El duro camino de tener trastorno bipolar o sufrir otra enfermedad mental en Chile
Dos testimonios sobre la primera condición revelan cuán al debe está la atención de salud mental en el país. Resolución de la Cámara pide enfrentar déficit de camas psiquiátricas.
La pandemia empeoró las cifras de salud mental a nivel mundial y en Chile, donde ya eran problemáticas antes de la crisis sanitaria, el golpe fue especialmente duro y sus efectos siguen presentes.
Ya en noviembre de 2021 el Boletín de Desastres N°131 de la Organización Panamericana de la Salud señalaba que en una encuesta realizada ese año en 30 países en todo el mundo, "más de la mitad de los participantes de Chile, Brasil, Perú y Canadá expusieron que su salud mental había empeorado desde el comienzo de la pandemia, superando el promedio global del estudio de 45%".
La porfiada persistencia del problema, así como de las dificultades de la población afectada para acceder a atención en el sistema de salud, determinó que el ministerio del ramo anunciara en octubre del año pasado la estrategia "Construyendo salud mental".
SISTEMA AL DEBE
Al presentarla, la ministra Ximena Aguilera sostuvo que la salud mental "es una prioridad en Chile desde hace muchos años y efectivamente hemos estado al debe, primero con las adicciones, que siempre han sido una carga importante que ahora se ha ido rejuveneciendo, pero además se ha agravado con la pandemia".
Tras detallar las líneas de la estrategia, planteó que una de ellas es acercar la salud mental a la comunidad, para lo cual "ya existen psicólogos en la Atención Primaria de Salud y la idea es potenciar esta presencia a nivel comunitario para que haya mayor acceso".
Agregó que "hay una carga alta de enfermedades de salud mental, las que se complicaron con la pandemia. De hecho, las personas con demencia o con trastornos cognitivos se agravaron, porque dejaron de sociabilizar, los centros diurnos del adulto mayor cerraron y había niños desescolarizados; todo eso produce un daño de salud mental enorme".
Además, recalcó la importancia de mejorar el sistema asistencial y de "avanzar en una ley integral de salud mental, optimizar el sistema de registro de datos y transparentar la información; hacer una mejoría general de todo el sistema. Si bien contamos con estrategias para acercarlo más a la comunidad, también es necesario hacernos cargo de los pacientes crónicos y mejorar las condiciones de los hospitales; es decir, hacer un abordaje más integral".
PESADILLA KAFKIANA
Una demostración de cuán al debe está el sistema es el caso de Marcela, madre de una adolescente de la provincia del Marga Marga con diagnóstico de trastorno bipolar (TB), que en el intento de conseguir consultas y tratamiento para su hija ha tenido que enfrentar un proceso plagado de angustia, listas de espera, gastos exorbitantes, frustraciones e impotencia.
La División de Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud describe el TB como "una enfermedad mental grave, crónica, con un curso fásico y recurrente, que limita la funcionalidad de los pacientes, implica una enorme carga socioeconómica y está asociada a una alta morbilidad y mortalidad, por lo que es fundamental su diagnóstico y tratamiento precoz y oportuno". Se caracteriza "por un estado de ánimo fluctuante entre dos polos opuestos: la elevación patológica del ánimo con sentimientos de exaltación y grandiosidad (..), y la depresión, donde predomina la tristeza, inhibición e ideas de muerte".
En una columna publicada el 30 de marzo, Día Internacional del Trastorno Bipolar, el doctor Alberto Aedo, integrante de la Unidad de Trastornos del Ánimo de la red de salud UC Christus, indica que se estima que entre un 2% y un 3% de la población mundial padece esa enfermedad mental, "lo que en Chile sería aproximadamente medio millón de personas".
Además, debido a que los síntomas pueden ser confundidos con otros trastornos mentales, como la depresión o el trastorno de ansiedad, "el trastorno bipolar puede ser difícil de diagnosticar, y en promedio, los pacientes tardan alrededor de 10 años en recibir un diagnóstico adecuado".
Datos tan impactantes como esos son los que marcan la realidad de Marcela desde que el TB llegó a su familia. Ella describe lo que ha vivido como "una pesadilla kafkiana".
diAGNÓSTICO Y ESPERAS
"Cuando mi hija, que ahora tiene 15 años, me pidió ver psicóloga porque se sentía mal, me pasé mil películas, pero me aseguró que no le había pasado nada, que sólo se sentía triste y ansiosa. Lo hice de inmediato, porque en mi familia tenemos diagnóstico de depresión mayor hereditaria por una falla en los niveles de serotonina", relata.
Ese fue, dice, el comienzo de la pesadilla. La psicóloga derivó a la niña a una psiquiatra y en el mes de febrero del 2021 comenzó con un tratamiento de sertralina y melatonina. El primer diagnóstico fue una depresión mayor. En esa época ella se hizo vegetariana, la nutricionista le prescribió vitamina B12 y Marcela le encargó Omega 3 vegano, como le sugirió una médico general que la atendió.
"Las sesiones con psiquiatra salían $80 mil, cada 15 días, la psicóloga $25 mil semanales, $45 mil el estabilizador del ánimo que según la doctora tenía que ser de una marca específica", detalla. "Saqué recursos de todos lados. Con otros dos hijos, en colegio y universidad, fue imposible seguir en el sistema privado, y como ella cumplió los 15 pude pasar al GES".
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl