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RECUERDOS DE UN FUNCIONARIO 11 de septiembre de 1973 (Parte 3)

POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
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A lo ya escrito sobre el tema, resta un aspecto personal de Allende que de alguna manera debe haber sido parte de sus pensamientos antes de suicidarse. Entre las innumerables mujeres que Allende tuvo en su vida hay una que es bastante desconocida: Gloria Gaitán.

De nacionalidad colombiana, era hija del gran líder Jorge Eliécer Gaitán, quien cuando fue asesinado se constituyó en la causa eficiente del "bogotazo" de abril de 1948. Fue el mayor acto político en Colombia durante el siglo XX, pues provocó una revuelta que estuvo a punto de incendiar casi la totalidad de la ciudad de Bogotá. Gloria era mucho menor que Allende y establecieron con los años una intensa relación. Quizás la cercanía con esta colombiana fue la razón por la cual en algunos de sus últimos discursos aparecieran menciones a Gaitán. Esta aventura de Allende, como toda su intensa vida amorosa, está relatada en el excelente libro de Eduardo Labarca titulado "Salvador Allende. Biografía sentimental", en su edición ampliada y definitiva. Labarca fue muy cercano al expresidente y cuenta no sólo detalles de las mujeres con las cuales tuvo vinculación, sino que también narra hechos políticos de esa época que no están escritos en otra parte (recomiendo esa obra). En ese libro se demuestra con copias de carta manuscritas de Gloria y de don Salvador que la primera, en septiembre de 1973, se encontraba esperando una criatura cuyo padre era el entonces Presidente de Chile. En otras palabras, a Allende, a edad madura, se le presentaba la posibilidad de tener al fin el hijo hombre que tanto anheló. Esa circunstancia tiene que haber rondado por su cabeza antes de apretar el gatillo. Gloria poco después del suicidio del padre perdió a esa guagua.

Pero más allá de los aspectos personales que hubo alrededor del suicidio que he analizado en entregas precedentes, hay otro que podríamos llamar "político-institucional". Allende era el indiscutido líder de un experimento que había producido profundos cambios en la sociedad chilena y en el cual se habían embarcado millones de chilenos. Además, había tenido una resonancia mundial especial. Si bien para muchos, como yo, había puesto a Chile en una situación que consideraba y considero hasta el día de hoy dañina, era una causa que innumerables ciudadanos de este país abrazaron con pasión. Con su suicidio los dejó a la deriva y no tomó la batuta una vez que el fracaso de la experiencia era un hecho. Claro que desde su propia perspectiva el suicidio le ponía más cerca del monumento en la Plaza en la Constitución que con el tiempo consiguió, pero ello fue al costo de dejar en la orfandad a los que lo seguían, muchos de los cuales perdieron su vida en esa aventura y otros debieron partir al exilio.

En este acto, que para algunos aparece como heroico, existe una especie de falta de responsabilidad cuando llegó el instante decisivo. Y la verdad es que tuvo a su mano caminos que le permitían adoptar una conducta más de acuerdo a aquel liderazgo. Veamos.

Asumamos que ese día 11 de septiembre, temprano en la mañana y cuando el golpe era inminente, Allende hubiera pronunciado un discurso a través de las radios que le eran "fieles" y hubiera llamado públicamente al presidente del Senado (que era don Eduardo Frei Montalva) a concurrir a La Moneda, pues ante el inminente golpe de Estado deseaba entregarle el mando a él como segunda autoridad política del país. Podría haber agregado que se iría del país o, si lo estimaba mejor, asilarse en una embajada amiga en Santiago para desde allí abandonar posteriormente Chile. Ante esa alternativa, cabe preguntarse ¿qué habría hecho don Eduardo? ¿Qué habría dicho la Junta que se estaba formando? ¿Los cuatro uniformados -que dicho sea de paso no tenían el poder ni la experiencia que adquirieron después- se habrían negado a esa posibilidad? Allende habría alejado de él las respuestas a esas interrogantes y otras que se podrían haber planteado, y habría dejado caer sobre hombros ajenos el peso de la historia. Adicionalmente, desde su punto de vista, debería haber tenido en consideración que cualquiera hubiera sido el resultado final de una resolución como la supuesta, no habría sido posible disolver de inmediato los cordones industriales ni se habría desecho la maraña de poder que la UP había creado, lo que le daba al "saliente" Presidente un tremendo poder para manejar desde afuera los hilos de lo que acaeciera en Chile.

Qué decir de la opinión que se habría creado en el exterior. Hay algunos que sostienen que si ese hubiese sido el caso, la incipiente Junta lo habría asesinado. No creo en esa posibilidad. No había en ese momento entre sus miembros un afiatamiento como para eso y un acto como aquel habría resultado al final absolutamente contraproducente. Además, como veremos, la naciente Junta había puesto un avión a su disposición para dejar Chile.

Otra alternativa era que Allende hubiera aceptado lisa y llanamente la oferta hecha por medio del vicealmirante Carvajal de hacer uso del avión puesto a su disposición en el aeropuerto para abandonar el país en compañía de sus familiares y de los personeros más cercanos. En la versión real que existe sobre el intercambio de opiniones de ese día entre los tres generales, el almirante y el vicealmirante jefe del Estado Mayor, aparece expreso ese ofrecimiento. Una versión que se dio a conocer estos días por un canal de TV donde se escucha una supuesta voz de Pinochet acotando que ese avión luego sería derribado, es de total falsedad. Personalmente pude oír la versión real en una cinta que había en la Cancillería. La única observación que hubo de parte de Pinochet fue que no podía incluirse entre los viajeros a "ni un solo GAP". La otra consideración al respecto aparece en las memorias del general Leigh. En la página 88, reitera el ofrecimiento indicado, poniendo como condición que el destino del aeroplano debía ser un país situado dentro de América Latina por la autonomía de vuelo del DC-6 que cumpliría la misión. En la cinta original una curiosidad notable es que quienes participan en dicha reunión radial -en la mayoría de las veces- tratan a Allende de "Presidente". Con el saliente Jefe de Estado en el exterior, moviéndose por todo el mundo, con el respaldo absoluto de los países del Este y de los partidos de izquierda de todo el orbe, la vida de la Junta habría sido imposible en el tiempo.

Allende habría seguido siendo recibido como Presidente de Chile, tanto en el Este como en Occidente. De paso, se habría transformado en el gran aglutinador y conductor político de todos los chilenos que partieron al exilio y el referente de todos sus partidarios que permanecieron en Chile. La UP habría de alguna manera continuado existiendo en forma cohesionada dirigida por la cabeza que por años la había conducido. No debe olvidarse que después de la caída del régimen los partidos políticos que formaban esa coalición entraron en una disputa teórica y política que los tuvo divididos por años, tanto en Chile como el exterior.

No es posible aventurar sobre lo que habría sido el futuro del país si el entonces Presidente hubiera preferido seguir dirigiendo desde afuera el movimiento político que lo había llevado al poder y que lo había respaldado mientras estuvo en La Moneda. Pero es indudable que para muchos se habría abierto una "ventana" que les podría haber ayudado a evitar la muerte, la tortura o el exilio.

Pero Salvador Allende Gossens prefirió no pensar en todo eso y en otras cosas más, y decidió asegurarse que fuera realidad lo que le decía en tono de chanza a sus amigos cuando les mostraba un brazo: "Esta es carne de monumento". Se abrieron "las grandes alamedas" que mencionó en su último discurso, pero no para que pasara "el hombre libre", sino para que pasara él.