Secciones

Vinagre blanco con bicarbonato

Cada vez los escándalos y bombazos caen más cerca de la, hasta hoy, inmaculada alcaldesa de Viña. ¿Para qué inmolarse?
E-mail Compartir

Si existiera algo así como una receta para hacer exactamente lo opuesto a lo que se pregonaba en campaña, seguramente esa sería, paso por paso, todo lo que ha hecho el actual Gobierno en cuanto a convenios con fundaciones, traspasos directos sin concurso (y al límite de los montos para que no exista mayor cuestionamiento) y la solicitud de ayuda a terceros para que complementen aquellos campos en los cuales el Estado sencillamente no es capaz.

El problema, más allá de la muy poco discreta máquina de defraudar instalada por algunos militantes de Revolución Democrática y que hoy tiene abiertas causas por parte del Ministerio Público en nueve regiones del país, es la violenta irrupción de organizaciones no gubernamentales y fundaciones en la asesoría de proyectos privados pertenecientes a diferentes empresas que, al no saber cómo vincularse con la nueva camada política del Frente Amplio, terminaron contratándolas sencillamente por su supuesta cercanía o militancia en los partidos actualmente a cargo de las principales comunas de la Región de Valparaíso.

El problema, como en todo grupo humano, es que existen diferentes facciones ("piños", como se les llama en las barras bravas), algunas de las cuales no están precisamente por mancharse favoreciendo a otras. De este modo, y poniendo como ejemplo al desacreditado Frente Amplio, los terceristas, pantalones largos y territorialistas no comulgan entre sí, pero en cada uno de estos grupos existen también delimitaciones geográficas, etarias y hasta de clase. Conocido es el caso de una consultora que se agenció la asesoría del mayor proyecto que existe hoy en Viña del Mar por sus supuestos vínculos con RD en Santiago y a través de una core vinculada con el deporte en el Consejo Regional. ¿En qué terminó todo eso? Con la alcaldesa Ripamonti cerrándoles las puertas en las narices a los nóveles lobbistas. El caso de Agua Santa, en tanto, pareciera responder a los pecados pasados de la instalación de RD en el municipio y a una "escapada de tarros" de su directora jurídica.

Ripamonti, hasta ahora inmaculada, se defiende como puede. Pero tiene al menos media docena de problemas mayúsculos: 1) milita en RD, 2) fue asesora de Latorre; 3) la mayoría de su equipo es pareja, amiga o familiar de Bassa o Brito; 4) hasta el día de hoy no ha sabido enterrar los muertos de Sakalha; 5) los bombazos caen cada vez más cerca; y 6), lo más preocupante, algún día los portazos y los gestos de desilusión no bastarán. Hay manchas que, sencillamente y como dicen las abuelitas, no salen ni con vinagre blanco mezclado con bicarbonato.

Antártica: interés prioritario de la política exterior

Gloria de la Fuente González , Subsecretaria de Relaciones Exteriores
E-mail Compartir

Chile es un país con proyección antártica por su geografía, su historia y las múltiples actividades científicas, logísticas, educativas, culturales y turísticas que se realizan actualmente en el territorio continental o en el Continente Blanco. Nuestra política antártica tiene más de cien años de desarrollo y ha evolucionado a lo largo del tiempo para adaptarse a los nuevos desafíos que se presentan constantemente. Dentro de nuestros objetivos está consolidar una posición de liderazgo e influencia dentro del Sistema del Tratado Antártico (STA), uno de los más exitosos instrumentos internacionales negociados en el siglo XX, para mantener ese territorio libre de conflictos internacionales.

A nivel científico, nuestro país ha desarrollado un robusto programa de investigación antártica que nos ha posicionado en la vanguardia mundial. El carácter estratégico de la Antártica radica en su riqueza natural, su preservación como zona de paz y como espacio privilegiado para el desarrollo del conocimiento. Adicionalmente, ese continente tiene una influencia directa en el clima del sur del continente sudamericano.

Consciente de la relevancia del Continente Blanco como reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia, el Estado de Chile elaboró una Política Antártica Nacional de carácter estratégico en 2021. El pasado 23 de junio, un grupo de altas autoridades acompañamos al Presidente a la Base Presidente Eduardo Frei Montalva, clara demostración de nuestras capacidades técnicas y logísticas como Estado. Nuestra presencia busca fortalecer la conciencia, soberanía e identidad antártica nacional, así como proteger y difundir el patrimonio histórico, científico y cultural antártico de Chile.

