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RECUERDOS DE UN FUNCIONARIO 11 de septiembre de 1973 (parte 1)

POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
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El lunes 10 de septiembre de 1973 abandoné mi oficina en el Senado a eso de las 21.30 horas. Había estado toda la tarde ordenando las carpetas de un poco más de 30 proyectos de ley que figuraban en la Tabla de la sesión del día siguiente. Una de mis obligaciones como oficial mayor era tener la certeza de que todos los documentos que se referían a cada iniciativa legal estuvieran en orden y completos, cosa de poder asistir al secretario (Pelagio Figueroa) durante la sesión o responder las consultas que me podría hacer el presidente (Eduardo Frei Montalva). No había pasado nada extraordinario durante el día y nadie, ni senadores ni funcionarios, había mencionado la posibilidad que al día siguiente sucediera lo que acaeció.

Respecto a la alternativa de un Golpe de Estado se especulaba mucho, incluso con los senadores de la UP. Se daban noticias que con el correr de los días se podía comprobar que eran no más que eso: especulaciones. De la posibilidad que podría suceder algo concreto, yo había tenido en los últimos meses la afirmación de dos senadores. Un día, debe haber sido en julio, me acerqué al presidente del Senado a pedirle su firma para un documento relacionado con la celebración de la Conferencia Interparlamentaria Mundial que se debería llevar a cabo en Santiago en el mes de octubre de ese año (evento que todos los comentaristas han olvidado). Don Eduardo Frei me dijo: "No se aflija tanto, Demetrio. Yo creo que como están las cosas, no vamos a llegar a octubre", pero no precisó nada más.

La otra vino de parte del senador Víctor García Garzena, jefe de Comité del Partido Nacional. Con su humor característico y mientras me firmaba el documento mencionado, me acotó: "No creo que esa reunión se vaya a hacer. Dificulto que lleguemos a octubre. Por lo demás, si se lleva a cabo, preocúpese de tenerle a los delegados extranjeros pan blanco, pues con el que comemos ahora pasaremos una vergüenza". La realidad era que el gobierno, como un modo de aumentar el volumen de harina disponible, había resuelto mezclarla con afrecho, por lo cual el pan que se vendía era de un color medianamente café. De ahí salió el famoso dicho "los chilenos le estamos peleando la comida a los chanchos". Pero las expresiones de los dos senadores mencionados no fueron más que un decir que estaba en boca de casi toda la opinión pública.

Al día siguiente me levanté a la misma hora de costumbre para irme al Senado. Hice lo que realizaba siempre. Prendí la radio. Ahí comencé a escuchar noticias y comentarios que indicaban que algo serio estaba pasando. Se daba como primer antecedente que en Santiago había en el centro un despliegue de tropas y que la Escuadra que se había hecho a la mar dos días antes había regresado sorpresivamente a Valparaíso esa madrugada. Luego vino el primer Bando y ahí todos supimos que lo que venía era en serio. Llamé al secretario para pedirle instrucciones. Me dijo que avisara a todos los funcionarios de la Secretaría del Senado que permanecieran en sus casas y me pidió que tratara de comunicarme con el presidente, pues él no lo había conseguido. Llamé reiteradamente a la casa del senador Frei, pero sonaba ocupado.

Después de varios intentos conseguí hablar con su nana, quien me dijo que don Eduardo no estaba. Ahora se sabe que había pernoctado junto a su señora en la casa de su hija Carmen. Seguí los hechos por la radio y por la incipiente TV. Las radios daban versiones diferentes dependiendo del color político que tenían. Así escuché por radio Magallanes el famoso discurso de Allende de las "Grandes Alamedas". Su voz era emocionada, pero tranquila. Sonaba a despedida.

En el primer Bando se anunció la formación de una Junta Militar de gobierno que asumía el mando de la nación. Estaba compuesta por el general Augusto Pinochet, por el Ejército; por el almirante José Toribio Merino, por la Armada; por el general Gustavo Leigh, por la Fuerza Aérea, y por el general César Mendoza, por Carabineros.

La verdad es que para el común de la gente los personajes eran prácticamente desconocidos. Pinochet y Leigh habían asumido sus cargos hacía poco más de una semana. De Merino la población en general no tenía antecedente previo alguno. El único que resultaba para algunos algo familiar era Mendoza, pues había formado parte del equipo de equitación que había competido en las Olimpiadas de Helsinki, obteniendo la medalla de plata. Alrededor del mediodía se escucharon los aviones y desde Vitacura, donde yo vivía, se podía apreciar que volando en dirección noreste y cuando pasaban más a menos a la altura de la Escuela Militar, desprendían de sus alas unas pequeñas columnas de humo blanco. No eran ni más ni menos que los misiles que se disparaban contra la casa presidencial de Tomás Moro. Enseguida, las radios empezaron a leer la lista de personeros que debían presentarse en diferentes unidades de Santiago. Ellos eran exministros de Allende, parlamentarios de izquierda y, en general, líderes políticos o sindicales de la UP.

Hoy se sabe que la comunicación entre los miembros de la recién formada Junta se hacía por radio. Pinochet desde un Regimiento en Peñalolén, Merino desde la comandancia en Jefe en Valparaíso, Leigh desde la Academia de Guerra de la FACh y Mendoza desde una unidad indeterminada de Carabineros. El coordinador de los cuatro era el vicealmirante Patricio Carvajal desde el Ministerio de Defensa, ya que se desempeñaba en esos instantes como jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Además, era el encargado de tener el enlace con La Moneda cuando ello se requería.

Los diálogos están grabados y tuve la oportunidad de oírlos. Espero en la próxima entrega referirme a eso. Por ahora, sólo deseo agregar que esa noche me enteré que era uno de los primeros cesantes en Chile. Al presentarse por TV los cuatro miembros de la Junta, cada uno de ellos dio un breve discurso con el que se buscaba darle tranquilidad a la población. Pinochet en parte de su alocución señaló: "Las Cámaras entran en receso hasta nueva orden". O sea, yo perdía mi "pega". Baste agregar que políticamente hablando, fueron moderados en sus intervenciones, con excepción del general Leigh, quien con voz fuerte y enfática dijo que ellos iban a "extirpar el cáncer marxista que afectaba a Chile". Ese comentario fue el primer aviso para la izquierda que la cosa se venía muy complicada para sus adeptos.