"Nadie podría tener claro cuánto tardará en escurrirse una mayoría que hoy apoya a la extrema derecha"
El Premio Nacional de Humanidades y ex convencional constituyente por Valparaíso, Agustín Squella, manifiesta en esta entrevista sus temores por el contundente triunfo del Partido Republicano el domingo y deja claras cuáles serán las posibilidades de éxito del proceso en curso.
- ¿Cómo analizó los resultados del domingo?
- Que las mayorías electorales, como se dice, son muy líquidas, y es de esa manera que rápidamente se escurren. Aun así, nadie podría tener claro cuánto tardará en escurrirse una mayoría que hoy apoya a la extrema derecha. Sabemos lo que es extrema derecha, pero son muchos los que por sentirse inseguros ante la delincuencia y atemorizados ante la migración parecen dispuestos a echarse en manos de cualquiera que simplifique ambos fenómenos y no sea capaz de proponer más que mano dura y cierre de las fronteras.
- ¿La solución para ello era la moderación?
- La solución no está en que nos vayamos al centro, sino en entender que el voto de derecha o izquierda no es inmoderado; sólo lo es el de extrema derecha y el de extrema izquierda, dos alternativas que encuentran su mejor caldo de cultivo cuando dejamos de ser reflexivos y nos dejamos llevar por la pasión o los intereses personales.
- ¿Qué expectativas tiene de un Consejo Constitucional que será liderado con mayoría absoluta por el Partido Republicano y la derecha en general?
- Ese partido, y toda la derecha, criticaron como una desgracia que la ex-Convención estuviera cargada hacia un lado, pero ahora celebran que el nuevo Consejo lo esté para su lado. Así de inconsecuentes y maniqueos podemos ser.
-¿Es probable que vivamos un proceso parecido al anterior, pero inclinado hacia la derecha?
- ¿Dígame usted si no es raro? En el caso de la ex-Convención, la derecha denunció que estaba cargada hacia la izquierda y ahora está entusiasmada de que este proceso se cargue para su lado. ¿Se quiere realmente un órgano equilibrado y ampliamente representativo de la diversidad de la sociedad chilena actual o se quiere nada más que ganar poder dentro de él para imponer los propios puntos de vista e intereses? El continuo doble estándar y maniqueísmo nos está haciendo mucho daño.
- ¿Por qué cree que este proceso ha conectado tan poco con la ciudadanía?
- Estamos ya en el tercer intento para reemplazar la Constitución actual, bueno, porque eso es lo que cabe hacer con las constituciones de las dictaduras, reemplazarlas y no meramente modificarlas. Sin embargo, nos pesan los dos fallidos intentos constitucionales anteriores, tanto el de la ex-Convención y el que tuvo lugar en el segundo gobierno de Bachelet. Pesa también la sucesión de hechos de diverso tipo que han caído sobre la población: estallido social, pandemia, crisis económica, violencia en La Araucanía, actividad de bandas criminales, violencia narco, crisis migratoria. Es mucho, ¿no?
- ¿A usted lo motiva?
- Claro que me motiva, aunque el diseño institucional acordado para esta fase me parece muy raro. Se trata de un animal tricéfalo, compuesto por una Comisión Experta, un Consejo Constitucional y un elenco de árbitros custodios. Y hasta cuadricéfalo si se suman las 12 bases que aprobó el Congreso y que, lejos de ser bordes para la nueva propuesta, anticipan contenidos constitucionales, limitando tanto la labor de los expertos como de los consejeros. Es un diseño hecho desde el miedo y desde la involución conservadora que, a mi juicio, estamos viviendo como país.
- ¿Qué le ha llamado la atención de la Comisión Experta? ¿Cuál es su valoración hasta ahora?
- Que se comportan más como políticos que como expertos, lo cual era de esperar, puesto que fueron designados por partidos políticos con representación en el Congreso y es a esos partidos a los que se deben ahora y en sus eventuales carreras políticas futuras. Con todo, espero que entreguen una propuesta digna y no una hoja en blanco como temen algunos expertos.
