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Sociedad, cultura y salud

Carruaje nupcial de la esposa de Pompeya fue reconstruido 2.000 años después

ANTIGÜEDAD. El tesoro arqueológico de bronce y plata es un "pilentum" que fue sepultado por la erupción del volcán Vesubio y que ahora se exhibe en Roma.
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Agencias

El subsuelo de Pompeya, la ciudad sepultada por la erupción del Vesubio hace dos milenios, devolvió en 2019 un nuevo tesoro: un raro carro nupcial en bronce y plata que fue reconstruido y ahora se expone en Roma en una muestra que ahonda en la relación entre el hombre actual y sus ancestros.

Este extraordinario vestigio estará presente hasta el 30 de julio en la exposición "El instante y la eternidad: entre nosotros y los antiguos", del Museo Nacional Romano, en las Termas de Diocleciano de la capital italiana.

El carruaje fue identificado como un "pilentum", un vehículo que en el mundo clásico era usado por las élites, sobre todo para el ritual de acompañar a la esposa a su nueva casa tras el matrimonio.

Se trata de un caso único en Italia no sólo por su sorprendente estado de conservación, tras dos mil años bajo la ceniza, sino porque es la primera vez en que un carruaje nupcial -sólo se encontró otro en Tracia, Grecia- es estudiado y además reconstruido.

Massimo Osanna, responsable de la excavación cuando se anunció el descubrimiento, dijo que una hipótesis sobre el propietario del carruaje es que perteneció a un general o funcionario militar del más alto rango, puesto que las bridas del caballo eran castrenses.

Es probable que perteneciera a la familia Mummii, ya que en uno de los muros de la villa está escrito el nombre Mummia: las mujeres romanas no tenían nombre propio como los hombres, sino que llevaban el nombre en femenino de la familia a la que pertenecían, publicó National Geographic.

El carruaje fue encontrado en Civita Giuliana, una localidad al norte de Pompeya, la urbe romana destruida y sepultada por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C., y en su largo tiempo enterrado, como es natural, perdió sus partes orgánicas, como la madera o el cuero, pero se conservó su estructura metálica, sus ejes y su decoración en plata y bronce de temática erótica.

Todas estas partes fueron colocadas en un nuevo carruaje de madera con idéntica forma, gracias a la realización de un calco del hueco que dejó bajo tierra. De este modo, el visitante podrá apreciar por primera vez cómo era.

El ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, celebró la recuperación de "una auténtica perla" que demuestra "lo excepcional" del patrimonio cultural italiano.

Exposición

La exposición en las Termas de Diocleciano cuenta con unos 300 restos arqueológicos, entre estos el carruaje y otras obras griegas, etruscas, itálicas, medievales y contemporáneas.

El recorrido se abre con los calcos de dos víctimas anónimas del fuego del Vesubio sobre cenizas, cuya silueta retorcida aún permite sentir el horror del desastre pompeyano y empatizar con su gente.

La relación entre el hombre moderno y el antiguo, explican en uno de los paneles, es "sustancialmente doble": por un lado se creó tras un largo proceso de transmisión artística e intelectual que fraguó la llamada Cultura Clásica; pero por otro se generó "un fenómeno de asimilación" con seres que vivieron dramas y alegrías como los actuales; una boda, en el caso del carruaje.

Para exponer esa relación con la antigüedad, la muestra descubre por primera vez al público restos arqueológicos descubiertos o restaurados en los últimos meses.

Entre los mitos que constituyeron el mundo actual está el rapto de Zeus de la princesa Europa convertido en toro y que aparece personificada por primera vez en la llamada "Tabula Chigi", un importante bajorrelieve romano comprado por el Estado el año pasado.

La última vitrina de la muestra recoge numerosas representaciones del cuerpo en terracota, como manos, pies, ojos, lenguas, dientes, penes, vaginas o senos, ofrendas que hombres y mujeres de tiempos remotos dedicaban a los dioses por alguna dolencia.

Vinculan llamadas de celular con un mayor riesgo de hipertensión

ESTUDIO. Científicos descubrieron que media hora de uso a la semana basta para aumentar la probabilidad.
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Hablar por celular 30 minutos o más a la semana se relaciona con un aumento del riesgo (12%) de hipertensión arterial frente a conversaciones más cortas, aunque los autores de la investigación señalan que se necesitan más estudios para confirmar los hallazgos.

La investigación, publicada por European Heart Journal y que firma un equipo chino, analizó datos de más de 212.000 personas, con edades entre 37 a 73 años, sin hipertensión arterial y de los que 88% se definían como usuarios de móviles. El seguimiento medio fue de doce años.

Radiofrecuencia

"Lo importante para la salud cardíaca es el número de minutos que la gente pasa hablando por el móvil; más minutos significa más riesgo", según el líder del estudio, Xianhui Qin, de la Universidad Médica del Sur, China, citado por la Sociedad Europea de Cardiología.

Los resultados del estudio indican que "el uso del teléfono móvil para hacer o recibir llamadas se asoció significativamente con un mayor riesgo de hipertensión de nueva aparición, especialmente entre los usuarios de alta frecuencia".

Los teléfonos móviles emiten niveles bajos de energía de radiofrecuencia, que se han relacionado con aumentos de la presión arterial tras una exposición de corta duración, pero estudios previos hechos sobre esta materia no eran coherentes, posiblemente porque incluían todos los usos del teléfono no sólo las llamadas.

La información sobre el uso del celular se recogió mediante un cuestionario autodeclarado por los participantes al inicio del estudio, que incluía los años de uso, las horas semanales y el uso de un dispositivo manos libres/altavoz.

Hasta un 25%

Durante los años de seguimiento, el 7% de los participantes desarrollaron hipertensión y los usuarios de celulares tenían un riesgo de hipertensión un 7% mayor que los no usuarios. Los que hablaban por el teléfono móvil 30 minutos o más a la semana tenían un 12% más de probabilidades de sufrir hipertensión de nueva aparición que los que dedicaban menos de media hora. Los resultados fueron similares para mujeres y hombres.

En comparación con los participantes que dedicaban menos de cinco minutos a la semana a hacer o recibir llamadas, el tiempo de uso semanal de 30-59 minutos, 1-3 horas, 4-6 horas y más de seis horas se asociaba a un aumento del riesgo de hipertensión del 8%, 13%, 16% y 25%, respectivamente.