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LA TRIBUNA DEL LECTOR

POR GONZALO ILABACA, PINTOR, CIUDADANO ILUSTRE DE VALPARAÍSO
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En una ciudad patrimonial donde todo su anfiteatro está volcado al mar y donde todo su plan es aledaño al borde costero, el crear futuro para Valparaíso pasa por un buen diseño ciudad/puerto. Qué gana el puerto en su ampliación portuaria debe ir en paralelo a qué gana la ciudad en cómo se relaciona con su mar -su mejor espacio público-, para así activar sus otras vocaciones, además de la portuaria. Ambas cosas son urgentes, inseparables y requieren diseños de calidad, criterios urbanos, productivos, ambientales y patrimoniales, lo que implica recursos y compromisos del Estado con Valparaíso. Dichos criterios (con estándar Icomos/Unesco) están explicitados en el Estudio de Impacto Patrimonial (EIP) de Juan Luis Isaza (2016):

"El Área histórica de la ciudad puerto de Valparaíso, reconocida como Patrimonio Mundial gracias a su Valor Universal Excepcional, debe ser entendida y valorada como un factor central e irrenunciable para el desarrollo de la ciudad, de la región y del país, cuestión que pareciera no ser completamente asumida en la actualidad: el patrimonio cultural es un activo de la memoria y no un pasivo de la nostalgia; es un haber y un recurso no renovable con el que cuenta el Estado de Chile y sus ciudadanos, tan importante como el cobre o cualesquiera otro renglón de su pujante desarrollo y economía". (EIP Pág. 74)

"La ciudad de Valparaíso no debe perder su función portuaria, origen y razón de su existencia; cabe recordar que Valparaíso fue primero puerto que ciudad, y que en su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial se denominó y aparece como "Área histórica de la ciudad puerto de Valparaíso"; sin embargo, la ciudad y la ciudadanía nunca deben renunciar a su natural derecho de disfrute de un borde costero de acceso universal, y de carácter público, urbano, ciudadano, paisajístico y recreativo que otorgue valor a la ciudad y a su Sitio de Patrimonio Mundial (SPM)" (EIP Pág. 80).

Nada de eso pasó con la ampliación portuaria que la EPV le ofreció a Valparaíso y por lo mismo la conclusión final del EIP de Isaza fue lapidario: "El T2 generará un impacto alto, permanente e irreversible, que no es posible mitigar. Hoy se discuten y negocian medidas de compensación que bien deben estar a la altura de los impactos que se generarán" (EIP pág. 4).

Si el Estado y la propia EPV hubiesen sido responsables con el compromiso de Chile ante la Unesco partir de la declaratoria de Valparaíso del 2003 ( o incluso desde el EIP del 2016) habrían seguido la experiencia internacional de las ciudades puertos que se reconvirtieron con éxito, donde sus ampliaciones portuarias se emplazaron fuera del casco antiguo de la ciudad y al mismo tiempo que su borde costero -con sus obsoletas instalaciones portuarias- fue destinado al uso urbano de acceso libre y universal para reactivar la economía, poner en valor su patrimonio y el buen vivir de sus habitantes. Sin embargo, desde hace dos décadas el Estado brilla por su ausencia, las distintas alcaldías en vez de revertir este abandono -incumpliendo su mandato de preservar el SPM- se han aliado a la EPV (1997) la cual cumple ya 28 años imponiendo una ampliación portuaria en las mismas aguas abrigadas, es decir, el diseño más barato para el Estado y el más perjudicial para Valparaíso, pues la nueva ampliación si bien sería la mitad de la extensión de la original frente a Av. Errázuriz , la mitad que queda sigue estando frente a la zona del Sitio Patrimonio mundial (SPM) y su zona de amortiguamiento, además de emplazar más containers en la zona de la poza Prat, por lo que la armonía puerto/patrimonio sigue siendo incompatible.