A partir de ahí, el país busca facilitar el desarrollo de otras actividades económicas sostenibles permitidas por el STA, que estén basadas en un enfoque ecosistémico, con especial énfasis en el turismo controlado y sostenible. El objetivo es proteger siempre la biodiversidad biológica antártica, principio que debe incorporado en los planes de manejo de aquellas actividades.

Asimismo, creemos que es fundamental fortalecer y promover a la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena como un centro de actividad antártica nacional e internacional, consolidándola como un polo de desarrollo científico, tecnológico, logístico y turístico. Para ello es necesario reforzar la conectividad entre esta región y el continente antártico, así como la coordinación entre todos los sectores que de alguna manera se vinculen con el Continente Blanco.

Óscar Pinochet de la Barra fue uno de los impulsores y partícipes del Tratado Antártico de 1959, y señaló que "el Tratado Antártico ha mostrado que los hombres pueden convivir allí sin inconvenientes si así se lo proponen, dando preferencia a la coadministración en beneficio de todos, incluso de los que están lejos de la Antártica, pero desean gozar de sus beneficios". Así, ese tratado es un ejemplo y modelo de convivencia internacional que hoy tiene más actualidad que nunca, por la importancia de la Antártica para el ecosistema global.

De libertades, verdades y cancelaciones

Karen Trajtemberg , Máster en Comunicación Estratégica, directora Escuela de Periodismo UAI
E-mail Compartir

"Razones", "motivaciones". Y luego "la historia podrá seguir discutiendo por qué sucedió". Esas fueron las palabras del ahora exasesor de La Moneda para la conmemoración de los 50 años del golpe militar de 1973. Y esos dichos fueron los que terminaron con la renuncia de Patricio Fernández a dirigir las actividades en torno a este triste aniversario. Las aristas que se cruzan en esta nueva crisis política no son pocas. En primer lugar, porque el Partido Comunista -que presionó por la salida de Fernández- no logra deshacerse de su vocación de eternos opositores. La tienda de Guillermo Teillier se siente cómoda jugando siempre en el equipo de los outsiders y parece no entender cuál es la lógica de ser parte del Ejecutivo, pese a que dos de sus ministras son PC.

Nuestra responsabilidad en esta conmemoración debiera ser la trascendencia de los valores que aprendimos a partir de ese duro momento de la historia y que ese dolor no sea patrimonio de las víctimas y sus familias, sino de todo el país, de nuestros niños, niñas y adolescentes, que serán los que tomarán la posta en poco tiempo más. El nunca más no será realidad si muere en diez o veinte años. Debe seguir vivo para las futuras generaciones.

Esa es la tarea pendiente. Hoy nadie debiera discutir lo que sucedió en el 73: las FF.AA. se tomaron el poder y derrocaron al gobierno de Salvador Allende. Se quedaron durante 17 años en un país que no los eligió para tal tarea. Asesinaron a más de tres mil personas, de las cuales mil todavía están desaparecidas, y habiendo transcurrido cinco décadas, sus familias no pudieron ni siquiera darles sepultura. Los historiadores y politólogos obviamente discutirán y analizarán, y ya muchos lo han hecho, las diversas y múltiples circunstancias que terminaron con Augusto Pinochet a cargo del país.

Lo anterior no debe dar pie, en todo caso, a que sigamos con la cantata de la búsqueda de la verdad oficial, porque le guste a quien le guste -y aunque el diputado Alessandri parece carecer de ciertas lecturas requeridas para cualquier político en democracia-, hubo tres documentos oficiales que ya establecieron de manera oficial lo que sucedió en Chile entre 1973 y 1990, que fueron trabajados por profesionales de diversas áreas y sectores políticos, incluyendo a la centroderecha, precisamente para que no se discutiera la legitimidad de los informes Rettig, Valech I y Valech II.

Por último, hay otro valor que se debe defender en una democracia: la libertad de expresión, derecho que incluso está contenido entre los DD.HH. de la ONU. La moda de la cancelación es muy peligrosa y dañina, pues sigue patrones autoritarios y antidemocráticos que lesionan precisamente la facultad de expresar pensamientos e ideas, con el peligro de que cualquier palabra termine en crisis. El negacionismo debiera ser sancionado, como lo es en países desarrollados que han pasado por procesos traumáticos, pero otra cosa es lo que sucedió con Patricio Fernández, que nunca negó la gravedad de la dictadura y de todas maneras fue amordazado por la peligrosa justicia digital popular.