"Nos tenemos que hacer cargo de cómo cuidamos a las personas que trabajan en Gendarmería"
El suicidio de un gendarme de 20 años durante la madrugada del sábado mientras desempeñaba sus funciones en el Complejo Penitenciario de Valparaíso, provocó conmoción y profundas reflexiones. Para el sacerdote jesuita Luis Roblero Arriagada, quien ejerció como capellán de Gendarmería durante una década, lo fundamental tras este trágico deceso es realizar una crítica acabada para encontrar soluciones de fondo que apunten a generar una política de salud mental en la institución, que vaya en beneficio de estos trabajadores que a diario se ven expuestos a situaciones de violencia y altos niveles de estrés.
"No es lo mismo trabajar con una población de bajo riesgo, en un medio libre, a trabajar con gente de alta complejidad y que está en condiciones de encierro. La violencia que se vive en una cárcel es muy compleja y los funcionarios van recepcionando y padeciendo esa violencia, entonces por supuesto que nos falta una política de mayor cuidado", puntualiza.
- Usted fue durante una década capellán de Gendarmería. ¿Cómo le impacta este trágico deceso?
- Son noticias que golpean, toda muerte trágica golpea tremendamente a una familia. Esto golpea también a Gendarmería, a todos sus compañeros y compañeras uniformadas, porque por supuesto se forma una suerte de gran familia y este tipo de situaciones ciertamente produce un dolor compartido.
Soluciones de fondo
- Los funcionarios comentaron que llevan años luchado para que exista una verdadera política de salud mental, ¿considera que las autoridades han estado al debe en esa materia?
- Por supuesto. Pero aquí hay una crítica que es bastante más profunda, porque nos podríamos quedar un poco en lo cosmético y creo que aquí hay que buscar soluciones de fondo, porque de por medio está la vida de personas, de los funcionarios y de los privados de libertad, entonces no estamos hablando de cosas que se puedan dejar pasar sin más. Yo creo que efectivamente todo lo que se pone detrás de un muro queda en el olvido en la sociedad chilena, la cual está un poco acostumbrada a poner todo lo que le sobra en el olvido, condenarlo y maltratarlo; y nos cuesta entender que en Chile no sobra nadie y que todos tenemos una dignidad sagrada que tenemos que respetar. Se habla mucho de los derechos humanos, pero nos cuesta muchísimo alcanzar un cierto estándar que nos deje en paz como sociedad. Estamos muy al debe, es una sociedad muy violenta la chilena. No solamente se maltrata en la calle, sino que se maltrata en la microvida de todas las personas que habitan en su territorio.
El abandono
- Entonces, ¿la situación en las cárceles es un reflejo de la sociedad actual?
- Las cárceles son un ejemplo muy grande de cómo en Chile nosotros nos vamos deshaciendo de ciertas vidas y ponemos detrás de los muros la vida de los privados de libertad que han delinquido, con delitos terribles, que yo no justifico en lo absoluto, pero como que nos desentendemos de esas vidas. El problema es que junto con ello, que no lo justifico en lo absoluto, también caen en ese mismo saco la vida de los funcionarios y funcionarias de Gendarmería; y el sistema carcelario no solamente está al borde del colapso por su capacidad de personas privadas de libertad, sino que también está al borde del colapso por su abandono. Las cárceles siempre han incomodado a la gente por lo que esconde una cárcel, que son delitos, y eso uno con el estómago, por supuesto, que lo puede entender. Pero cuando uno está a cargo de administrar el Estado y de custodiar la dignidad de los seres humanos, por supuesto que se levantan fuertes preguntas con respecto a cómo nosotros estamos gestionando el sistema penitenciario y cómo estamos cuidando a los funcionarios y funcionarias de Gendarmería, que son los custodios estatales de aquellos que están bajo la protección del Estado.
- ¿Falta mayor personal para enfrentar la alta demanda y el nivel de estrés con que trabajan los gendarmes?
