Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Espectáculos
  • Vida Social
  • Servicios
  • Clasificados
  • Contraportada

El regreso del héroe

E-mail Compartir

Desde el Huáscar fueron descendidos los tres ataúdes que venían desde Iquique y que correspondían, además de Prat, a Ignacio Serrano y a Juan de Dios Aldea. Las crónicas señalan que la multitud tenía invadidas todas las calles, la playa, el muelle y el malecón".

En una nueva conmemoración del 21 de mayo de 1879, pareciera que la gesta de Arturo Prat, en tiempos de constituciones, ha pasado a un segundo plano. Aprovecho esta distracción para detenerme en algunos detalles que, transcurrido más de un siglo, han sido olvidados o son poco conocidos. En específico, la llegada del cuerpo de Prat al monumento de los héroes que se concretó nueve años después del combate, el 21 de mayo de 1888.

La recepción se produjo ese día en la mañana. Desde el Huáscar, fueron descendidos los tres ataúdes que venían desde Iquique hasta Valparaíso y que correspondían, además de Prat, a Ignacio Serrano y a Juan de Dios Aldea. A través de tres lanchas, fueron conducidos hasta el muelle, donde fueron acompañados de otras embarcaciones que querían estar cerca de los héroes.

El puerto, podrán imaginar ustedes, estaba atiborrado de gente. Las crónicas señalan que una multitud innumerable tenía invadidas todas las calles, la playa, el muelle y el malecón. Nadie quería quedar fuera de esta bienvenida. Mientras esto ocurría, desde los fuertes y los buques, se disparaban salvas que aumentaban la conmoción del público.

En el muelle, se encontraban las embarcaciones que transportaban a las autoridades. Luis Uribe, al mando del Huáscar, el intendente de Iquique, representantes del senado, entre otros, y los familiares de Prat, donde destacaba Arturito, que para ese entonces tenía diez años. En la bahía, lo esperaba el hijo de Carlos Condell, Carlitos, con una corona de flores. Su padre había fallecido hacía menos de un año.

Ya en tierra, unos hermosos carruajes, tirados por seis caballos cada uno, transportaron los ataúdes por la calle Victoria (hoy Pedro Montt) hacia el estero de las Delicias, donde se iba a realizar la primera ceremonia. Fue un viaje de diez cuadras, con un público que repletaba las calles. Nunca antes, ni siquiera cuando regresó el ejército, se había visto tanta gente.

Mientras la comitiva avanzaba, los habitantes del puerto, desde ventanas y balcones, lanzaban flores, papelitos de colores e incluso poemas que caían sobre los féretros. También desde una casa se lanzaron palomas blancas, aumentando la emotividad del espectáculo.

Otro tema eran los tradicionales arcos de flores que cruzaban las calles y que se armaban con motivo de las victorias y festividades. Los vecinos competían por tener el mejor. Algunos arcos se iluminaban para lucirse en la noche y, para esta ocasión, uno incluía un sistema de poleas que, al momento de pasar los féretros, permitió que una niña descendiera y lanzara sobre los féretros una lluvia de flores.

Las casas, en tanto, se engalanaron con banderas, coronas, guirnaldas y escudos. Nadie quería quedar fuera de esta fiesta patriótica y de reconocer, como se merecían, a sus héroes.

Ya en la plaza de la Victoria, esperaba el presidente de la República a la comitiva. Si el desembarco había sido a las 10:00, ya eran las 15:00 cuando empezó a escucharse la marcha fúnebre de Chopin. Luego vino la plegaria de Moisés, interpretada por una soprano, dos tenores y setenta coristas. El majestuoso acto culminó con los discursos de las autoridades.

El largo viaje desde Iquique finalizaba con la sepultación en el monumento a los héroes. Ahí el encargado de dar un discurso fue el segundo comandante y sobreviviente de la Esmeralda, Luis Uribe. En sus palabras, el monumento que albergaría las cenizas de los héroes iba a ser el faro sagrado que alumbraría eternamente a los marinos de Chile en la senda de la victoria y del sacrificio.

De esta forma, se cerraba un ciclo. El mismo puerto que había recibido con estupor y orgullo la noticia del 21 de mayo en 1879, recibía de regreso a su héroe. Prat podía descansar para siempre en un monumento que, sin importar los vaivenes de la ciudad, se mantiene incólume al paso del tiempo. 2

"

Todavía a tiempo

E-mail Compartir

Los temas no han cambiado ni tampoco las promesas presidenciales, lo que determinará que escuchemos temas que ya hemos oído muchas veces. Los compromisos no sólo no se han cumplido, sino que además se repiten como

coro, con distintos énfasis".

