Contradicciones de la regionalización
El jefe de gabinete del gobernador Rodrigo Mundaca reveló hechos que instalan dudas sobre el compromiso del Gobierno con la descentralización.
Desde su posición de mano derecha del gobernador regional, Rodrigo Mundaca, el sociólogo Rodrigo Faúndez ha tenido un acceso privilegiado a los intersticios del poder regional en los últimos dos años. Por ello, las declaraciones hechas por el jefe de gabinete a este Diario sobre la necesidad de moderar el ritmo de las transformaciones para adaptar el ímpetu inicial de la administración Mundaca a la institucionalidad vigente y el reconocimiento de que el movimiento social cae en un error al pensar el cambio como un proceso lineal e inmediato, son valiosas y se instalan como ideas matrices del trabajo que se espera cumpla la máxima autoridad regional en los próximos meses.
En este ánimo de confesión y transparencia, Faúndez reiteró además los problemas sufridos por las regiones con el Gobierno central, con dos ejemplos que abren serios cuestionamientos sobre el compromiso real que tienen el Presidente Gabriel Boric y sus ministros con la regionalización. Uno es que la definición del nuevo trazado del tren Valparaíso-Santiago fue sin ninguna consulta o diálogo previo con el gobernador Mundaca. El segundo hecho es más reciente y grave, porque corresponde a la información recibida desde el Ministerio de Hacienda de que los recursos adicionales correspondientes a la Ley de Royalty a la Gran Minería no ingresarán como fondos frescos, sino como parte de la glosa presupuestaria anual que se discute para la Región de Valparaíso. Esto elimina de un plumazo las expectativas de que a partir de 2025 la zona podría contar con un 30% más de recursos para financiar su cartera de proyectos escogidos de acuerdo a los criterios delimitados por la ley.
Estos incidentes se transforman en preocupantes evidencias de que, mientras en el discurso público se ensalza la necesidad de entregar mayores atribuciones y recursos a las regiones, en los hechos existe una reticencia inexplicable a que la descentralización tenga una expresión rotunda, decisiva e irrevocable en las decisiones financieras de cada zona. La oportunidad del Gobierno para evitar que la decepción sea mayor es tramitar con resolución, rapidez y participación regional una Ley de Rentas que responda adecuadamente a las necesidades regionales. La duda instalada es si habrá voluntad política de sacarla adelante.