- Falta mayor preocupación, no solamente mayor gente. Los problemas no se solucionan con más números, plata o gente, yo creo que esas son soluciones un poco simples, aunque por supuesto que falta personal, eso yo lo vi en directo. Pero aquí falta una política que no tiene que ver con Gendarmería. (...) Hay una culpa compartida por todos los que vivimos en este país y, por supuesto, que falta una política de cuidado de la vida, no solamente falta más gente, sino que nos tenemos que hacer cargo de la gente que ya tenemos en las garitas, patios y oficinas; nos tenemos que hacer cargo de cómo nosotros cuidamos a las personas que trabajan en Gendarmería y que tienen que lidiar todos los días con poblaciones altamente complejas.
Cuidado por la dignidad
- En su momento usted dijo que las cárceles chilenas eran una vergüenza y una vulneración tremenda a los derechos humanos, ¿mantiene esa postura?
- Por supuesto que las cárceles tienen un problema con los derechos humanos, es decir, ponerlos más en la línea de que todavía tenemos un problema con el cuidado de la dignidad, de cómo el Estado de Chile custodia la dignidad de todas las personas que están privadas de libertad, y por supuesto que uno lo podría extender a nuestros territorios, poblaciones, etc. Pero claro que el hacinamiento, el abandono, la precariedad, la salud y las plagas que uno puede encontrar en las cárceles de nuestro país es una situación que nos exige y reclama un mayor cuidado por la dignidad del ser humano. El problema es que esto lo padecen los privados de libertad y también los gendarmes, porque ellos habitan con los privados de libertad el espacio carcelario, entonces también padecen este abandono.
- En los diez años que usted fue capellán de Gendarmería, ¿vio avances en cuanto a contar con mayor personal profesional, para que atendieran a los trabajadores de los centros penitenciarios?
- Soy testigo directo de un progresivo desarrollo de la institucionalidad en Gendarmería, y en eso celebro y aplaudo. Yo estudié ciencias políticas cuando era más joven y creo que el futuro de las naciones pasa por una buena política y para mí Gendarmería es un ejemplo de cómo los funcionarios han sido capaces hasta el día de hoy de ir gestionando una institución para darle mayor consistencia, tener mayor capacidad de respuesta y garantizar una mejor vida, tanto a los privados de libertad como a sus funcionarios. Eso no quiere decir que todavía tengamos muchos desafíos, por supuesto que los hay, y que existen cosas que todavía están pendientes, pero yo creo que cualquier persona que diga que Gendarmería no ha avanzado nada no responde a la realidad que me tocó ver a mí. Se ha hecho una gestión, se han puesto los medios y la inteligencia y Gendarmería se ha desafiado a sí misma en protocolos, cuidado a la vida, manejo de recursos financieros, transparencia, etc.
- Ante el problema del hacinamiento en las cárceles, ¿cree que el Estado ha llegado tarde?
- Yo creo que sí se han construido cárceles, el problema es que construir una cárcel no es solamente meterse la mano al bolsillo, sino que también tiene que contar con la aprobación de la ciudadanía. Tú le dices a la gente si prefiere una cárcel o un hospital y van a preferir un hospital, la cárcel nunca va a tener una prioridad ni en el imaginario ni en la conciencia colectiva de nuestra nación. Es muy complejo gestionar ese tipo de recurso. Pero Chile no se puede llenar de cárceles para solucionar sus problemas, yo creo que sería un tremendo error. Más que cárceles necesitamos buenos programas de protección de nuestros barrios, del cuidado de nuestros niños y poblaciones; garantizar trabajos dignos, equidad, salud, escuelas, etc, porque todo eso es lo que finalmente hace que nuestras sociedades no se vayan llenando de relaciones violentas entre nosotros.
"El sistema carcelario no solamente está al borde del colapso por su capacidad de personas privadas de libertad, sino que también está al borde del colapso por su abandono".
"Aquí falta una política que no tiene que ver con Gendarmería, hay una culpa compartida (...) y por supuesto que falta una política de cuidado de la vida".