Esto demuestra que a pesar de su fracaso con el T2 original, el espíritu de la EPV en los últimos siete años ha sido revalidar su RCA "congelado" por el Tribunal Ambiental y no resolver el tema patrimonial. Además esta RCA puede igual peligrar porque si el nuevo T2 es considerado un cambio significativo del proyecto tendría que realizar un nuevo proceso ambiental. Por su parte, en diciembre 2022 un equipo asesor de la Unesco insistiendo en el compromiso del Estado, levantó 31 recomendaciones con el fin "de garantizar que el Valor Universal Excepcional del bien no se vea amenazado por posibles impactos"(Pág. 4), "con base a la preservación absoluta de los atributos que soportan el VUE con que fue inscrito Valparaíso en la Lista del Patrimonio Mundial" (Pág.7) de manera de "preservar para las futuras generaciones el valioso patrimonio cultural del sector histórico de Valparaíso que debe ser asumido como un compromiso para todas las autoridades, derivado de la ratificación de la Convención del Patrimonio Mundial, en su calidad de tratado internacional vinculante por el Estado Parte Chileno por lo que debe traducirse en políticas públicas y acciones concretas en el sitio". (Pág. 44). Recomendaciones que no van precisamente en la línea del actual proyecto de EPV y que chocarán en el futuro cercano. Dice el documento: "Se propone como desafío una ampliación portuaria en armonía con las múltiples vocaciones de la ciudad… a través de un acuerdo para la expansión portuaria que propone disminuir la acumulación de carga o containers Frente a la Zona Núcleo y en la Zona de Amortiguamiento; respetar el valor del sitio como Patrimonio Mundial; incorporar las conclusiones del Informe Isaza sobre la Evaluación del Impacto en el Patrimonio, utilizando la metodología propuesta por Icomos, previo al ingreso a tramitación medioambiental, en concordancia con los lineamientos del CMN, cuidando de generar la menor afectación de los atributos patrimoniales del sitio Patrimonio Mundial Unesco. (Pág. 42)".

Careciendo de toda visión y ambición futura -sin importarles para nada la condición patrimonial de Valparaíso-, hay quienes niegan esta posibilidad de mejor puerto y mejor ciudad para Valparaíso, argumentando como elemento principal que "no hay tiempo, que no hay plata y que el puerto de Chancay en Perú nos lleva la delantera", pero no dicen que los peruanos sí consiguieron inversionistas porque encontraron y crearon espacios portuarios de calidad fuera de las antiguas instalaciones de Callao evitando otros conflictos ambientales. No se puede culpar a la ciudad y sus habitantes por el tiempo perdido por la EPV y el Estado. Los que esgrimen la falta de plata se olvidan de los cuantiosos recursos a las arcas fiscales que el propio puerto genera, vía aduana. Estamos hablando del futuro de Valparaíso, el único puerto patrimonial en el Pacífico sur entre el Canal de Panamá y Punta Arenas. Eso es un potencial cultural y económico futuro que ninguna generación tiene derecho a poner en riesgo por falta de iniciativas, imaginación y conocimiento.

En la Bienal de Arquitectura de Chile 2015 realizada en Valparaíso, se presentó el inédito trabajo conjunto de cuatro escuelas de arquitectura: dos locales (PUCV, UV) y dos de Santiago ( UCH y PUC) quienes generaron un proyecto de diseño ciudad/puerto virtuoso, moderno e integral que incorpora los criterios urbanos y patrimoniales que todo diseño ciudad/puerto en Valparaíso debería tener. A ese proyecto lo llamaron "El Valparaíso que sí queremos", donde retomando un antiguo proyecto de la propia EPV, generaron una ampliación portuaria T4 en el sector de San Mateo que incluía zonas de acopio y aguas abrigadas, liberando todo el centro del anfiteatro desde muelle Prat hasta Portales, con una costanera para la ciudad con innovaciones diversas y productivas en toda su extensión, que incluía marinas públicas , parques, estación intermodal, metro, muelle exclusivo de cruceros, recuperación de edificaciones patrimoniales abandonados o subutilizados del borde costero como los Almacenes Fiscales, la bodega Simón Bolívar, la maestranza de ferrocarriles. ¿Por qué Valparaíso no se merece proyectar un futuro de alto nivel (y no seguir haciendo más de lo mismo), de manera de celebrar sus 500 años el 2036 con un diseño ciudad-puerto que lo vuelva poner como la ciudad innovadora, pujante, única, próspera y vanguardista que fue?


El Valparaíso que sí queremos