"Ojalá no pase más lo de Marín, que se fue libre y lo vendió O'Higgins"
El viernes pasado fue undía de gloria para las cadetes de Santiago Wanderers. La serie Sub 15, que dirige Héctor Robles, se quedó con el título de la Copa Futuro tras vencer a Coquimbo Unido por 3-0, mientras que la Sub 17, entrenada por Agustín Parra, obtuvo la corona del certamen al derrotar 3-1 a Palestino.
Antes del inicio del duelo contra San Luis la noche del sábado en Playa Ancha, ambos equipos fueron homenajeados y pudieron dar la vuelta olímpica bajo una ovación en el coloso de subida Carvallo.
Parra reconoce que ha vivido días de intensa felicidad por los logros de su equipo, sin embargo enfatiza que lo importante en estas categorías formativas no son los campeonatos, sino las herramientas que les entregan a los jóvenes para su futuro.
"Sabemos que no es lo principal obtener títulos, pero también es una parte, porque hacemos competitivos a nuestros niños", reflexiona el exjugador del Decano, formado en las juveniles verdes y quien durante una década defendió la camiseta porteña.
- En su caso, como entrenador de la Sub 17, ya tiene a jóvenes que se proyectan para el primer equipo.
- Esta final que le ganamos a Palestino la jugó Luis Miguel Margas y también Diego Opazo, que son dos jugadores que ya entrenan permanentemente con el plantel adulto. Es una buena categoría, son grandes jugadores, profesionales, están enfocados y me animaría a decir que van a llegar, ojalá, cuatro o cinco más al primer equipo. Hay harto material, hemos sido competitivos siempre, contra Colo Colo, contra la Católica, y con menos recursos, porque los clubes de Primera B contamos con menos posibilidades que los de Primera y peleamos los títulos igual. De hecho le ganamos las finales a Coquimbo y Palestino, que están en Honor y tienen el doble de los recursos nuestros.
- A propósito de recursos, hace unas semanas fue muy polémico el caso de una división de Wanderers que viajó a Temuco y los jugadores tuvieron que llevarse almuerzo.
- Entiendo que la ANFP entrega una cantidad de recursos para cada partido y el club debe ajustarse a ese presupuesto, entonces al menos en Wanderers se nos entrega lo que corresponde, el almuerzo cuando salimos, la cena cuando llegamos, el desayuno del día del partido. El club gasta dentro de esos márgenes, pero a veces los viajes son largos y el niño debe llevar su colación, su agua, una cosa extra. Por mi historia personal sé que no sólo acá, sino en todos lados, el fútbol formativo no está visto como un asunto en el que gastar tanta plata. Debería ser al contrario, como una inversión, porque el día de mañana voy a vender cuatro o cinco jugadores y recupero todo lo que gasté. Es mi forma de verlo, creo que no es la de la mayoría de los equipos.
- ¿Fue muy diferente su formación como cadete en el club con respecto de lo que se hace ahora?
- La gran diferencia está en la infraestructura, nosotros entrenábamos en Alejo Barrios, teníamos camarines con agua helada, la colación era una Coca Cola y un pan con mantequilla. Eso ha cambiado mucho, se trabaja de forma más profesional. También en el aspecto de los materiales disponibles, nosotros teníamos cinco balones para el equipo completo, ahora entre la sub 17 y la sub 21 tenemos veinte balones. Se ha nivelado para arriba, quizás porque el fútbol te ha llevado a eso.
- Cómo ve el tema de la relación de los jóvenes con la institución en términos de gratitud por su formación. Se lo pregunto porque en los últimos años varios jugadores se han ido sin dejar nada y lo hacen por opción. Hablo de Martín Arenas, Adrián Cuadra, Ariel Uribe y ahora último Matías Marín, que el 80% de su pase fue vendido por O'Higgins en 680 mil dólares a Belgrano. Este año podría repetirse la historia con Matías Plaza.
- Creo que son temas particulares de cada uno, cada cual sabe qué es lo que el club hizo por ti y lo que puedes entregarle al club. Viéndolo desde afuera, creo y siento que si Wanderers te formó por años, debiera quedar algo acá en caso de una venta. También está el tema que la institución encuentre el momento exacto para dejar partir al jugador, porque él también quiere asegurar su bienestar y el de su familia, a veces no los dejan partir y eso genera frustración. Pero creo que debiera haber un tema de gratitud con el club y también que los dirigentes sepan el momento exacto para venderlo. Ojalá no nos pasen más casos como el del Mati Marín, que se fue libre y lo vendió O'Higgins, que nunca lo preparó, nunca lo trabajó, todo lo hizo Wanderers y O'Higgins se lo llevó todo. Siento que el club debe recibir una retribución económica por el trabajo de años en la formación del jugador.
- Esos casos que le mencionaba antes contrastan con el de Gabriel Castellón, que peleó para dejarle algo a Wanderers cuando fue vendido.
- Efectivamente, Gabriel tuvo esa visión, el club le dio mucho, lo ayudó a cumplir sus objetivos como futbolista y él le devolvió la mano. Por ahí debería ir el tema.
- ¿Existe una fórmula para trabajar ese tema con los niños de ahora, para que sean como Castellón?
- El trato con el jugador debe ser siempre bueno de parte de nosotros, que se sientan queridos por el club, eso es fundamental. Además hacer más cosas como las del sábado en la noche, imagínate, para los niños eso va a quedar grabado para siempre, que les hagan un homenaje en el estadio y levantar la copa con Los Panzers cantándoles por ser campeones. Esas cosas les van llenando el corazón desde chiquititos, imagínate con las ganas que van a querer defender a su equipo el día de mañana.
- En términos personales, que ha significado este título. Usted es quizás el exjugador más identificado con la institución que hoy trabaja en las cadetes. En su trayectoria solo defendió la camiseta verde.
- Siento una alegría inmensa, primero que nada porque soy wanderino, porque jugué toda mi carrera acá, conseguí cosas, pero por otro lado también estoy feliz porque uno se prepara para esto. Uno busca que el joven se forme, crezca como jugador y como persona, que entienda el juego, además se corona tras el esfuerzo de todos los fines de semana, de ir a pelear, guapearle y ganarle a los equipos grandes, fuimos los únicos que le ganamos a Cobresal en El Salvador, la copa no es lo más importante a este nivel formativo, pero es una alegría linda. Te indica que vas por el camino correcto. Mis proyecciones son altas, estoy empezando pero me proyecto como entrenador, estoy trabajando para eso.
- ¿Cuánto influye la formación familiar y los recursos de los niños? Se lo pregunto porque usted era un caso atípico en Wanderers, con un capital cultural mayor que el promedio.
- Influye, sobre todo que te acompañen tus papás, tu colegio, pero también está la otra parte que es la escuela de la vida, que también te deja mucho. Hay que encontrar un punto medio para lograr los objetivos. Pero también estoy convencido que con haber sido jugador no te alcanza para ser entrenador, tienes que estudiar, capacitarte, ir creciendo permanentemente, porque el fútbol va cambiando, no es como antes.
"Nosotros entrenábamos en Alejo Barrios, teníamos camarines con agua helada, la colación era una Coca Cola y un pan con mantequilla. Eso ha cambiado mucho".