Mala evaluación de los alcaldes
La 9° Encuesta de Opinión Política en la Región de Valparaíso muestra un fuerte retroceso en la aprobación de los jefes comunales. Esta depreciación acelerada de la principal autoridad municipal alcanzó este año un mínimo de 24% de aprobación promedio a nivel regional.
En lo que parece ser una clara señal de malestar por la gestión de las autoridades elegidas, los alcaldes de las 10 principales comunas, el gobernador y los parlamentarios de la zona bajaron sus niveles de aprobación, de acuerdo a la 9° Encuesta de Opinión Política en la Región de Valparaíso, realizada por Fundación Piensa. En el área municipal, el mayor descenso corresponde a la alcaldesa de Quilpué, Valeria Melipillán (Convergencia Social), que baja 16 puntos porcentuales, del 26% obtenido el año pasado al 10% en el actual estudio. También experimentan retrocesos importantes Javiera Toledo, de Villa Alemana; Macarena Ripamonti, de Viña del Mar; Jorge Sharp, de Valparaíso, y Constanza Lizana, de San Antonio, cuya aprobación cayó de un 7% a un 5%, convirtiéndose en la jefa comunal con la menor adhesión ciudadana.
Esta caída generalizada en la popularidad de los alcaldes es un signo preocupante de que la ciudadanía no está conforme con la administración de los municipios y, desde otra perspectiva, revela que los jefes comunales no han sido capaces de desmarcarse de la pésima imagen que tiene la población del mundo político. Esta depreciación acelerada alcanzó este año un mínimo histórico que debería ser mirado con atención. Si en la encuesta de Piensa del año 2017 la aprobación de los alcaldes alcanzaba, en promedio, un 50%, en el sondeo de este año, realizado entre junio y octubre, la misma cifra se redujo a un escuálido 24%. ¿Qué han hecho los alcaldes para merecer esto? La respuesta es más o menos evidente. Muchos jefes comunales pasaron el útimo año más preocupados de crear nuevos partidos políticos y aprobar o rechazar procesos constituyentes, que de solucionar los problemas inmediatos de sus vecinos. Atrapados en el mismo torbellino de controversias que ha desprestigiado al resto del mundo político, los alcaldes pierden oportunidades valiosas para mejorar la gestión de sus comunas y, de paso, el voto de sus electores.