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Bukele de cartón

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Más allá de la política nacional contra el crimen organizado, la medida de ir contra los mausoleos o animitas de la cultura narco es ingresar a una batalla simbólica. Es una apuesta valiente del gobierno".

Los carteles interpelando al presidente Gabriel Boric, junto a los restos del mediático mausoleo narco de la plaza Salvador Allende, en la comuna de Lo Espejo, no forman parte de una cuestión anecdótica o que deba pasarse por alto. Probablemente, es una de las primeras reacciones comunicacionales del narcotráfico en Chile con un explícito sentido político, desafiando, directamente, la institucionalidad presidencial.

Son varios los mensajes que se enviaron al Estado chileno, pero sobre todo a quienes detentan la representación gubernamental. El crimen organizado, al igual que en muchas otras latitudes, reacciona cuando intuye que los espacios de crecimiento del negocio se contraen. La lucha por el control territorial que apreciamos en comunas de la Región Metropolitana y, lamentablemente, en nuestra región de Valparaíso, puede tener niveles mayores de articulación entre esas bandas e incluso cambiar estratégicamente cuando el "enemigo" ya no es el rival de turno, sino un gobierno.

La cuestión se transforma en algo paradójico, trabajoso y de largo plazo, pues el desafío del necesario e imprescindible combate, puede provocar un incremento en la violencia pública o de nuevas tácticas comunicacionales masivas por parte del narco, como vimos esto último, recientemente. La tendencia que observamos como ciudadanos y preocupa a Fiscalía, por ejemplo, son los homicidios producto de las disputas, todavía, entre grupos que, lejos de extinguirse, seguirán al ritmo transnacional del negocio.

La droga no es ajena en su lógica comercial, industrial y logística a la internacionalización global de la economía. Sin embargo, su estela de consecuencia más nítida es la muerte. Cifras nefastas a nivel de salud pública, degradación de los espacios públicos y peligro para la democracia, no está dispuesta a detenerse con nada, sino que busca adaptarse y crecer.

El narcotráfico se expande rápidamente en América Latina porque sus incentivos económicos son difíciles de comparar con otra actividad. Y si no se considera la "plata", está el "plomo". Es decir, las barreras de contención terminan siendo mínimas cuando no existe una preparación, estructura y recursos adecuados a nivel estatal. Si todo termina diluyéndose, opera la corrupción o, simplemente, el miedo. Muchos actores coinciden en que estamos llegando tarde, pero que todavía queda importante margen para implementar, sistematizar e institucionalizar lo que debe hacer un país para no terminar siendo un Narco Estado.

Más allá de la política nacional contra el crimen organizado que el actual gobierno impulsa, la medida de ir contra los mausoleos o animitas de la cultura narco es ingresar a una batalla simbólica, una disputa por el sentido de la realidad en los lugares en los que la presencia de estos grupos es evidente. Es una apuesta valiente del gobierno, que debe haber dimensionado en sus consecuencias. Por de pronto, los carteles con los mensajes que aparecieron son un efecto comunicacional puestos para revalidar el poder. No sería extraño que aparezcan más afiches dejados en lugares donde los vecinos, pero, sobre todo los medios, los amplifiquen para que sean vistos por los aludidos y todo un país.

¿Por qué derribar estas estructuras es mostrarle los dientes al narco? La medida ingresa a un ámbito de profunda sacralización de los mitos que construye esta cultura, la que como toda narración, es alimentada por mitos de protagonistas, héroes y leyendas que inspiran a otros. Es ostentación y memoria, recordación y motivación. También, propaganda narco-urbana.

Ostentación porque evidencia los logros económicos a los que se puede llegar; memoria porque es el homenaje de quienes siguen en el negocio y elevan sus respetos al caído; recordación para que la actividad no se detenga, sino que esté presente en medio de los territorios; motivación porque se asume que la vida es corta, pero llena de estímulos, propia de una sociedad de consumo.

Propaganda porque esos símbolos terminan viralizados, comentados, reproducidos y resignificados por dichas comunidades en los espacios digitales, propios de los grupos etarios de los soldados y puestos intermedios de estas organizaciones. Es la búsqueda de una validación social desde la exclusión, el hito desde el cual se activa una identidad.

