RELOJ DE ARENA Recuerdos para el patrimonio
El 12 de julio de 1901 fallecía en Valparaíso el Presidente de la República Federico Errázuriz Echaurren. Gravemente enfermo, no alcanzó a completar su periodo. Tenía poco más de 50 años, pero estaba afectado de graves enfermedades y también por presiones políticas internacionales, al punto que estuvimos, no es novedad, de irnos a las manos con nuestros hermanos del otro lado de la cordillera.
Fue la disputa de la Puna de Atacama, que comenzó a resolverse mediante un acuerdo de arbitraje rubricado por el Abrazo del Estrecho, encuentro entre don Federico y el mandatario argentino Julio Roca en febrero de 1899. El acuerdo definitivo tras arbitraje entregado a la Corona Británica, se logró sólo en 1902 bajo la Presidencia de Germán Riesco.
Su llegada a La Moneda fue complicada. En la votación indirecta mediante un sistema de "grandes electores" y con mucha macuquería, pillería y compra de poderes electorales, logro 62 preferencias, contra 60 de su contendor, Vicente Reyes. La definición pasó al Congreso, donde obtuvo 137 votos, mientras su contendor alcanzó 134.
Pese a la precariedad del resultado y a las vacilantes mayorías parlamentarias desarrolló una importante labor en el plano de la educación, el saneamiento y las relaciones internacionales. En su mandato Valparaíso se aseguró agua potable mediante la aducción de Peñuelas. Por décadas, fue la principal fuente de abastecimiento. Hoy sólo una esmirriada laguna.
Muere el presidente
Su agitado mandato, con réplicas de la sangrienta revolución del 91, afectó su salud. Era hipertenso, una conjetura. Lo atacó una parálisis parcial. En esas condiciones delegó en su ministro del Interior, Elías Fernández Albano, y luego nombró vicepresidente a Aníbal Zañartu. Buscando salud, lejos del frío y de la altura de Santiago, se instaló en Valparaíso. Además, en esta ciudad atendían destacados médicos alemanes, como los doctores Fiedler, Bruner, Piderit, Ried, Klicmann y Munich, entre otros. A ello se unían revolucionarios procedimientos clínicos, como transfusiones de sangre o el uso de la anestesia. Todo fue inútil y el mandatario falleció en el departamento presidencial del edificio de la antigua Intendencia.
Esas dependencias eran utilizadas ya desde mediados del siglo antepasado como residencia veraniega de los Presidentes y también de los ministros. El Gobierno, huyendo del calor capitalino, sin aire acondicionado en esos tiempos, se trasladaba en masa a Valparaíso. La ciudad, además, era atractiva, especialmente para las damas del oficialismo, con un comercio selecto lleno de novedades importadas.
Todo esto significaba una complicación para el pobre intendente, pues debía compartir su techo, lujoso si se quiere, con su jefe directo. En ese viejo edificio, tal vez un día invernal, sin el encanto del veraneo, falleció Federico Errázuriz. La antigua construcción databa de 1831 y allí funcionaba la Aduana, para ser luego ocupada por la Intendencia y numerosos servicios públicos. Al edificio se lo llevó el tiempo y el terremoto de agosto de 1906.
Había por ahí, en algún cajón del Ministerio de Obras Públicas, atiborrado de cosas que nunca fueron, un proyecto para una nueva Intendencia, planos del arquitecto Pedro Palma. Estilo Francés. Tres pisos y dependencias para el intendente y, lógicamente, para el veraneo presidencial.
Pero finalmente se impuso el edificio actual, proyecto de 1908, también de estilo francés y con departamentos para el jefe provincial y también para su superior, el Presidente de la República. Mientras se emprendía la obra, el Presidente contaba con un departamento en el segundo piso del antiguo edificio de la Estación Puerto.
Las complicaciones de convivencia de la Armada, que funcionaba en el segundo piso de la Intendencia, además del Ejército, con los departamentos oficiales y varias oficinas públicas en la mansarda de la elegante construcción, terminaron en 1930, cuando se inauguró en Viña del Mar una casa de veraneo exclusiva para el Presidente de la República.
Las defensas valparaíso
Era una residencia más digna que aquella compartida en Valparaíso y aprovechaba un hermoso terreno fiscal abandonado, donde se había instalado tras el bombardeo de Valparaíso en 1866, una de las 14 baterías para la defensa del puerto, el Fuerte Callao. Tenía 20 cañones. Defensas tardías sin duda. Muy a la chilena, las soluciones aparecen después de la crisis. Se gastó en esas defensas una astronómica cantidad en esos tiempos, 800 mil pesos. Muchas de las piezas de artillería fueron construidas en una gran maestranza que funcionaba en Limache.
Otra de las baterías se emplazaba en Recreo, el Fuerte Papudo, nueve cañones. Durante la Segunda Guerra Mundial contaba con dos cañones de gran alcance que cubrían la bahía ante la supuesta amenaza de una incursión en medio del conflicto universal. Esa instalación desapareció en los años 80 y fue reemplazada por un abigarrado conjunto de edificios con incomparable vista al mar.
Se habla del Palacio del Cerro Castillo, pero en verdad no es un palacio. Se trata de una lujosa residencia al estilo de las villas italianas, proyecto de los arquitectos Manuel Valenzuela y Luis Browne. El edificio tiene el mérito de haber sido construido en tiempo récord. Se inició en 1929 y se entregó en 1930.
Se sumaba este "palacio", que no era palacio, a otras importantes construcciones del cerro, como los castillos San Jorge y Brunet. A la vez, junto al mar estaban y están el castillo Wulff y el Palacio Ross, hoy Club Árabe.
El 18 de enero de 1931, el entonces Presidente de la República Carlos Ibáñez celebró allí una precursora reunión política con alcaldes de todo el país. Casi todos designados, en tiempos del "gobierno fuerte" de quien en 1952 sería elegido democráticamente como el "general de la esperanza". Las reuniones políticas en ese lugar en busca de rumbos perdidos no son novedad.
La inauguración oficial de la residencia presidencial tuvo lugar el 31 de enero, con una masiva recepción social. Eran tiempos de grandes reuniones sociales, como aquella en que se inauguró el Casino Municipal, noche del 31 de diciembre de 1930, o ese baile allí mismo el 24 de febrero de 1931, con la presencia nada menos que de Eduardo, Príncipe de Gales, quien renunciaría al trono británico por amor, y de su hermano Jorge, aquel del famoso discurso.
Bueno, nada de eso está en "The Crown", pero, para la historia, esos protagonistas de la exitosa serie bailaron aquí, en Valparaíso y Viña del Mar.
Y para la historia y tema de conversación en el Día de los Patrimonios, ahí están a la vista la residencia presidencial del Cerro Castillo- si sus muros hablaran, como la tranquera de la tonada, las cosas que contarían- y la antigua Intendencia de Valparaíso, hoy convertida en Comandancia en Jefe de la Armada. Cuestión que da para otra historia…