Ha sido un tobogán de noticias, sensaciones, aciertos y errores. Tanto, que muchos piensan que el Presidente de la República, Gabriel Boric, lleva mucho más de un año en el cargo. Sin embargo, apenas cumple 426 de los casi 1.500 días que estará en La Moneda.

En ese marco, en unos días más tendrá que subir al podio, pararse frente al Congreso Pleno y a la ciudadanía, para entregar su segunda cuenta pública, muy distinta a la del 2022. El año pasado, cuando realizó este ejercicio básico en una democracia sana, todavía le quedaba algo de "luna de miel" con la gente y aún no tenía mucho que mostrar. Además, estaba inserto en pleno trabajo de la Asamblea Constituyente, que claramente le acomodaba más que el Consejo Constitucional electo hace unas semanas.

Ahora Boric deberá llegar el 1 de junio en un pie muy diferente al del 2022. Primero, porque ya no es un novato, tiene detrás de sí un año completo de trabajo, de éxitos y de equivocaciones -siempre estas últimas quedan más en la retina- y, por lo mismo, está en condiciones de realizar un primer balance real y concreto. Además, es el momento en el que -si el discurso es trabajado con relativo profesionalismo- se le puede dar énfasis a lo que sí se ha hecho bien, de manera de mostrarse como un gobierno que, pese a todo, está avanzando en su programa.

Probablemente, este será -además- momento de referirse a las dos almas del Ejecutivo, intentando mostrar que estas han logrado trabajar en conjunto, uniendo juventud y experiencia -al más puro estilo de Ricardo Arjona- y limando las asperezas que han hecho más noticia. Al menos en el último tiempo, pareciera ser que el bacheletismo e incluso el laguismo han estado liderando La Moneda. Apruebo Dignidad aparece absolutamente ausente y sólo manotea a ratos como para mostrar que están vivos, aunque sea torpedeando al gobierno. La excepción es Camila Vallejo, la vocera, que ha logrado -quizás gracias a la disciplina rigurosa inculcada en el PC- convertirse en uno de los pilares fundamentales para el presidente.

Probablemente, también habrá anuncios, pues queda todavía mucho paño que cortar. Boric apenas lleva un cuarto del tiempo que estará a cargo del país y, por lo tanto, aún es posible generar esperanza, que es lo que -en definitiva- se necesita. Pero ojo, aquello debe ser en un marco de realismo, evitando instalar en la ciudadanía sobrexpectativas imposibles de cumplir, las que finalmente terminan siempre reventándoles en la cara a los mandatarios que así lo han hecho.

Los temas no han cambiado ni tampoco las promesas presidenciales, lo que determinará que escuchemos temas que ya hemos oído muchas veces. Los compromisos no sólo no se han cumplido, sino que además se repiten como coro, con distintos énfasis, lo que además complica las ya conflictuadas relaciones entre el gobierno de turno y la ciudadanía.

De hecho, en 2015, Michelle Bachelet -en su segundo mandato- se concentró en la crisis que vivía -a propósito del caso Caval que protagonizaron su hijo y nuera-, comenzando con una frase lapidaria: "Debemos asumir las dificultades del año que hemos vivido". Aquello no obstó a que se refiriera a los grandes proyectos que esperaba concretar, como la creación de una nueva defensoría para las víctimas de la delincuencia. Reiteró también su compromiso "firme" con una nueva Constitución (que terminó enviando al Congreso unos días antes de dejar el mando, en 2018)

Por su parte, en 2019, Sebastián Piñera se la jugó por "extirpar la narcocultura de los barrios críticos"; cambiar la composición del Congreso, de manera de que disminuyeran a 120 diputados y 40 senadores; comenzar el trabajo para el ya mítico tren entre Valparaíso y Santiago.

En esta especie de deja vu, Boric debe plantear firmemente lo que será su legado cuando deje La Moneda en 2026, aunque habrá temáticas que deberán estar sí o sí, aunque suenen a chiste repetido: seguridad, crecimiento, educación, entre otros.

De él depende salir del inmovilismo constitucional, considerar expectativas que sean factibles de cumplir y que la "boleta" cuando se vaya tenga saldo a favor y no en contra. Todavía está a tiempo. 2

"