Consejo constitucional
-¿Cómo califica el estado de la política chilena tras el rechazo de la propuesta anterior?
- Una política de muy mala calidad y, en buena parte, tanto desde la izquierda como desde la derecha, y ni qué decir desde los extremos de una y otra, está hecha desde la rabia. Hay motivos para estar alterados, pero aun aquellos que piden moderación, y en ellos me incluyo, están a veces poseídos por la confusión y la desmesura o por sus intereses.
- Si fuera por usted, ¿qué normas sensatas del proceso anterior deben estar en el nuevo texto?
- Varias: las relativas a un auténtico Estado social de derecho; las de medioambiente, naturaleza y biodiversidad; las de organismos autónomos del Estado, partiendo por la Contraloría; y un reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas que, sin llegar a la plurinacionalidad, podría ahora quedar reducido a un saludo a la bandera. Ese reconocimiento le fue rechazado a Patricio Aylwin y también al gobierno de Ricardo Lagos. Y vea usted cómo se retardan culpablemente aspectos que podrían haber sido resueltos hace bastante tiempo. Chile se parece de pronto a un camarón que se duerme, como es claro que nos ha pasado en el tema previsional.
- Se le pide a este nuevo proceso solucionar los problemas de la política diaria, como la desafección, la hiperfragmentación o la polarización. ¿Cómo se consigue eso?
- Hay que seguir remando. Hace ya rato estamos en medio de un temporal causado por más factores que la pandemia y no queda otra que trabajar de consuno dentro de la embarcación, en espera de que el mal tiempo vaya despejando, pero sin pelearnos unos con otros en la cubierta con el ánimo de suprimir a los que piensan distinto de uno. La política siempre ha estado algo polarizada, porque tiene que ver con la disputa por el poder.
-¿Hay posibilidades de que este proceso vuelva a reconectar con las personas y que pase, a la inversa de la Convención, de una popularidad inexistente a altos niveles de aceptación? ¿Qué debe pasar para eso?
- Para que esta fase del proceso prenda en los ciudadanos y se recupere la confianza y parte del entusiasmo es indispensable que los tres órganos del actual diseño, ya elegido el Consejo Constitucional, trabajen de una manera que apunte al bien del país y no al beneficio de uno u otro sector. En este momento no hay sólo diferencias ideológicas en pugna, sino distintos intereses en juego, todos muy poderosos y que no suelen presentarse bajo esa palabra, intereses, y menos aún bajo la de intereses materiales, y que se disfrazan como si se tratara de discrepancias en creencias, principios o valores. La diversidad de intereses no es una anomalía, pero sí lo es que se los oculte o enmascare con grandes palabras.
Aprendizajes
- ¿Cree que el trato a los exconvencionales ha sido injusto, que se usen sus nombres casi como un insulto?
- Claro que ha sido injusto, aunque es probable que algunos sí merezcamos cuando menos una crítica, porque ni dentro de la ex-Convención ni después de ella hemos hecho suficiente autocrítica. Pero eso no debería llegar a que prácticamente nos traten como si fuéramos leprosos.
- La mejor virtud de la Convención que debería repetirse en el nuevo proceso y el peor error que debería evitarse.
- La mejor virtud, la tolerancia, mas no sólo de la pasiva o mera resignación para convivir en paz con puntos de vista ajenos, sino la tolerancia activa de quienes dialogan con la disposición a poder cambiar sus posiciones originarias como consecuencia de haber oído y sopesado argumentos distintos de los propios. ¿El peor error? La estridencia desafiante en las declaraciones públicas que los comisionados hagan durante el proceso.
"La extrema derecha y la extrema izquierda encuentran su mejor caldo de cultivo cuando dejamos de ser reflexivos y nos dejamos llevar por la pasión o los intereses personales".
"Para que el proceso prenda en los ciudadanos es indispensable que los tres órganos del actual diseño trabajen de una manera que apunte al bien del país".