindicados y mutuales. En esta línea, Valparaíso fue pionero en tener los primeros gremios y grupos más fuertes.

Ante la precariedad laboral que existía antes de las primeras leyes labores y del mencionado Código, fueron los mismos trabajadores quienes se organizaron para hacer frente a la carestía y situación de abandono en la que se encontraban.

Basta revisar las páginas de los diarios de la época para encontrar, por ejemplo, el mismo 1931, una gran cantidad de actividades organizadas por y para los trabajadores. En mayo de ese año, por ejemplo, observamos que los diarios y periódicos poseían páginas dedicadas de forma completa a ellos.

El suplemento "Vida Obrera" daba cuenta de cosas tan disímiles como el anuncio de una reunión de la directiva de la sociedad de choferes, la elección de la "Reina del Taller", una sección de Teatro Obrero y la realización de un curanto de domingo para un grupo de obreros. Entre estas noticias, figuraba, por citar otro caso, un agradecimiento de los reclusos en la cárcel por el "momento de solaz y esparcimiento que les proporcionaron distinguidos miembros del Ateneo Artístico Obrero".

De este ambiente a esta fecha, ya nada queda. Algunos, con justa razón, podrán culpar a la dictadura de haber borrado de la faz de Chile los movimientos obreros. Sin embargo, durante el siglo XXI, las organizaciones de trabajadores tampoco se reinventaron y han ido perdiendo influencia debido, en algunos casos, a la corrupción interna dentro de los sindicatos, la excesiva politización de sus miembros, la apatía, el individualismo y los cambios de hábitos del siglo XXI.

Si antes el trabajador encontraba su momento de ocio en la mesa de dominó de un club social o equipo de fútbol, hoy, en cambio, lo puede hacer en su casa con su familia, con una serie de televisión o en su mismo smartphone. Son los nuevos tiempos y las nuevas costumbres que nos hacen olvidar las razones que permiten descansar un 1 de mayo. 2

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El infierno en la frontera

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Son pequeños y grandes humanos viviendo un infierno que nadie debería sufrir por el solo hecho de querer aspirar a una vida mejor. Porque, aunque a algunos les cueste entender, no vinieron precisamente de vacaciones. Llegaron buscando sobrevivir".

Cuando se habla de crisis, se entiende que hay un problema grave, que requiere solución rápida y efectiva. En la misma línea, si alguien utiliza la palabra "humanitario", sabemos que se relaciona -como afirma la Real Academia de la Lengua Española- con "el bien del género humano" o con "aliviar los efectos que causan la guerra u otras calamidades en las personas que las padecen".

Todo lo descrito tiene algo en común: calza perfectamente para explicar lo que están viviendo miles de personas migrantes en la frontera norte de Chile y Perú, en la medida en que intentan salir de nuestro país para volver al propio… Lo que no pueden hacer sin pasar por la nación vecina, que -a su vez- se niega a dejarlos entrar.

Es una crisis humanitaria en toda la profundidad que conlleva esa frase, pero además, algo que podría haberse evitado -o morigerado, al menos- si nuestro país se hubiera concentrado -unitariamente- en legislar y ordenar la llegada de extranjeros seriamente. No para el slogan y la campaña fácil. Y aunque toda la clase política ha cerrado los ojos como niño, para ver si el problema desaparece solo, lo cierto es que su gravedad aumenta exponencialmente.

Se trata de una realidad dramática, que se arrastra hace tiempo. Las dificultades no empezaron el 11 de marzo de 2022 ni la llegada de extranjeros se inició cuando Gabriel Boric recibió la chapa de O´Higgins. Pero hoy él debe buscar urgentemente la forma de encontrar una salida, aunque la tardanza en hacerse cargo de la regulación en el proceso migratorio, es una herencia cuyo efecto es que el problema siga escalando y que una solución indolora sea cada vez más difícil.

Porque en Chile no teníamos el concepto de "crisis migratoria" en el vocabulario político. En Latinoamérica no lo habíamos tenido en esta magnitud y ahora parece que no entendemos el fenómeno. Por lo mismo, ni los estados están preparados, ni las políticas públicas, ni la infraestructura ni incluso parte de la ciudadanía, que todavía enarbola frases racistas y clasistas increíbles en el siglo XXI.

Los datos hablan de 1,4 millones de extranjeros que llegaron a Chile hasta 2021, lo que incluye a quienes están en situación regular o bien acceden a algunos beneficios que los ponen en el radar público. Pero los que están completamente irregulares, simplemente no existen.

Y hoy muchos ven pasar las horas en la desértica e inhóspita frontera entre Chile y Perú, aunque nadie los vea a ellos. Entonces, cuando autoridades peruanas aprovechan de generar un flanco diplomático a partir de la grave crisis humana, y el gobierno de Boric -igual que el anterior- siguen demorando e ignorando la necesidad de modernizar la política migratoria, en la Línea de la Concordia hay niños, niñas, mujeres y hombres que lo están pasando mal. No es un dato estadístico, un porcentaje o un slogan de campaña. Son pequeños y grandes humanos viviendo un infierno que nadie debiera sufrir por el solo hecho de querer aspirar a una vida mejor. Porque, aunque a algunos les cueste entender, no vinieron precisamente de vacaciones. Llegaron buscando sobrevivir.

Además, la Declaración Universal de DD.HH. de Naciones Unidas establece que la migración es una facultad de todo ser humano y que todos y todas pueden "circular libremente y elegir su residencia en el territorio de un Estado". Pero también afirma que esta garantía incluye el "salir de cualquier país y regresar" a su origen.

A la luz de aquello entonces, más que emitir declaraciones acusatorias y llamar a consulta a embajadores, la urgencia hoy debiera movilizar a ambos países -incluyendo todos sus poderes nacionales y locales- en la forma de resguardar esos derechos, sobre todo cuando se incluye a niños y niñas. La negligencia no tiene cabida en esto, porque más que política o ideología, se trata del dolor humano y de un concepto en retirada: empatía.

PD. En una semana más estaremos eligiendo a los miembros del Consejo Constitucional. ¿Cuántos se comprometerán realmente con la situación migratoria? 2

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