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"Me decepcionaron: yo esperaba que Boric hiciera la reforma política que el país necesita"

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Acaso una de las principales voces autorizadas para hablar sobre América Latina y el mundo sea en la actualidad el politólogo venezolano y miembro del Carnegie Endowment for Peace de Washington, columnista de numerosas publicaciones a nivel mundial y exdirector de la más que influyente revista Foreign Affairs, Moisés Naím.

Invitado por la Fundación Piensa, Naím estuvo esta semana en el Sporting Club para el décimo aniversario del think tank local presidido por el empresario Gonzalo Bofill, dueño de Carozzi, en el cual conversó con el director de la radio Bío Bío, Tomás Mosciatti. Durante la jornada, también sostuvo una entrevista exclusiva con el director de El Mercurio de Valparaíso.

-Esta visita a Chile, ¿en qué minuto lo encuentra a usted como analista internacional, y cómo ve a nuestro país?

-Las características mundiales las veo más convulsionadas que nunca. El mundo siempre es caótico, siempre hay sorpresas, hay accidentes, guerras, calamidades naturales, etcétera. Pero estamos viviendo una época en donde están pasando cosas que no tienen precedentes: lo del cambio climático y su intensidad, su frecuencia, el costo de los daños y de las vidas humanas, el dolor humano. No habíamos visto nosotros algo de tanta intensidad. También está la inteligencia artificial, que va a cambiar toda la operación digital del mundo y también nuestra manera de vivir. Va a ser muy importante. Estamos en un mundo donde hay muchos y nuevos retos, nuevas amenazas para las cuales los países no están preparados.

-Y, en ese sentido, ¿gobernar qué tan más complicado es hoy que antes?

-Eso lo planteo en mi libro El fin del poder, donde esencialmente la frase que lo resume es que el poder en el siglo 21 se ha hecho más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder. Ocurre en el Vaticano y ocurre en el Pentágono. Ocurre en los grandes bancos del mundo y en los sindicatos de trabajadores. Ocurre en el mundo de la cultura y en el mundo de los deportes, el mundo de las empresas y en el de los medios de comunicación. Donde mires, está: es un poder que no es fluido, que está fragmentado y que es muy difícil de usar, muy fácil de perder y por lo tanto, son muy efímeros los liderazgos. Así, para perpetuarse en el poder utilizan lo que yo llamo las tres p: polarización, populismo y posverdad.

-Venir a Chile en este aniversario de los 50 años del golpe militar, ¿qué le sugiere?

-Bueno, lo duro y difícil que es superar traumas como esos. De ahí hubo una ruptura importantísima de la cual se han hecho progresos inmensos. Chile es hoy en día un país mucho mejor que el que había hace 50 años. Pero también hay heridas que no han sanado y fracturas que todavía no se han cerrado.

-¿No le parece un poco extenso el periodo para resentir aún esas fracturas?

-En mis investigaciones actuales estoy tratando de especificar qué es lo que determina el éxito de un país, qué hace que un país sea exitoso. Y mi conclusión es que en el siglo 21 solo los países que logren que grupos que se detestan entre sí, que ni siquiera se toleran, tengan que trabajar juntos, van a triunfar. Tiene que ser un época de alianzas, inclusive entre partes que se detestan. Eso suena ingenuo y probablemente lo es y probablemente no se logre que gentes y grupos y partidos y sectores que se llevan mal logren trabajar juntos. Eso es una probabilidad que existe. Es ingenuo suponer que va a haber una concordia entre enemigos. Pero más ingenuo todavía es pensar que sin tomar decisiones de ese calibre, este país va a progresar. Los países no van a progresar económicamente, no van a tener más estabilidad política, si no logran tener acuerdos y alianzas y pactos creíbles para gobernar. Y, en ese sentido, Chile tiene una posición privilegiada comparado con el resto de América Latina porque Chile ya vivió eso. Chile ya tuvo una fractura importante y después vino una época donde partes que se detestaban se sentaron en la mesa y lograron trabajar juntas, crearon la Concertación y le dieron a Chile un futuro y un presente de un desempeño excelente. Eso hay que repetirlo. Y si Chile fue durante varias décadas un modelo de reformas económicas, ahora necesitamos que siga siendo un ejemplo de cómo se maneja la economía. Pero que además también nos enseñe al resto del mundo cómo se maneja la política y cómo se logran acuerdos que estabilizan y que promueven el bienestar de todos los chilenos.

-Le reformulo la pregunta: Chile es un país que tuvo una estabilidad tal que incluso dos presidentes se repartieron cuatro periodos (centro izquierda y centroderecha, si se quiere) y en el que el actual Presidente anunció la tumba del capitalismo. Usted habrá visto los enfrentamientos del último tiempo. ¿Qué fue lo que nos pasó? ¿Cuánto lo sorprendió a usted el estallido social?

-Muchísimo, o sea, no solo a mí. El mundo entero no se imaginó nunca que un país que había tenido el desempeño que ha tenido Chile, que sacó tantos millones de personas de la pobreza, de pronto disparara estas protestas en las calles y tales disturbios. Y resulta que había mucha gente que se sentía ignorada, dejada de lado, que sus expectativas no eran cumplidas. Sus esperanzas no eran satisfechas. Ellos eran invisibles en ese sentido. Entonces, bueno, pues pasó eso. Y hay que aprender, hay que ver cuáles son esas demandas sociales que no han sido cumplidas y generar un ambiente. Pueden quejarse todo lo que quieran, pero o se aceleran los cambios que permitan navegar con éxito por estos fuertes fenómenos que mencioné al principio o este país va a ser un país estancado.

-Una de las p que mencionaba usted es el populismo. Tenemos ejemplos cercanos en países vecinos y acá un candidato al cual se le caricaturiza de esa manera.

-El populismo es tratar de profundizar las divisiones que hay en una sociedad o crear nuevas divisiones entre lo que una parte llama la élite y la otra, el noble pueblo, que es explotado por la maligna élite. Pero para que Chile progrese, van a tener que entender que deben formar una alianza nacional, que no es solo para los políticos. Ellos necesitan otros actores sociales que contribuyan a las reformas que son necesarias.

Y si Chile fue durante varias décadas un modelo de reformas económicas, ahora necesitamos que siga siendo un ejemplo de cómo se maneja la economía, pero que también nos enseñe al mundo cómo se maneja la política y se logran acuerdos".

Carlos Vergara Ehrenberg

carlos.vergara@mercuriovalpo.cl

moisés naím viajó a chile invitado por "la otra mirada" y la fundación piensa, en el marco de su décimo aniversario.

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