Último lunes de agosto en Valparaíso, a menos de quince días del lunes 11 de septiembre, y el Puerto brilla más por su frenético presente en los alrededores del Mercado Cardonal que por su aguachento futuro. Haitianos, venezolanos y colombianos concentran sus esfuerzos en la venta de frutas y todo tipo de artículos, en tanto varios encorbatados visitantes se agolpan en el salón de honor de la Casa Central de la PUCV para el nombramiento como profesor emérito del exrector Claudio Elórtegui, acaso uno de los nombres que con toda seguridad quedarán en la historia de la educación y la democracia de este país. En su elocuente discurso habla de los días de la UP, de sus estudios de posgrado en Pittsburgh, de la formación de la Escuela de Economía, de su oposición a la dictadura y de su participación como seremi de Hacienda de la entonces renaciente democracia. También de sus nietos y de sus "compañeros de ruta", como se dice ahora, algunos de ellos en el camino definitivo y final que a todos espera.

Si uno camina por la propia avenida Brasil hasta Bellavista, advertirá rostros conocidos entre los oficinistas, empleados públicos, ambulantes y estudiantes que pasean por la ciudad, algún Secpla y un concejal tomando café en una esquina, y nada menos que la embajadora de una de las naciones más poderosas del mundo saliendo de la oficina del gobernador Rodrigo Mundaca. Por la puerta principal se ve también asomarse al nuevo seremi de Minería (¿lo habrán invitado a la cena de la Sonami del próximo jueves en Santiago?) y al consejero regional Roy Crichton, flamante candidato a hacer desaparecer el fantasma de Aldo Cornejo en la carrera por la directiva regional de la Democracia Cristiana.

Como siempre, los mejores rumores se manejan en la calle O'Higgins, en el tramo sur que va desde el quiosco de la fuente de Neptuno hasta la librería Ateneo, donde aún intentan vender el libro de la historia del Senado publicado por la Biblioteca del Congreso hace algunos años (¿terminará también ahí el nuevo hit El Senado en la Historia de Chile, por el cual se pagaron consultorías millonarias a exmiembros de ambas Cámaras?)

A prueba de desmentidos, como decía Juan Carlos "Caco" Villalta en el programa Círculo Central: un conocido exsenador, médico para más señas, miembro de un partido que no podemos nombrar, y al cual le gusta hablar del futuro evalúa ser candidato a alcalde de Valparaíso.

Kandinsky, el afamado artista ruso, se erige como uno de los pilares del arte abstracto. Sin embargo, en nuestro propio suelo, un nombre que evoca su legado adorna un edificio residencial de lujo. Paradójicamente, el terreno que sustenta esta construcción es tan enigmático como la misma abstracción artística propuesta por Kandinsky.

Los cimientos de esta "abstracción" tienen sus raíces en una historia larga y complicada, que se remonta a los días oscuros de la dictadura. Fue en ese período sombrío cuando el Estado fue despojado con desprecio, vendiendo tierras públicas a particulares por muy poco dinero. Una serie de acuerdos políticos siguió a esta apropiación, creando regulaciones para satisfacer las ambiciosas expectativas de los nuevos dueños de la naturaleza. El lobby y la avaricia inmobiliaria, combinados con prácticas municipales dudosas, nos enfrentan a una carga inexplicable de edificios altos en espacios públicos ahora limitados. El resultado es un paisaje saturado y desconcertante: torres de concreto desafían los cielos en lugares públicos que antes eran libres, que eran nuestras dunas, las dunas de Concón.

Las construcciones que ahora pueblan las dunas no comprenden el territorio y la riqueza del entorno. En lugar de integrarse con armonía, estas murallas arquitectónicas han levantado barreras, mutilando la comunicación orgánica entre la costa y la ciudad. No obstante, el progreso real no se mide por la altura de este u otro edificio, sino más bien con el respeto que puede existir entre los cohabitantes de una ciudad y su relación armónica con las características naturales del territorio.

Este delicado equilibrio se rompe con la proliferación de edificaciones mal concebidas en una zona que parece no merecer análisis de uso de suelo, especialmente si cambiamos la perspectiva desde el mar hacia la costa. La falta de entendimiento evidente obliga a fijarse en las murallas distorsionadas de este socavón. Murallas que se multiplican, obstruyendo ferozmente la conexión de las personas con el litoral y obstaculizando la necesaria educación costera.

Este urbanismo ha transmutado el paisaje dunar en un estrecho y gentrificado laberinto de concreto, a pesar de las voces que denunciaron. Lo trágico es que todos sabíamos que este día llegaría; una bomba de tiempo que sólo retrasó su detonación al convertir los "castillos en la arena" en monstruos de cemento. Quizás el tiempo sea el único capaz de dictar la sentencia y manifestarse con vehemencia a través de la naturaleza.

Hoy, la naturaleza responde con un grito salvaje, un grito forjado por el peso físico de la ambición desmedida de unos pocos. Sin embargo, no nos quedaremos callados ante los defensores de esta calamidad. Sus voces pueden ser resonantes, pero las nuestras también tienen peso y una contribución vital.