Finalmente, el desparpajo del cartel "Bukele de cartón" evidencia que, incluso destruyendo los mausoleos, aspecto que no ocurrió en Lo Espejo, lo más difícil vendrá después: la llegada efectiva de un Estado que no está presente desde larga data. 2

Doctor en Comunicación

Director Escuela de Periodismo

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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Mejor la paz que la razón

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Tengo el convencimiento de que una nueva constitución que mantenga gran parte de la propuesta de los expertos será el texto que, después de casi cinco años, traerá la paz a Chile y, por consecuencia, prosperidad".

Amediados del siglo XVII, se desató una sangrienta guerra civil en Inglaterra que acabó con el rey Carlos I decapitado. En un gesto inusual para la época, Oliver Cromwell permitió que la cabeza del rey fuera cocida al cuerpo para que los familiares pudieran honrarlo. La "generosidad" no fue valorada por los monarquistas y en una venganza póstuma, exhumaron el cuerpo de Cromwell y su cabeza fue exhibida en la entrada de la abadía de Westminster.

Fue en este escenario que Thomas Hobbes escribió su famoso libro El Leviatán, en el que trataba de explicar las causas de la crisis, intentando descifrar la naturaleza humana, las causas por las que el hombre se reúne en sociedad a partir de estas respuestas, reflexionar sobre el mejor sistema de gobierno.

El Leviatán, señala Hobbes en su introducción, es el Estado o república que fue creado para la protección y defensa de los individuos; su alma artificial es la soberanía; su motivación es la seguridad del pueblo; su enfermedad es la sedición y su muerte, la guerra civil.

Ya me he referido a esta obra en otras oportunidades. La crisis del 18 de octubre de 2019, aunque no alcanzó para una guerra civil, sí puso a prueba al Estado y la viabilidad del gobierno de Sebastián Piñera. Pues, según Hobbes, la obligación de los súbditos hacia el soberano dura lo que dure el poder de este para preservarlos de la guerra y la destrucción.

He vuelto a pensar en Hobbes a propósito de las declaraciones del ex rector de la Universidad de Valparaíso, Aldo Valle, en su rol de vicepresidente del Consejo Constitucional. Antes de referirme a ellas, que un docente de una universidad de Valparaíso se haga cargo de la vicepresidencia del Consejo es una excelente noticia. Las instituciones de educación superior han estado al debe en esta crisis y los profesores no hemos estado a la altura de las circunstancias en este debate. En gran medida, el rol de Valle en este Consejo puede remediar esta falta.

Los inicios de este Consejo son auspiciosos. En su discurso inaugural, el académico hizo un llamado a la pluralidad, al respeto, al altruismo cívico, a no asustarse por las diferencias. En esta línea, dijo una frase que me recordó al autor de El Leviatán: "Es preferible optar a tener la paz, a tener la razón".

Suena bien, pero la tarea no es fácil. Si uno quisiera caracterizar a los grupos, tendría que identificar a aquellos que no quieren cambiar la constitución, a los que consideran que hay que aceptar sin mayores cambios lo que propuso la comisión de expertos, a los que quieren aceptarla, pero con cambios mayores, y a los que aún no se han repuesto del fracaso de la nueva constitución.

Las posiciones que hemos visto en torno a este tema coinciden con esa definición que tiene Hobbes sobre los seres humanos: "aman la libertad y el dominio sobre los demás". No obstante, agrega, si quieren que su vida sea más agradable y no miserable, es necesario incorporar a la vida de cada uno las restricciones que implica un Estado.

Siguiendo esta línea, tengo el convencimiento de que una nueva constitución que mantenga gran parte de la propuesta de los expertos será el texto que, después de casi cinco años, traerá la paz a Chile y, por consecuencia, prosperidad.

De lo contrario, dice Hobbes sobre los tiempos de conflicto, no hay laboriosidad, no hay cultivo de la tierra ni navegación, no hay artes, ni letras, ni sociedad, etc. La vida humana es solitaria, pobre, cruel, embrutecida y breve.

Solo desde un espacio de concordia, se podrán ir haciendo las modificaciones necesarias para conseguir el mejor texto posible. Y, más importante todavía, volver a concentrarnos en los temas urgentes que hoy aquejan al país. 2

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